De piedras y deudas

Como tantas otras cosas en economía, la cuestión del movimiento del dinero entre los países es para la mayoría de los mortales (de la que formo parte) un misterio inaccesible. Y, ciertamente, en algunos aspectos, lo es.

Pero también, al igual que en el resto de las ciencias, resulta bastante más simple entender los conceptos “gruesos”, esenciales para describir fenómenos y circunstancias, sin detenerse en las precisiones.

Así, cuando yo le diga a usted que si tiene entre sus manos una piedra y la suelta, con su mano asomada por una ventana desde un quinto piso, esa piedra describirá un movimiento rectilíneo descendente, uniformemente acelerado como consecuencia de la fuerza gravitatoria, de 9,81 metros sobre segundo al cuadrado, y que la energía potencial que presenta -determinada por su altura- se transformará en energía cinética que irá en aumento dado que es función de su velocidad, probablemente se le complique entenderme, siempre, claro, que no sea profesor de física.

Ahora, si le digo que, si la suelta, esa piedra va a caer hacia el patio de planta baja, seguramente nos pondremos de acuerdo. Usted, por su propia experiencia, sabe que eso sucede así. Y no será necesario que le recomiende que tenga cuidado de no pegarle con ella en la cabeza a nadie que esté allí abajo. También conoce el daño que puede ocasionar un objeto, aunque sea pequeño, arrojado desde gran altura.

Lo mismo sucede con la deuda externa, la fuga de divisas, el FMI y toda esta historia. Lo cierto es que, como no soy economista, para entender que pasa y -quizás lo más importante- apoyar una u otra alternativa de superación de la crisis, necesito describir (me) el hecho (la piedra que cae) de la manera más sencilla posible.

Entonces:

  1. Exportar es vender productos o servicios a personas / empresas de otros países
  2. En general, el cobro de esa venta se hace en dólares (que no son billetes que la gente trae en el baúl de su auto, sino que ingresan “divisas” al Banco Central -BCRA-, que las administra)
  3. Importar es lo inverso (y cuando se paga una importación a un proveedor del exterior, también se lo hace en divisas que, entonces, se le compran al BCRA)
  4. No solamente se transfiere dinero a otros países para pagar productos que se compraron. También se lo hace para pagar deudas, girar ganancias de empresas que tienen su matriz en el extranjero o, simplemente, para acumularlo en cuentas (algo que con suma elegancia se denomina “formación de activos externos”)
  5. La diferencia entre las divisas que ingresan y las que se van es la “balanza comercial”. Las acumula el Central y forman parte de las célebres “reservas”
  6. De esas reservas salen también los doscientos dólares que compra tozudamente mi vecino todos los meses y los miles de millones que transfirieron muchas empresas y personas en los últimos años
  7. Argentina no emite dólares (seguimos insistiendo con los pesos -con próceres o animalitos- igual da)
  8. Por consiguiente, los dólares que necesitan nuestras empresas para pagar lo que importan se los compran al BCRA
  9. Entonces, cuando el Central se queda sin reservas, porque tuvo que vender muchos billetes con la cara de Washington, las empresas no pueden importar y tampoco mi vecino puede comprar sus doscientos ni otros girar sus miles de millones. Eso, o le pedimos prestados los dólares a alguien y que siga la función (en criollo “mientras haiga que le dea”)
  10. Para no entrar en detalles (si interesan precisiones bien explicadas y fundamentadas con números, recomiendo leer las notas dominicales de El cohete a la luna, escritas por Horacio Rovelli)(1) me limito a decir que en el período 2016/2019 la gran mayoría de los dólares que se fueron no tuvieron como destino la importación de maquinarias para el desarrollo industrial ni otros destinos productivos, sino la ya nombrada “formación de activos externos” (fuga de capitales). O sea, en criollo, la encanutaron en el colchón o en otros países (muchos de los llamados “paraísos fiscales” vgr. “cuevas”), aprovechando que en esa época no existían restricciones al movimiento de capitales (no había “cepo”) y que de afuera seguía entrando dinero. Cuando los gringos, que traían verdes, los convertían en pesos, los colocaban al 80% anual, después los volvían a pasar a dólares y los sacaban, se dieron cuenta de como venía la mano, cesó la “lluvia de inversiones”, o sea, no nos mandaron más plata (claro, yo hubiera hecho lo mismo…). Entonces ¿qué hicieron los magos de las finanzas de aquella época? Le pidieron prestado al FMI para que todos pudieran terminar de sacar lo suyo.

Y acá estamos. Nos quedaron las deudas, una por la lluvia de inversiones (que, aunque ya nadie se acuerda, tenemos que pagar aunque don Guzmán haya hecho un buen arreglo) y la otra con el Fondo, que tantos desvelos nos provoca.

Si, nos quedaron las deudas. Pero los billetes verdes que tanto necesitaríamos ahora, no están. Tampoco quedaron puentes, rutas, hospitales, etc., etc…

Y además de eso, el asunto hoy es que el BCRA no tiene suficientes dólares para venderle a las empresas con actividades productivas (las que generan trabajo), que los necesitan para pagar importaciones de bienes e insumos para sus procesos. Eso dificulta el proceso económico y hace más lento el crecimiento.

Entonces, sabiendo que el BCRA dispone de los datos de quienes “formaron activos externos” en esa época (si se quisiera analizar con más retroactividad, los Panamá Papers serían de gran utilidad) aun cuando no hayan cometido irregularidades, ya que estaba permitido transferir al exterior sin justificativo, digo:

  1. ¿No sería razonable en esta emergencia de escasez de divisas negarse a vendérselas para pagar (supuestas) importaciones, o deudas en el exterior? (sería como decirles: “Sr. si usted dice que tiene que pagar algo que importó o algo que debe, está bien. Pero páguelo con sus dólares, no con los nuestros”)
  2. Sería muy conveniente analizar a fondo los balances de esas firmas, para verificar si los pesos con los que compraron esos dólares provienen de rentabilidad por la cual hayan pagado impuesto a las ganancias (2)

Son ideas que se le ocurren a uno, sin saber nada de economía.

Igual que cuando, sin saber nada de física, ve que una piedra viene cayendo desde el quinto piso y de lo único que está seguro es que tiene que esquivarla…

(1): Algunas notas relacionadas a este tema de H. Rovelli en El Cohete a la Luna:

LA SOLUCION FINAL: https://www.elcohetealaluna.com/la-solucion-final/

EL PRESUPUESTO NACIONAL Y EL FMI: https://www.elcohetealaluna.com/el-presupuesto-nacional-y-el-fmi/

LA ECONOMÍA EN SU LABERINTO: https://www.elcohetealaluna.com/la-economia-en-su-laberinto/

(2): AUDITAR A LOS FUGADORES: https://www.elcohetealaluna.com/auditar-a-los-fugadores/

Por: Claudio Angelini  para La Grappa CONTENIDOS

Fuente
La Grappa Contenidos

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