Investigadores del Conicet descubren que el cannabis mejora la función cardíaca

Un equipo de investigadores y becarios del CONICET descubrió que el consumo de cannabis a largo plazo mejora la función cardíaca, gracias a la mayor contractilidad que produce en el corazón.

Como modelo de estudio, los científicos utilizaron a la Drosophila melanogaster, conocida popularmente como la “mosca de la fruta”, ya que su corazón comparte muchas características con el del ser humano.

Los insectos seleccionados se encontraban sanos y fueron divididos en dos grupos. Uno de ellos fue expuesto a dos dosis diarias de vapor de cannabis con los principales fitocannabinoides entre 5 y 8 días, y, el otro, entre 11 y 13.

Cumplido el proceso, se analizó el comportamiento de las células del corazón, el latido, la frecuencia cardíaca, el índice de arritmia y cómo afecta el consumo en comparación con un grupo de moscas control que no habían inhalado el cannabis.

“En el grupo que inhaló cannabis durante menos tiempo, lo que vimos se corresponde con los efectos conocidos para un consumo agudo. Eso pudo comprobarse en los experimentos, ya que se ve un incremento en el índice de arritmia”, explicó Ivana Gómez, becaria del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en el CIC.

Pero el hallazgo más importante tiene que ver con lo que ocurre a largo plazo. “Lo que logramos ver en las moscas que estuvieron expuestas entre 11 y 13 días es que se va dando un efecto de acostumbramiento y aumenta la contractilidad del corazón, es decir la fuerza con la que éste se contrae. Un corazón con mayor contractilidad responde mejor a condiciones de estrés, por ejemplo”, apuntó Maia Rodríguez, pasante de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA).

Para las investigadoras, esta mayor contractilidad está vinculada a un aumento en los niveles de calcio al interior de las células cardíacas. Además, otro dato que aporta el trabajo es que el efecto se da incluso en ausencia de los receptores de cannabinoides típicos del ser humano y del resto de los mamíferos, conocidos como CB1 y CB2.

“Se sabe que los fitocannabinoides se activan en contacto con estas terminales, pero en la mosca de la fruta no están y el efecto tiene lugar igual. Eso significa que hay otro camino que aún no se conoce ni en la mosca ni en humanos, por el cual los fitocannabinoides están ejerciendo la acción”, subrayó Paola Ferrero, investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Horacio E. Cingolani” (CIC, CONICET-UNLP) y directora del equipo.

Fuente. Infocielo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *