Atentado contra Cristina Kirchner: un quiebre institucional que dio lugar a un «siga, siga» peligroso
Desde hace un año, la dirigencia política espejo de sus representados, dilapidó, a sabiendas algunos, otros por mero cálculo cortoplacista, la chance de enviar un fuerte mensaje que anule cualquier intento de socavar la paz social.
Desde hace un año, la Argentina perdió una oportunidad única de demostrar hasta dónde están consolidadas sus instituciones democráticas a 40 años de su recuperación. Desde hace un año, la dirigencia política espejo de sus representados, dilapidó, a sabiendas algunos, otros por mero cálculo cortoplacista, la chance de enviar un fuerte mensaje que anule cualquier intento de socavar la paz social.
Ese límite es el que se debió haber marcado si es que no se pretendía balizar el camino para acercarse a la realidad que atraviesa a varios países de la región donde los candidatos a presidente son asesinados y se vive un tembladeral constante a nivel institucional.
No era un tema menor. No era un asunto que sólo interesaba a un grupo político. Era la necesidad de que Argentina marque un antes y un después acerca de lo que se está dispuesto a tolerar. Sin esa réplica, estamos desnudos frente a la amenaza de más violencia.
Los conflictos en las urnas se solucionan en las urnas. Habilitar que se salden por otras vías nos empujará indefectiblemente a lo impensado. La inmadurez y ausencia de estatura política significaron que se borre la línea en el suelo. Un triste recordatorio de que lo construido durante 40 años puede borrarse en 4 segundos. Lo único que puede acarrear negar esa realidad es que sepamos lidiar luego con las consecuencias.
Por Gabriel Morini