Cannabis, entre mito y paradigma
Cuando Manuel Belgrano fue secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires (entre 1795 y 1809, antes de la Revolución de Mayo) escribió quince memorias de las que solamente se conocen cinco. Una de ellas se titulaba “Utilidades que resultarán a esta Provincia y a la Península del cultivo de lino y cáñamo”, y no era otra cosa que un manual de sugerencias destinado a quienes quisieran apostar a la agricultura del cannabis, una planta “útil para la humanidad”, un cultivo provechoso con “increíbles beneficios”. Belgrano veía la planta de la marihuana como un racimo de posibilidades con fines políticos (independizarse económicamente del virreinato), socioeconómicos (“un recurso para que trabajen tantos infelices, principalmente del sexo femenino, un sexo expuesto a la miseria y la desnudez”) y culturales. Había conocido el cáñamo en sus viajes a Europa, donde sus fibras eran utilizadas en la confección de sogas y velas.
Los usos prácticos del cannabis terapéutico (en forma de aceite, cigarrillo o té) generan buenas respuestasen casos de glaucoma, autismo, quimioterapia, Alzheimer, Parkinson y diabetes.
Medicina
Es el más difundido de los usos por fuera del porro. Cada vez más publicaciones científicas describen los efectos positivos del uso del cannabis sobre los sistemas endocrino, nervioso, inmunológico y óseo. Los usos prácticos del cannabis terapéutico (en forma de aceite, cigarrillo o té) generan buenas respuestas en casos de glaucoma, autismo, quimioterapia, Alzheimer, Parkinson y diabetes. También sirve para algunos tipos de epilepsia y/o convulsiones, e incluso mitiga el dolor menstrual, ayuda en procesos de ansiedad y depresión y es un regulador del sueño. El debate sobre su despenalización para fines terapéuticos ha desbloqueado un nuevo nivel desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que se elimine el cannabis del listado más restrictivo del Tratado de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, cuya lista está integrada por drogas dañinas y peligrosas.
Alimentación
La creciente industria del cannabis legal mira con atención a los consumidores. Sucede que las bebidas y platos entre cuyos ingredientes se encuentra el cannabis son cada vez más habituales y menos discriminados. Pero habrá que saber que sin el tetrahidrocannabinol (THC) se suprimen sus efectos psicotrópicos, mientras que sí persisten los efectos relajantes y analgésicos. Existe variedad como para llegar a cualquier paladar: desde galletitas y bizcochos hasta vinos, pasando por caramelos, chicles, gomitas, cervezas, té negro, manteca, bebidas sin alcohol y suplementos alimenticios. Además, de las semillas del cannabis (ricas en proteínas, omega 3 y omega 6) se puede obtener aceite comestible, harina y leche.
Construcción
El cáñamo industrial mezclado con cal resulta en una especie de hormigón liviano y natural: el hempcrete, que tiene excelentes propiedades aislantes térmicas y acústicas y resiste muy bien a la humedad. Además de Francia (el país pionero) hay empresas que construyen con cáñamo en el Reino Unido, España, los Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Nepal e Israel.
Textil
La resistencia de las fibras del cáñamo fue una de las primeras virtudes que observó Belgrano en Europa. Las mismas propiedades aislantes observadas en la construcción las hacen ideales para temperaturas altas o para el frío, siempre con mayor durabilidad que el algodón. Además, el cáñamo bloquea la luz ultravioleta, mantiene las formas de las prendas y no se arruga.
Cosmética, salud, industria
Se dice que el cáñamo es la planta de los 2.500 usos. En la actualidad es posible encontrar jabones, cremas cosméticas y para dolores. Las semillas se utilizan para alimentar aves y la planta tiene un rendimiento y valor ecológico mayor que la madera, porque tiene una mayor concentración de celulosa, lo que permite producir más papel por hectárea plantada. Y si el cultivo puede realizarse a gran escala, sus semillas y su aceite tienen un gran potencial para la producción de alcohol y biocombustibles.