Los productores de alimentos buscan resistir

Las necesidades del sector agroalimentario. El rol de la ciencia y la tecnología. El Gobierno de Milei y los indicadores que revelan un peor acceso a la alimentación.

Durante los días 21 y 22 de noviembre se celebrará el primer Congreso Internacional de Alimentos en la Universidad Nacional de Hurlingham, donde colegios profesionales, estudiantes, docentes, investigadores y productores debatirán sobre los desafíos actuales, intercambiarán experiencias, y actualizarán saberes de la producción de alimentos. Del encuentro, que fue organizado por el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia, también participarán miembros de la comunidad científica y académica, funcionarios públicos de las áreas productivas y bromatológicas, laboratorios, empresas del sector productivo, cámaras empresariales y asociaciones de consumidores.

«Esta recesión golpea fuertemente en las producciones ligadas a la alimentación, por eso manifestamos nuestra preocupación constantemente y buscamos que se morigere la velocidad de la caída, porque cae la demanda y ya están desapareciendo los pequeños productores», advierte Irineo Quiñones, vicepresidente de la Federación Económica de la provincia de Buenos Aires (FEBA) en representación del sector que él preside, que es el de las Producciones Intensivas (Febapri).

Febapri es una de las entidades del campo bonaerense que integra la Mesa de Enlace junto a la Federación Agraria Argentina (FAA), la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), y la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP).

El 12 de octubre, Febapri realizó su noveno encuentro provincial en La Plata, del cual participaron la totalidad de los sectores productivos bonaerenses, y con ese reciente antecedente como ejemplo, Quiñones asegura a este medio que están pasando «los mismos padecimientos que todos los sectores económicos que son víctimas de la recesión violenta que se da en el país». Él hace especial hincapié en que «el golpe es peor en los productores más pequeños«, y explica: «Es una tendencia que, en FEBA, visualizamos en todos los sectores por los que venimos luchando, para evitar que desaparezcan las pequeñas producciones, que son las más débiles».

«Es una realidad que ya golpea a las producciones intensivas, y que lamentablemente se visualiza mucho en el sector porcino, donde los más chicos no aguantaron los costos de esta recesión, y tuvieron que ceder lugar», sostiene Quiñones, que cuenta que la situación trajo un fenómeno «muy común en este tipo de circunstancias», que es que los pequeños productores tienen menos, y los grandes productores concentran más, «cosa que, como entidades gremiales, nos duele mucho y nos hace sufrir», asegura el presidente de FEBAPRI.

Un vector de desarrollo

En materia de empleo, el sector de los alimentos se torna fundamental para la provincia más grande del país, que según supo Buenos Aires/12, hasta el primer trimestre del año tenía registrados 134.462 ocupados formales. La industria en general tiene una gran concentración regional y está mayormente concentrada en el Gran Buenos Aires, pero la de alimentos está distribuida en todo el territorio, a pesar de que «siguen habiendo fuertes asimetrías», según destaca el ministro de Desarrollo Agrario bonaerense, Javier Rodríguez, que en diálogo con este diario sostiene que la cartera que él conduce entiende a la producción de alimentos como «un vector de desarrollo», porque en las localidades chicas «si hay alguna industria, es de alimentos».

Rodríguez apunta que el Ministerio que él conduce se vincula con toda la cadena productiva de alimentos, focalizando sus acciones en «un fuerte trabajo de ciencia y tecnología». Esto está ligado a los nuevos cultivos y sus variedades, los procesos de industrialización, la calidad de los mismos y demás. El sistema de chacras experimentales es una de las políticas que mejor grafica esta realidad, ya que generó vinculaciones entre los grupos de investigación de las universidades y los productores. «Trabajamos muy fuerte, porque tenemos la plena convicción y la demostración empírica de la función de la ciencia y la tecnología, porque todos destacan la competitividad del sector de alimentos a nivel nacional, pero eso se sustenta en los sectores científicos y tecnológicos», dice el ministro.

Quiñones sostiene que el primer Congreso de Alimentos «es muy útil», porque el Ministerio de Desarrollo Agrario «trabaja en estos temas pero no sólo con propuestas, sino con medidas que favorecen a todo el sector», y cita como ejemplo chacras del Estado bonaerense como la de Mercedes, que tiene un laboratorio donde se hacen plantines de distintas especies por micropropagación y que vienen libres de virus, lo que para Quiñones «no es una mera expresión de buena voluntad, sino una herramienta que usan los productores». «Me consta que hay productores exportadores de San Pedro que viajan hasta Mercedes a hacer plantines de batata en la chacra del Ministerio, mediante un convenio que firmaron con la cartera, y con esa asociatividad logran una incorporación tecnológica muy importante, que solos no la podrían hacer», detalla el vicepresidente de FEBA.

En esa línea, Quiñones encuadra al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) como un «socio imprescindible». «Nos alarma cuando hablan de déficit cero y motosierra porque debilitan organismos de este tipo, y si queremos ser un país exportador debemos tener herramientas desde el lado público que ayuden a los productores a ser competitivos y a tener desarrollo», sostiene el dirigente, y agrega: «El Estado nacional se ausenta porque no entendió que para el desarrollo se debe estar presente, y eso está al margen de las ideologías, porque la continuidad da resultados. Hay que ser pragmáticos en este tema y ver cómo funciona el mundo, que no es con un Estado desapareciendo, sino al revés».

