El mileísmo apuesta a la fragmentación opositora para controlar el Congreso
Aunque no es la primera minoría en ninguna de las dos cámaras, las posibles escisiones en el peronismo abren una oportunidad para el oficialismo. Los cambios que se vienen.
Patricia Bullrich ya tiene todo listo para dejar el ministerio que condujo en dos etapas durante la última década. Dirigió el Ministerio de Seguridad durante la presidencia de Mauricio Macri y hace dos años volvió al mismo puesto de la mano de Javier Milei. El próximo miércoles Pato cumplirá un mes desde la victoria electoral que la transformó en senadora electa por la Ciudad de Buenos Aires. Desde entonces piensa en dos escenarios para 2027: la posibilidad de pelear por la sucesión de Jorge Macri en el gobierno porteño o jugar en una fórmula que acompañe la reelección de Javier Milei. “Seis años es mucho en el Senado”, dijo Bullrich apenas celebró la victoria. No tiene interés alguno en pasar más de un lustro en la Cámara Alta, pero sabe que para salir por arriba de su nuevo rol parlamentario necesita obtener resultados a partir de diciembre.
Su misión está concentrada en el Senado con objetivo doble. Hace una semana comenzó a reconstruir los vínculos con la vicepresidenta Victoria Villarruel para definir una convivencia posible durante los próximos dos años. Al mismo tiempo debe marcarle la cancha para incidir como jefa de la bancada de La Libertad Avanza, el espacio que pasará a tener 20 bancas a partir del 10 de diciembre. Ahora sólo tiene siete. Dentro de cinco días, en la sesión preparatoria, jurarán los nuevos senadores electos y para entonces Bullrich ya estará liberada de su rol en Seguridad. Este sábado ya consiguió que su segunda, Alejandra Monteoliva, quede como su sucesora. Ahora queda el camino libre para que Patricia ejerza sus funciones en el Senado, pero con una asignatura que tiene pendiente desde su largo paso como diputada. “Tiene que aprender a negociar. Carga con muchos años de impartir órdenes y congraciarse con los mandos uniformados. Ahora tiene que buscar acuerdos con dos variables que por ahora no controla: el vínculo con Villarruel y los fondos de la Casa Rosada”, confió un integrante de LLA que todavía no la cuenta como propia, pero que ya la escuchó dar sus primeras señales como titular de la bancada oficialista.
La ministra saliente sabe que comenzará como visitante en el Senado y llevará su tiempo jugar como local. Desde su nuevo bloque, con 20 voluntades, buscará llegar a los 37 necesarios para el quórum, una instancia que los libertarios asumen como lejana aún. Deberá manejarse con los radicales que quedaron reducidos a nueve integrantes y a sus excompañeros del PRO, que tendrán seis. Con ambos conglomerados puede arañar los 35 y quedará a dos del número de oro, que podría surgir de los votos más esquivos, provenientes de las seis bancas de las fuerzas provinciales o de quienes busquen mantener la identidad de Provincias Unidas.
Los porotos que calculan en el Senado son la base que preparan para el período de extraordinarias. El tratamiento de proyectos durante el receso del verano en el Congreso será habilitado en diciembre para sancionar el Presupuesto 2026 y, por ahora, hablan de febrero para avanzar con una eventual reforma laboral y otra impositiva. Los textos se conocerían después del 15 de diciembre pero para activarlos en febrero. Los más experimentados advierten que no llegan con los tiempos y que necesitan enero. En la Rosada esa estimación se contradice con el interés de conseguir una victoria legislativa a cualquier precio para hacer una demostración de fuerza con los nuevos números del oficialismo en el Congreso. El camino para llegar al quórum en la Cámara Alta no sólo será un examen para Bullrich sino también un testeo determinante para la rosca que lleva adelante la nueva mesa política, conducida por la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, donde reporta el ministro del Interior Diego Santilli, bajo las órdenes del jefe de Gabinete, Manuel Adorni y la tutela del titular de la Cámara Baja, Martín Menem. Ahí también interviene Bullrich, que debe coordinar el recinto con la Rosada, una tarea que, sin una negociación fértil con los gobernadores, puede estancarse.
En medio de esas incógnitas el rediseño del Senado no pasó esta semana por los tejidos del oficialismo sino por el futuro de la bancada panperonista que desde diciembre tendrá la representación más baja desde la recuperación democrática. Fuerza Patria tendrá 28 bancas y perderá seis de las 34 que controla desde hace dos años en un interbloque de tres espacios. El dato que siguen de cerca en el gobierno no pasa por la disminución sino por la división de ese espacio en, al menos, tres partes. Un sector, llamado Primero la Patria, reuniría al cristinismo con 22 integrantes, mientras que el bloque Convicción Federal mantendrá sus cuatro bancas. Los otros dos espacios que existen hasta ahora como Unión Ciudadana y el Frente Nacional y Popular dejarán de existir como tales.
El nacimiento de un interbloque peronista significa una posibilidad para el gobierno de sumar votos del PJ que se diferencien del cristinismo. De ahí surgen los entusiasmos libertarios por obtener nuevos respaldos por fuera de la trabajosa relación con los aliados que formaron parte de Juntos por el Cambio.
En el Senado estarán atentos a los movimientos que se registren en Diputados. Para los libertarios la división del peronismo en la Cámara Alta abrirá un proceso similar dentro de la bancada de Unión por la Patria en la Cámara Baja. Los libertarios llegan a 91 integrantes tras la sumar a radicales con peluca y apuntan a superar los 110 con el macrismo. Atrás quedará el peronismo a un paso de reflejar una fragmentación que lo dejaría alejado de la primera minoría en las dos cámaras legislativas. En el gobierno admiten que están más preocupados en la evolución de la interna del PJ que en los armados propios que, en gran parte, dependen de las roscas que impulse el Ejecutivo.
El próximo 28 será la renovación del Senado y el 3 de diciembre la de Diputados. La nueva composición arrancará el 10 de diciembre y en la relojería de la Casa Rosada estiman jugar la reforma laboral cuando haya comenzado el año para saber cuántos porotos podrán sumar del río revuelto del peronismo en los dos recintos que Milei está cada vez más cerca de dominar, con voluntades propias, prestadas y en proceso de adquisición.
Por: Claudio Mardones
