Preguntas para el día después

 

¿A qué precio puede llegar el dólar el lunes? ¿Están en riesgo los depósitos? ¿Cómo siguen las negociaciones con el FMI? ¿Qué diferencias y similitudes tendrá esta transición con la de 2019? ¿Cuánto estarán dispuestos los opositores a cooperar con el oficialismo si ganan? ¿Qué les reclama el establishment? ¿Cuánto puede empinarse la inflación y agravarse la recesión ya en curso? ¿Qué pasará con los salarios? ¿Y la conflictividad callejera?

Son las preguntas que retumban en el mundo de los negocios y recién empezarán a encontrar respuestas el lunes, con la voluntad popular volcada a las urnas. Las que ensayaron consultores, fuentes oficiales y empresariales ante esta columna son las siguientes.

Dólar

Si el oficialismo sale primero o Massa queda en carrera para ganar en primera vuelta, algo que no predice ninguna encuesta pero que nadie se anima a descartar, el blue abriría el lunes con fuerte presión alcista. Un poco por la expectativa de que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo siga creciendo y otro poco por la presión política que pudieran ejercer inversores pesados a favor de una oposición más pro-mercado.

Margen para subir tiene. A plata de hoy, valía $682 cuando asumió Massa y $860 cuando se escapó en octubre de 2020.

Si se impone Juntos por el Cambio y la ganadora de su interna es Patricia Bullrich, la City podría apostar a otro escenario: que la candidata cumplirá con su promesa de eliminar los controles cambiarios el primer día y que por lo tanto devaluará el oficial hasta un nivel cercano al paralelo. En ese caso, el blue incluso podría bajar. Salvo que el mercado crea que esa unificación incluirá un overshooting inicial como el de la devaluación de 2002, por ejemplo.

Si gana Horacio Rodríguez Larreta el escenario sería híbrido. Subirían más los bonos de la deuda igual que ante una victoria de Bullrich, como lo hicieron esta semana, y podría bajar la presión sobre los dólares paralelos. Pero el mercado incluirá en su ecuación la continuidad del cepo más allá de diciembre, algo que el FMI toleraría.

Lo decisivo es lo que hagan los exportadores. Si dejan de liquidar sus tenencias de granos el lunes mismo a la espera de ese salto del dólar oficial, pueden poner en apuros al Banco Central. Los importadores le seguirían demandando entre 200 y 300 millones de dólares por día solo para pagar las importaciones ya recibidas y que Miguel Pesce los obligó a financiar. Si el Central traba esos pagos puede haber juicios cruzados contra bancos locales que salieron como garantes del pago de las SIRA. También podría subir el «contado con liqui» (CCL) si los importadores acuden a él para no defraudar a sus proveedores, trasladando el sobrecosto a los consumidores. Quienes lo hagan, eso sí, no podrían volver a comprar dólares oficiales por 90 días.

FMI

Aunque Massa se abocó a la campaña electoral estas dos semanas de vacaciones en Washington, sus segundas líneas siguieron negociando con técnicos del Fondo que aceptaron interrumpirlas de a ratos para reunirse con ellos por Zoom. Chocaron siempre contra la misma pared: la tropa de Kristalina Georgieva exige más ajuste y más devaluación en el mercado oficial. Por eso no pudieron consensuar la Carta de Intención, el paso siguiente al staff level agreement anunciado el viernes 28 de julio. Es la hoja de ruta donde los gobiernos bajo la férula del FMI se comprometen a las medidas que tomarán hasta la siguiente revisión trimestral.

La venia no llegó pese a que el Central aceleró al doble el ritmo de devaluación diaria. «Si hubiera alcanzado el crawl ya les habríamos mandado la Carta», explicó uno de los negociadores. Tampoco alcanzó la devaluación fiscal del 24 de julio, cuando se anunció la extensión del impuesto PAIS a las importaciones.

