La muerte de Facundo: una desaparición forzada sin policías detenidos

«Me arrepiento de no haber salido a buscarlo en ese momento. Quizá, si yo hubiese salido del trabajo e ido con mi moto hacia la ruta, hoy Facundo estaría vivo». La muerte de Facundo Astudillo Castro aún no cicatrizó las heridas en el corazón de su madre, Cristina Castro, quien está convencida que se trató de un caso de «desaparición forzada», a pesar de que aún la causa no tiene a policías detenidos.

La historia de lo que pasó con Facundo comenzó a escribirse el 30 de abril pasado, un poco más de un mes después del inicio de la cuarentena por el coronavirus, cuando el joven de 22 años salió de su casa en la localidad bonaerense de Pedro Luro para dirigirse a ver a su novia en Bahía Blanca, a 121 kilómetros de distancia.

A pesar de la negativa de su madre, Facundo quería ir a hablar con Daiana porque habían discutido y se dirigió a la ruta para «hacer dedo».

«Si pudiera volver el tiempo atrás, le insistiría que no vaya, que no salga a la ruta, que toda pelea es pasajera, que todo va a estar bien. Intentaría convencerlo», dice Cristina a Télam, en un esfuerzo por recordar el minuto a minuto de los últimos momentos en que vio a su hijo con vida.

A las 10 de esa mañana, en el kilómetro 779 de la ruta 3, Facundo recibió la primera contravención por violar la cuarentena del coronavirus, al ser detenido por los oficiales Jana Curruhinca y Gabriel Sosa de la Subestación Comunal Mayor Buratovich, quienes le sacaron una foto al DNI y luego lo fotografiaron de espaldas, junto a su mochila y al lado de la camioneta policial, tras lo cual lo dejaron seguir su camino.

A las 15.27, en el kilómetro 750 de la ruta 3, fue nuevamente interceptado en cercanías del puesto policial de Teniente Origone por el oficial Alberto González, quien declaró que identificó a Facundo a través de su licencia de conducir porque ya no tenía su documento (algo que nunca se develó el motivo, ya que en la primera contravención, estaba en su poder).

Este policía, no solo lo dejó continuar a pesar de la cuarentena, sino que además contó que pocos minutos después lo vio subir a una camioneta en dirección a Bahía Blanca.

La cuarta policía que fue mencionada en el expediente es Siomara Flores, quien relató haber trasladado al joven hasta un lugar cercano a Bahía Blanca.

Si bien el caso comenzó a investigarse por la justicia ordinaria como una «averiguación de paradero», a instancias de la familia y sus abogados Leandro Aparicio y Luciano Peretto la causa pasó a la justicia federal y se recaratuló como una «desaparición forzada».

En ese marco y en medio de innumerables indicios, la querella pidió que estos cuatro policías que lo retuvieron en la ruta ese día de la desaparición (Sosa, Curruhinca, González y Flores) sean detenidos, pero la jueza federal 2 de Bahía Blanca a cargo del expediente, María Gabriela Marrón, desestimó el planteo y consideró que era «inoportuno».

La madre de Facundo, junto a sus abogados, cuestionaron duramente al fiscal federal que llevó adelante la investigación, Santiago Ulpiano Martínez, al punto que lo recusaron (sin éxito) en dos oportunidades.

Tampoco escatimaron sus críticas para con el ministro de Seguridad provincial, Sergio Berni, a quien acusaban de no hacer los esfuerzos necesarios para el esclarecimiento, y lograron que la policía bonaerense fuera separada de la investigación y que intervinieran las fuerzas federales.

El «Caso Astudillo» generó, a su vez, roces entre el ministro Berni, que resaltaba lo realizado por la policía bonaerense y rechazaba las críticas, y su par de la Nación, Sabina Frederic, que se manifestaba cercana a la familia de la víctima.

El quiebre en la investigación se dio la noche del sábado 15 de agosto, 107 días después de la desaparición de Facundo, cuando un pescador observó restos humanos en un cangrejal en la zona de «Cola de Ballena», cercano a la localidad de Daniel Cerri.

La autopsia elaborada y coordinada por el prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), determinó a fines de agosto que los restos pertenecían a Facundo y que había fallecido como consecuencia de una «asfixia por sumersión».

En medio del dolor, Cristina Castro fue recibida por el presidente de la Nación Alberto Fernández, quien le expresó toda su solidaridad y se puso a su disposición. También mantuvo un frío encuentro con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof.

En esos días de fuerte convulsión, la madre de Facundo se reunió con el procurador general de la Nación, Eduardo Casal, y logró el compromiso de sumar a los fiscales Horacio Azzolín y Andrés Heim al equipo de investigadores.

«Estoy muy agradecida con el fiscal general de la Nación que tomó mi denuncia y que escuchó lo que le estaba planteando», dijo a Télam Cristina Castro, que considera a Azzolín y a Heim como «los únicos que se esfuerzan por seguir investigando».

A pocos días de que se cumplan 8 meses del hecho, la madre de Facundo cree que «la única forma de llegar a la verdad es seguir luchando contra gigantes, sin miedos».

Pero por otra parte la invade una certeza: «La sensación que tengo es que a Facundo lo espero cada día, que entre a mi casa y me diga algo. Jamás imaginé que tuviera que pasar por algo así. Lo sigo esperando, pero tengo la certeza que no va a llegar».

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