El dólar oficial y ningún otro determina el precio de la leche y de la nafta

Por eso, para persuadir de que el precio que realmente les afecta a los argentinos y argentinas de a pie es el del dólar oficial, el gobierno debería empezar a hablar del dólar nafta o el dólar leche. La idea tiene que ver con que esos dos valores son de consumo popular y están siempre atados de manera lineal al valor del dólar oficial, como se ve en los gráficos siguientes. Y además en el caso del precio de la nafta, un litro ha sido casi igual al precio de un dólar para la compra.

 

Este problema tiene su base en la misma ofensiva devaluatoria que fomentan los sectores concentrados de la economía. Horacio Verbitsky reveló en su nota  Hablar con propiedad para El Cohete a la Luna, que los mismos treinta grupos económicos que reunieron el 70% de las ganancias durante el macrismo son quienes hoy presionan para que el gobierno devalúe, lo que generaría inmediatamente  un ajuste en la vida cotidiana de las argentinas y argentinos. Por eso hay que desbaratar aquella idea que nos quisieron imponer de que “todos somos el campo”. Porque si el gobierno hace lo que quiere “el campo”, o sea devaluar el dólar oficial, a 44 millones de argentinos se les va a complicar mucho la vida. Todo va a costar más caro, porque en eso la sabiduría popular no falla: si aumenta la nafta, después aumenta todo.

Debemos reconocer que esos sectores devaluadores han tenido gran éxito en la empresa de hacerle creer a la gente que el precio de referencia en la economía bimonetaria argentina, el que influye en su vida cotidiana, es el del dólar blue o ilegal, y no el del dólar oficial, como en realidad sucede.

No parece importar el precio del oficial. Varios comerciantes, al sacar el tema del aumento de precios de lo que vendían, respondían que las cosas importadas habían aumentado mucho por la suba del dólar. Algo difícil de comprender, ya que el dólar oficial se ha mantenido relativamente estable. A menos que ellos pensaran que hay importadores que importan con dólar ilegal, a pesar de que vale el doble que el dólar oficial, y que está justamente para eso.

Y en esto que mucha gente siente, influye el hecho real de que no existe manera de comprar un dólar a 84, por lo que para la mayoría ese precio puede sonar a una entelequia. Si Perón dijo alguna vez “Yo les pregunto a ustedes, ¿han visto alguna vez un dólar?», hoy la pregunta sería: “¿Quién pudo comprar un dólar a 84?” Como no lo puede hacer casi nadie, salvo que sea importador, hoy nos cuesta comunicar que ese valor es el importante, que ese es el valor de referencia para la mesa de los argentinos y las argentinas.

Debemos destacar el rol determinante que juegan los medios de comunicación en la construcción de este discurso invisibilizador del dólar oficial. Lo hacen de manera efectiva, al utilizar como referencia directa al dólar ilegal para calcular cualquier cosa (valor de los servicios, los sueldos de la Argentina en comparación a otros países, etc.). A esto debemos sumar la confusión, derivada en parte de la herencia macrista, que implica la proliferación de distintos dólares: el oficial, el ahorro, el blue o ilegal, el turista, el “contado con liqui” y el bolsa. Esta diversidad es un aporte más a la confusión general. Por eso, risueñamente, los medios hablan del dólar Bondi.

Una estrategia comunicacional propia, basada en lo tangible

Como en cada una de las políticas que el gobierno lleva adelante, se necesita construir una estrategia de comunicación que revierta la situación a la que nos llevaron los grandes medios y los sectores concentrados de la riqueza. Necesitamos persuadir y convencer a la gran mayoría del pueblo argentino de que no nos conviene que suba el precio del dólar oficial, y que los aumentos de otras variables del dólar tienen mucha menos trascendencia sobre nuestras vidas. Está muy bien que el gobierno diga que el blue es un mercado marginal o muy chicopero pareciera no alcanzar. También lo hemos escuchado a Alberto Fernández explicar que “los dólares los necesitan los que tienen que producir y dar trabajo”, pero eso es algo que puede resultar abstracto para la mayoría, ya que poca gente se ve representada en ese importador que obtiene el dólar a 84 pesos.

Para encontrar defensores y defensoras del valor de nuestro peso debemos pensar en cómo hacer para que la gente relacione ese valor con su vida diaria, con lo tangible. Por ejemplo, con la nafta y con la leche. Si bien solo 4 millones de personas compraban dólar ahorro, absolutamente la totalidad toma leche o consume nafta. Además, ya está medianamente instalado en nuestro inconsciente colectivo que el litro de nafta vale más o menos un dólar oficial.

Jaime Durán Barba ha sostenido, y creo que con razón, que es menos la gente que toma posiciones políticas a partir de abstracciones, mientras que la mayoría se ve convencida más fácilmente por emociones y por cuestiones materiales, tangibles. Por eso el macrismo lograba grandes resultados al mostrar los bolsos de López o fajos de billetes en una financiera. Y por misma esa razón, hablar de “los Panamá Papers” no tenía el mismo efecto para demostrar la corrupción del macrismo. Una cosa bien tocable y fotografiable son bolsos y fajos de billetes, y otra más compleja para explicar y graficar es una sociedad offshore.

Una frase que fue usada por varios políticos (y en las calles) para darle carnadura a la crítica al gobierno de Macri fue: La tele miente, la heladera no. Cristina la definió como filosofía pura. Tenemos que seguir haciendo lo mismo: hablar de la heladera o del tanque de nafta. Hablemos de que el dólar oficial es el dólar naftero o el dólar lechero: si ese dólar aumenta, vos te hacés más pobre.

Fuente. ANÍBAL HNATIUK para El Cohete a la Luna

 

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