La UCR bonaerense, una cuestión de identidad
El sector del presidente del Comité Provincia, el senador Maximiliano Abad, decidió negociar. Manes prefirió combatir.
Algunos lo definen como el primer paso. Otros prefieren la cautela. La fáctico es que Facundo Manes le dio un sacudón a la Unión Cívica Radical, y lo hizo, particularmente, en la provincia de Buenos Aires. Su voto en contra de la Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos, tal como definió el presidente Javier Milei al pentagrama que pretende tocar durante su gestión, no cristalizó una ruptura, pero sí una diferencia en el partido centenario. El sector del presidente del Comité Provincia, el senador Maximiliano Abad, decidió negociar. Manes prefirió combatir.
Al menos hasta estas horas, el mapa quedó en esos términos. El neurocientífico, junto a Pablo Juliano, ambos bonaerenses, rechazaron la ley ómnibus. Fueron los únicos dos integrantes del bloque que preside Rodrigo De Loredo que optaron por distanciarse del autodefinido león. Manes, incluso, fue claro: “Necesitamos más estadistas y menos leones”.
Con una Constitución en la mano y esbozando una impronta alfonsinista, apuntó a sembrar los cimientos de una plataforma radical antagónica a la que convalidó la gran mayoría del bloque de la UCR.
Manes habla hace años de la “identidad” de la UCR, un partido que fue parte de Cambiemos y de Juntos por el Cambio, pero donde nunca pudo ser un agente determinante ni en la conformación de gobierno ni en la agenda de la gestión ejecutiva o parlamentaria. Dicho esto por el propio radicalismo, incluso por su ex presidente, Gerardo Morales.
Ese criterio lo llevó a apostar por ser el candidato a presidente de su partido en 2023. No pudo, y terminó siendo parte de la construcción de Horacio Rodríguez Larreta en una interna sanguinaria con Patricia Bullrich. Quería una cosa, pero la UCR apostó a otra. Manes terminó dentro de una lista que en las últimas PASO sacó menos votos en la provincia que lo obtenido por el propio Manes en la interna con Diego Santilli en 2021.
Hoy vuelve a tener un protagonismo diferencial. La pregunta podrá ser en qué desemboca. Cerca de él repiten la misma palabra: “identidad”. ¿Cuál? Si hay algo difícil de definir es la identidad. Esa confluencia entre lo que uno considera que es y lo que otros consideran de uno. A veces contradictorios, a veces en sintonía, esos ríos mezclan sus aguas y sacan a la luz una respuesta.
¿A quiénes lo acerca este voto? Dentro de la sociedad, se verá en las próximas semanas. O en las próximas elecciones.
Dentro de la política, la estrategia de los que avalan la ley ómnibus lo señala como un actor que termina siendo consecuente con el kirchnerismo. Manes, y lo dijo a viva voz, no es kirchnerista. Sin ir más lejos, su espacio dentro de la Legislatura bonaerense no le votó la Ley Impositiva y Fiscal a Axel Kicillof.
En este combo, no se trata de jugar a negro o rojo. Si bien su discurso en el Congreso se llevó los aplausos del bloque de Unión por la Patria, el peronismo debería entender que no hay un radicalismo bueno cuando se acerca a su postura y un radicalismo traidor a la patria cuando esquiva su visión o tiene diferencias. Hay, en cambio, un radicalismo con el que hay que hablar. Unos pocos votaron en contra. Varios, hasta ahora, votaron a favor. Quedará por dilucidar si la decisión de Manes es un huracán o un espasmo.
Lo que sí cuentan y lamentan cerca de quien ya se le plantó al PRO en 2021, es que “dentro del radicalismo hay algunos que piensan que Milei es el camino y que está bien lo que hace”.
De todas maneras, no hubo discursos en el recinto del Congreso de parte del radicalismo a favor de Milei. Pero tampoco hubo un solo legislador que pudiera traducir un artículo de la Ley de Bases en su resultado concreto y positivo para la sociedad. Sólo se repetía una línea conductora de que se vota un proyecto para finalizar con un algo en modo entelequia que no dio resultado y que se circunscribe a una palabra: kirchnerismo.
Se volvió a la estrategia de poner años de referencia. Se cambiaron los setenta años de peronismo por los dieciséis de kirchnerismo. Y lo hizo un radicalismo que no mostró tapujos en votar un proyecto que ampara la política económica de un Luis “Toto” Caputo que ya fue ministro de Mauricio Macri, quien tildó a la UCR de ser el freno de lo que necesitaba el país. Incluso terminaron a los gritos por X el ex gobernador de Jujuy y el ex presidente.
En este marco, puede que a Manes se le abra la puerta a un liderazgo. Porque Milei es tan tajante que vive sin grises. Es la apología máxima del antagonismo cobtra el consenso, algo que en las filas del neurólogo consideran que no forma parte de los objetivos de la mayoría de la sociedad.
Milei no busca acordar. El transcurrir de estas semanas mostraron los aprietes a gobernadores. Rozó la amenaza a los legisladores. Tildó a parte de la oposición de ser valijera y coimera. De Loredo lo lamentó, pero votó a favor.El tiempo necesita fluir para que haya más respuestas. Ahora llega el turno de la votación en particular de los artículos de la ley ómnibus. Luego debería darse la votación en el Senado, donde ocupa una banca el nuevo presidente de la UCR nacional, Martín Lousteau. En caso de que se hagan modificaciones, el proyecto tendrá un segundo round en Diputados. Estas semanas serán como el canal por el que se deslizan las fichas en las cascadas que están en los locales de videojuegos de la Costa. Habrá apuestas, y habrá que ver cuantas fichas salen debajo.
Maximiliano Abad jugó las suyas. Optó por Bullrich, la hoy ministra de Seguridad de Milei. La misma que, como a lo largo de todas sus gestiones desde 2001, siempre está metida en el ojo de la tormenta de la represión y la lesión al bolsillo de los jubilados.
La apuesta de Abad sigue siendo la negociación. Su delegada en la Cámara Baja nacional, Karina Banfi, votó a favor de la ley de Milei. Su sector se adjudica un rol determinante para, por ejemplo, quitar del texto original del proyecto la eliminación de los beneficios por zona fría para más de un millón de bonaerenses, así cómo evitar la modificación del régimen de pesca que diluía la estructura vigente y podía dejar en la calle a miles de trabajadores.
A nivel Legislatura, ambos dirigentes no comulgaron en un mismo bloque en la Cámara de Diputados de la provincia. Al abadismo, con nueve legisladores, lo preside Diego Garciarena, mientras que el manesismo, con siete, tiene al frente a Claudio Frangul.
De todas maneras, Abad cuenta con una estructura territorial en la provincia que encabezan más de veinte intendentes. Un grupo que, incluso, en marzo del 2023, se reunió con Manes para intercambiar ideas cuando aún había incertidumbre.
No hay guerra ni batalla. Sucede que la distancia está. Y no es de ahora.
A principios de 2023, camino al cierre de listas, desde el team del marplatense que preside el Comité Provincia decían que Manes debía entender qué lugar de la cancha le toca. Quizás ese lugar emerja ahora con un Gobierno nacional que decae en la empatía social y está circunscripto a una imagen de orden represor. Y recién van un poco más de cincuenta días.
Todo es muy pronto. Pero con Milei, todo es rápido. Incluso, tener que definir una identidad y, como mínimo, un lugar desde donde hablar.