Lenguaje no sexista: por un habla que nos incluya a todes
Hace días que circula en redes sociales, sobre todo en Facebook, la anécdota del bar con la mesera y el hola chiques y este asunto de qué pasa que la piba no sabe lenguaje de señas ni hay carta en braille. Severo Sosa Barreneche arrancó todo desde su muro: padre de un hijo con autismo y hermano de una atleta no vidente, el autor aclaró que la conversación ocurrió y que el texto fue la expresión de su bronca hacia la ”inclusión de cotillón”. Pero la nota parece escrita a partir de una plantilla de textos para redes, con ese tono y esa estructura y esa intención de moraleja, y tal vez por eso le fue tan fácil circular a una velocidad extrema de compartidos que la volvió uno de los primeros escritos virales del año.
El uso de expresiones no sexistas apareció en las bases, en la calle, de la mano de una de las cosas más saludables e importantes que nos pasaron como sociedad en los últimos años: el movimiento trans-feminista. Primero como código interno, luego rumor, más tarde tendencia y finalmente costumbre de uso extendido. En muy poco tiempo, el lenguaje inclusivo parece haberse resuelto como algo inmanente a las nuevas generaciones, que no se desprenderá y que con el paso de las próximas décadas solidificará de modos aún difíciles de saber.
En lo reciente, sobre el final del año pasado y el comienzo de 2020, por debajo del hola chiques fueron quedando perdidas otras noticias, estas sí fácilmente comprobables. El gobierno bonaerense liderado por Axel Kicillof prepara una guía de lenguaje inclusivo para la administración provincial, y la aparición de legisladoras como Ofelia Fernández llevará este uso del habla a los debates de bancada. Por otro lado, el lenguaje no sexista ya es válido en varias facultades de la UBA (Filosofía y Letras , Sociales ), la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad Nacional de Córdoba, así como en las aulas santacruceñas y de otros distritos. Es más, acaba de conocerse un fallo judicial escrito en lenguaje inclusivo: el de la jueza en lo contencioso administrativo Elena Liberatori, en una intimación al gobierno porteño para la reparación de un inmueble habitado por una madre y sus dos hijes.
Filosofía y letras, política y caracteres
Algo es evidente: más allá de su aplicación en medios, gobiernos y papers, el uso de la e es un gesto de frescura y de juventud, así como uno de los pocos espacios en común que trazan un puente entre millennials y centennials. Les jóvenes seniors, digamos, lo tomaron desde la lucha: para asambleas, como política en los espacios que manejan (teatros y centros culturales como el Teatro Mandril o JJ), en su comunicación, en sus proyectos artísticos (Sara Hebe fue pionera en sus recitales). Nos resulta más difícil, más forzado, necesitamos reflexionar el discurso antes de largarlo inclusivo. Pero les jóvenes juniors, en cambio, crecieron en una naturalidad ejemplar para usarlo en la mesa familiar, las redes sociales, los colegios, el freestyle. La e está para unirnos, otra vez.
¿Es fácil incorporarla? En absoluto. Van pocos años y la discusión se diluye cada vez que nos detenemos en un comentario tipo ”venía todo bien hasta que pusieron les músiques y ya no pude seguir leyendo”. Haters Gonna Hate: en inglés, en español o en inclusivo. En público, el lenguaje no sexista aún genera incomodidad: de mínima, hasta les más progres quedan tildados cuando alguien tira una palabra en inclusivo y al toque otra que no, como este cronista acaba de hacer en esta misma frase. Aceptémoslo, porque no somos dignes 24/7: aún se espera la falla como se le esperan las eses a quien sesea.
Optar por el uso de un lenguaje no machista es otro paso en la reparación de ese panorama. No es el fundamental: lo urgente es que dejen de matar a mujeres, travestis y trans. Pero el dispositivo de interacción social más extendido de todos, que es la charla, también tiene que desnudarse de violencia machista. Y en ésa estamos, gracias a que les pibes nos pusieron a todes ahí.
Fuente. Suplemento NO- Pagina12