Las universidades de la provincia de Buenos Aires trabajan en distintos proyectos de investigación y desarrollo de alimentos, y un ejemplo de ello es la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Allí se destacan la práctica de ingenieros e ingenieras en la planta procesadora de alimentos sociales, donde se produce supersopa como el alimento más referenciado. La supersopa, que contiene carne, arroz, arvejas, zanahorias y papas en latas de cuatro litros, fue desarrollada por estudiantes y docentes de la UNQ en 2002, en medio de la crisis social y económica tras el estallido del 2001. Su producción regresó durante el gobierno de Mauricio Macri, y se incrementó desde la llegada de Javier Milei. Hace un mes, el Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (OPISU) firmó un acuerdo con la casa de estudios quilmeña y adquirió 4.000 latas para distribuir en 30 barrios populares.

La UNQ, además, tiene laboratorios que evalúan alimentos libres de gluten, mediante un equipo que cumple todas las normas internacionales y que está a cargo de Vanesa Ludemann, que es la ingeniera referente. La universidad también generó, después de quince años de trabajo, un starter que mejora la calidad de la cepa de los viñedos de la provincia de Buenos Aires. El ministro de Desarrollo Agrario sostiene a este diario que las investigaciones universitarias «se complementan muy bien con la industria», pero lamenta que «muchas veces esas investigaciones no son del todo conocidas por el sector productivo».

El primer Congreso Internacional de Alimentos que se celebrará en Hurlingham buscará fortalecer ese vínculo entre las universidades y el sector productivo, ya que hay decenas de investigaciones vinculadas a la calidad, la inocuidad, la nutrición, pero también a cuestiones como nuevos productos, nuevos procesos de comercialización y logística, y demás. BuenosAires/12 supo que, en el encuentro, los participantes presentarán más de 400 trabajos que tocan estas aristas y que visibilizan el enorme potencial de articulación con el sector privado.

«Se ven caídas importantes en el consumo de alimentos significativos»

Rodríguez asegura que el congreso se da en un momento «significativo», porque además de debatir cuestiones vinculadas a la ciencia, la tecnología y la producción de alimentos, los presentes dialogarán sobre el acceso a la alimentación, y de cómo eso impacta en la salud. Para el ministro de Desarrollo Agrario bonaerense es «fundamental» poner el tema de los alimentos en agenda, ya que «se ven caídas importantes en el consumo de alimentos significativos, con niveles históricamente bajos». Caídas que, para el funcionario, son coincidentes con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones.

A eso también se refirió el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, cuando mencionó que según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y derivados de la República Argentina (Ciccra), el consumo interno de carne fue el más bajo de los últimos veintiséis años.

El informe de Ciccra indicó que en los primeros nueve meses de 2024 se produjeron en el país 2,336 millones de toneladas res con hueso (tn r/c/h) de carne vacuna, lo que representó una caída de 6,4 por ciento con relación a enero septiembre de 2023. Si bien la industria frigorífica exportó aproximadamente un 7,8 por ciento más que en el mismo período del año pasado, el consumo interno aparente de carne vacuna habría sido equivalente a 1,646 millones de tn r/c/h en lo que transcurrió del año, lo que significó un 11,3 por ciento menos que el total registrado en ese lapso durante 2023.

Desde CICCRA remarcaron que el consumo aparente de carne vacuna per cápita fue equivalente a 46,8 kilos por año en el promedio de enero-septiembre de 2024, un 12,3 por ciento menos que el promedio correspondiente a enero septiembre de 2023. Incluso, si se considera el promedio móvil de los últimos doce meses, en septiembre fue equivalente a 47,5 kilos por habitante al año, un 10,9 por ciento debajo del promedio registrado en septiembre del año pasado.

La caída de la demanda es un problema para todos los productores, pero más para aquellos que tienen una mayor participación en el mercado interno. Rodríguez advierte a BuenosAires/12 que los productores porcinos «se redujeron en grandes cantidades, sobre todo en la primera parte del año, porque son productores de menor escala que se ven muy dañados». Distinto pasa con los productores que están más ligados a la exportación, «aunque también tienen una afectación por el tipo de cambio», según apunta el funcionario.

El ministro Rodríguez hace especial hincapié en que «la gente consume cada vez menos lácteos» y recuerda los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que revelaron que durante el primer semestre de 2024 el 52,9 por ciento de la población argentina estuvo debajo de la línea de la pobreza, y el 18,1 por ciento debajo de la línea de la indigencia. «Que la indigencia se haya duplicado con respecto al último informe es sumamente alarmante, porque eso significa que hay familias que no pueden acceder siquiera a una canasta mínima de alimentos, al consumo de lo indispensable», advierte el funcionario, y se lamenta: «Para desgracia del pueblo y los productores bonaerenses, el Gobierno nacional motoriza este tipo de políticas, porque los índices son resultados más macro, pero en los aspectos más concretos, Milei y compañía retacean la entrega de alimentos. Tienen decidido generar un peor acceso a la alimentación».

Por Luca Fernández
Fuente
Pagina12

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