En diciembre 5 millones de personas serán indigentes mientras el país produce comida para 580 millones

El Gobierno se niega obstinadamente a declarar la emergencia alimentaria que incremente de manera urgente las partidas para abastecer de comida a quienes lo necesitan. La situación llegó al límite cuando comenzaron a cerrar comedores que no reciben el apoyo suficiente del Estado y vieron disminuir fuerte el apoyo de vecinos que ya no pueden ayudarlos. En los últimos 20 días las tres compañías de alimentos que manejan el mercado entregaron nuevas listas de precios con aumentos de hasta el 25%.

Según el Indec,  la indigencia era del 4,8 por ciento en el segundo semestre de 2017 y un año más tarde del 6,7 por ciento. Es decir, un aumento de 1,9 puntos porcentuales. Como en 2019 se espera un incremento del precio de los alimentos de casi un 80 por ciento, los indigentes superarán el 10% a fin de año.

Desde diciembre de 2015 el precio del dólar subió de 10 a 60 pesos. En una economía cada día más dolarizada, el precio de los bienes se alejó del bolsillo de los trabajadores. Entre ellos, el de los alimentos. El gobierno se niega a subir las retenciones a las exportaciones agropecuarias, medida que podría frenar la suba del precio de los alimentos.

En Argentina se producen cereales, oleaginosas y carne vacuna, porcina, ovina y caprina. También aves, huevos, hortalizas, frutas, azúcar y miel. Además se capturan peces, moluscos y crustáceos. Y la lista sigue. En la extensa geografía nacional se producen centenares de variedades de alimentos. Con cifras de la Secretaría de Agricultura y de cámaras sectoriales y el asesoramiento de profesionales de la Facultad de Agronomía de la UBA,  El Destape preparó el mapa de la producción de alimentos básicos del país. En total, este año se producirán 175 millones de toneladas, cantidad suficiente para alimentar a 580 millones de personas. Es decir que con el actual nivel de producción se podría abastecer a una población 13 veces más grande que la que habita en la Argentina. Pero se estima que para fin de año cinco  millones de personas no podrán consumir los nutrientes imprescindibles.

En Argentina sólo queda el 7,7 por ciento de la producción: el resto se exporta. Pero el precio que pagan los argentinos se basa en la cotización del mercado de Chicago, que, obviamente, es en dólares.

Argentina no es un país pobre, es un país injusto: la producción de trigo alcanza para elaborar un kilo de pan por día para cada habitante. La de los tambos para tres cuartos de litro de leche por persona por día. Según un estudio de la Facultad de  Agronomía de la UBA, Argentina produce el equivalente a 32.000 calorías diarias por persona, pero sólo consume en promedio 2.300. Con el excedente se podría alimentar a 520 millones de personas más, poco menos que la población de la Unión Europea.

La producción de carne vacuna, porcina, ovina y caprina es suficiente para que consuma medio kilo de carne diario por persona. También se produce lo suficiente para que cada argentino pueda comer un kilo de verdura y medio kilo de frutas por día. Una primera lectura invita a pensar que ante semejante abundancia de oferta los precios de los alimentos deberían ser bajos. Pero no es así. La base alimentaria del país surge de unos cuantos granos y oleaginosas. Algunos de ellos, como el maíz, luego son utilizados para alimentar cerdos y pollos. La soja se utiliza para complemento de alimento del ganado. El girasol se usa para producir aceite. Todos estos granos y oleaginosas cotizan en dólares.

También están dolarizados los peajes, el gas, la electricidad, el gasoil y las naftas; que conforman la cadena de fabricación y distribución de alimentos. Y se cobran en dólares todos los insumos de uso difundido utilizados en envases, como vidrio, aluminio, tetra, cartón y plástico.

El país produce una enorme cantidad de alimentos, pero los vende a precios cada vez más lejanos del bolsillo popular. Por eso terminan en las mesas de habitantes de países que sí pueden pagarlo. Los principales compradores son Alemania, Holanda, Italia y Gran Bretaña, países con un ingreso per cápita promedio de 4.000 dólares mensuales, diez veces más que el promedio local. Los especialistas consultados por este medio coincidieron en que la producción nacional de alimentos no sólo es importante en cantidad, sino también en variedad y calidad. Además de ser el primer exportador mundial de aceite y también el primero de girasol, es el segundo en ventas externas de maíz y maní y el tercero de soja. En los últimos años se convirtió además en el líder en los mercados internacionales de miel, de peras y de limones. También está avanzando rápidamente en el ranking de ventas de arándanos y de productos orgánicos. En pocos años se convirtió en un jugador importante en el mercado de aves. Y está exportando incluso equinos, conejos, búfalos y ñandúes.

Hace poco días el ex gobernador Felipe Solá dijo que se podía pensar en algún otro formato comercial para asegurar el precio de los alimentos en el mercado local. Juan Grabois sugirió una reforma agraria como la que llevó a cabo el liberal Fernando Henrique Cardozo en Brasil. Ambos fueron lapidados por la prensa local.

Los mismos medios que pusieron a la sociedad a discutir la doctrina Chocobar condenan el menor atisbo de intercambiar ideas sobre la distribución alimentaria.

En un país que produce alimentos para 580 millones de personas el hambre avanza y no hay ni siquiera consenso para comenzar a discutirlo.

Fuente. eldestape.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *