¿Cómo y cuándo fue que regresamos a esta pesadilla?

Diferenciándose del “Nacional Neoliberalismo” de Trump y Bolsonaro, la Argentina adhiere al “neoliberalismo para países pobres”. Paseamos en tiempo récord por la Argentina de Menem y De la Rúa, el Brasil de Collor de Mello y los Fujimori, Sánchez de Losada y Gutiérrez, de Perú, Bolivia y Ecuador.

El FMI nos restableció el concepto de “mejor alumno” que ostentaba Menem, años antes de inscribir en 2001 el mayor default soberano de la historia mundial.

Antes del desastre del lunes 12 de agosto -25% de devaluación- los indicadores de industria y construcción mostraban un desempeño desfavorable, ya en junio. La economía no se recuperaba aun con una cosecha récord. Entre mayo de 2018 y mayo de 2019 se perdieron 217.100 puestos de trabajo registrado. Correspondiendo a la industria 67.000, comercio 50.000 y otros 14.000 de la construcción -industria madre de industrias-. Con todo, el año 2019 apunta a cerrar con una tasa de inflación del 50%.

En este contexto, los inversores venían adoptando posturas defensivas procurando reducir su exposición al riesgo argentino, introduciendo presión al dólar y los títulos públicos. El BCRA estuvo interviniendo en el mercado de futuros. Curiosamente el riesgo-país del lunes posterior a las PASO es menor que los más de 1.000 basis points que hubo antes del triunfo FF.

A pesar del apoyo incondicional -hasta hoy-de los medios locales e internacionales, el FMI, EE.UU y Europa, la situación es perturbadora y2019 puede finalizar con una caída del PBI del orden de 2.5%.

La reacción espumante de los mercados exterioriza un escenario turbulento previo. Con dólar más alto y volátil, esto ya era posible. El tipo de cambio 2020 en términos nominales será muy elevado. Tuvimos dólar de $43/47 y la reversión del saldo de la balanza comercial respondió casi exclusivamente al derrumbe de las importaciones por la recesión. Las exportaciones nunca despegaron.

Tras cuatro años de gobierno, Mauricio Macri está como para salir con las manos en la cabeza. La próxima administración tendrá que lidiar con una situación fiscal irritable, pese al brutal ajuste del actual gobierno en el último tramo de su mandato. Como nadie nos presta un dólar, el desafío es: ¿Cómo respaldamos las necesidades financieras de 2020? La sustentabilidad de la deuda es dudosa.

El fantaseado “manejable” stock de LELIQ y el creciente déficit cuasi fiscal, han sido vistos, solo en las semanas previas a grandes explosiones hiperinflacionarias y/o cambiarias. Por último, habrá que ver cómo sigue el acuerdo con el FMI, ante la necesidad de financiar un déficit fiscal alarmante, un déficit cuasi fiscal extravagante y, en ese contexto, sustentar los concentrados vencimientos de deuda.

Mirando el desempeño fiscal de los cuatro años del gobierno de Macri, los dos primeros periodos presidenciales del FPV producen envidia. Recuerde que el déficit fiscal de 4.2% del PBI en 2019 hubiera sido 6% bien calculado por Dujovne, si estuviera en la oposición.

En este contexto, y pese al esfuerzo que viene haciendo la ciudadanía, la próxima administración no podrá continuar con la “consolidación fiscal”, sin arriesgar un estallido social.

Las necesidades de financiamiento fiscal y cuasi-fiscal exceden las posibilidades reales de ejecutar un ajuste de igual magnitud. El déficit cuasi-fiscal solamente, es del orden de 3/4% del PBI. Se requiere un trade-off. Y las consecuencias del costo sistémico también son inevitables e impredecibles.

Se ha perdido una oportunidad histórica. La Argentina se cayó del mundo.

No colocamos deuda soberana desde principios de 2018, en un contexto donde sobran capitales en el mundo, incluso préstamos colocados a tasas de interés negativas. Este escenario propicio para Panamá, que planta bonos a 40 años con una tasa de 3.86%, ha sido desperdiciado por el Gobierno. Favorables condiciones financieras externas y mercado internacional cerrado para la Argentina.

En 2018 y 2019 el Gobierno contó con una amplificada asistencia financiera del FMI. Pero en 2020 los desembolsos se reducirán a solo u$s3.900 millones. Reiteramos que va resultar complicado cumplir con las obligaciones. Las necesidades financieras brutas ascenderían en 2020 a unos u$s52.600 millones. Una parte puede cubrirse con desembolsos del FMI y de otros organismos, pero faltan alrededor de u$s44.000 millones. Aun renovando el total de vencimientos de LETES, LECAP y LECER –unos u$s17.500 millones-, se necesitan colocar u$s25.000 millones en el mercado local. Luce imposible aumentar el stock de letras del Tesoro que ya es de u$s20.000 millones a $45.000 millones totales.

¿El stock de LELIQ podría espiralizarse al infinito?

Claro que no. En julio el stock de LELIQ promedió $ 1.2 billones y su tasa de interés ascendió a 61% nominal anual. Hoy 72%. Para estimar un desenlace posible, se requiere evaluar cuánto podría crecer la base monetaria y adivinar cuál va a ser la tasa de interés en este escenario catástrofe, cuando “el cepo de las LELIQ” se levante. Si la base monetaria cae en términos reales y como porcentaje del PBI, el stock necesario de LELIQ y las tasas se tornaran inviables.

Para que el stock de LELIQ tenga una trayectoria estable, resulta imprescindible que haya un proceso de desdolarización que permita un incremento de la base monetaria y evite una espiralización del stock de LELIQ y tasas monstruosas.

En la región las tasas de inflación son de alrededor de 3% y las de interés 4%. En Argentina 55% y 72%, respectivamente.

Una primera hipótesis de la crisis parte del supuesto que la cesión del poder político-económico a technopols, CEOs y Messi de las finanzas, ha tenido una incidencia decisiva en el devenir. Las recomendaciones del FMI posteriores a una crisis financiera, suelen constituir un cepo a la actividad económica que provoca crisis políticas subsecuentes. Eso sucedió en 2001. Concurre el mismo ciclo.

La hipótesis secundaria es un epifenómeno que se apoya en la idea que todos los funcionarios del ministerio de economía y el BCRA no hicieron lo suficiente para preservar los intereses argentinos. Más bien podría ser que las decisiones de política económica hayan coincidido con contenidos amigables a la biósfera ideológica de negocios financieros, y hayan perjudicado al país. Todo esto explicaría la manifestación de las urnas.

Una ciudadanía consiente y fatigada por esta experiencia, acaba de expresarse.

Fuente. ambito financiero

 

 

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