El desembolso de los U$S 7.500 millones que mencionó el Fondo el 28 aún debe ser aprobado por el Directorio, que todavía no fijó fecha para reunirse. Puede volver a patearlo con la excusa de que el Gobierno no cumplió las metas comprometidas. La posición negociadora argentina se debilitó por la decisión de cubrir los últimos dos vencimientos con préstamos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el emir de Qatar, porque ahora incumplir un vencimiento no implica solo entrar en atrasos con el FMI sino desatar una catarata de defaults con tres acreedores a la vez. «La clave de las estafas Ponzi es que los inversores no sepan que te están dando plata para otro que puso primero», bromeó otro de los consultados.

Transición

La actitud que asuman los ganadores también es clave. En 2015 no hubo cooperación de ningún tipo entre entrantes y salientes pero la brecha era del 40% y el Fondo solo un mal recuerdo. El Banco Central había recompuesto reservas a partir de la devaluación de 2014, por lo cual la transición solo exigió apretar levemente el cepo. Cada ahorrista siguió habilitado a comprar U$S 2.000 por mes.

En 2019 tampoco hubo cooperación por parte del oficialismo hasta después de la primera vuelta. Tres días después de las PASO, Alberto Fernández le tendió una mano a Mauricio Macri al anunciar públicamente que veía el dólar a $60 como «razonable». Podría haberle exigido que fijara a cambio controles más estrictos para frenar la sangría de divisas pero no lo hizo. Por eso Macri mantuvo el límite de U$S 10.000 por ahorrista y recién lo redujo a 200 cuando perdió en octubre, aunque por menos que en agosto. Fernández sí le pidió al FMI que frene los desembolsos, lo cual evitó que la deuda creciera 10.000 millones más.

Ahora el Gobierno apuesta a evitar devaluar como sea hasta octubre. Espera algo de cooperación si gana Larreta y poca o nula si gana Bullrich. «Pero la diferencia con 2019 es que ahora el FMI manda plata para pagarle al propio FMI. Así que aunque los reciban formalmente en Washington si ganan, y aunque ellos les digan que paren los desembolsos, no es tan fácil que lo hagan», arriesgó otra fuente oficial.

Depósitos

Las colocaciones en dólares en los bancos no perforaron el umbral de U$S 15 mil millones pese a que un mes atrás empezó un lento goteo preelectoral. Ayudó que muchos ahorristas dolarizaron sus pesos vía MEP y como esos dólares terminaron en sus cuentas, compensaron lo que salía al mismo tiempo hacia las cajas de seguridad. Su nivel llega a las PASO más de mil millones arriba de fines de abril.

Con los depósitos en pesos el Central no prevé tensiones. La suba de tasas que forzó este año el Fondo tentó a muchos ahorristas con mantenerlos. Al Tesoro tampoco le fue mal con la renovación de deuda de este jueves, a costa de convalidar también tasas positivas y muy altas. El riesgo que sí puede aparecer el lunes es que, si gana Bullrich por mucho o si sorprende Javier Milei con un porcentaje que lo pueda meter en una eventual segunda vuelta, el mercado se anticipe a las medidas que prometen implementar de arranque. Sería el puntapié inicial para una dolarización de carteras de ritmo imprevisible.

Inflación y salarios

La inflación de julio, que el INDEC difunde el martes, fue más alta que la de junio (6%). Y la de agosto va a ser más alta que la de julio por las medidas que aplicó Massa para intentar ablandar al Fondo. ¿Pero cuánto más alta? Eso depende de si el resultado del domingo y la reacción del Fondo y de la oposición fuerzan un salto del dólar en cualquiera de sus versiones.

Los salarios, que acumulan ya seis años de ajuste, enfrentan un serio riesgo de volver a caer en términos reales por el fogonazo inflacionario que amenaza generar la transición. Pero la recesión que impusieron la sequía y el Fondo por falta de dólares para seguir importando también amenaza con afectarlos. Según el último informe de Bumeran, un sitio de clasificados laborales online, el salario pretendido promedio fue en julio de $289.883 pesos y cayó un 1,39% respecto del mes anterior. Fue la primera caída nominal desde enero de 2021.

Por Alejandro Bercovich

Fuente
BAENegocios

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