Las internas en JxC al rojo después las elecciones
El Jefe de Gobierno se diferenció de Macri y afirmó que no hay ninguna transición. Las disputas por la convocatoria del Gobierno al diálogo y los acercamientos a Milei.
Y al segundo día post elecciones empezaron a emerger las internas en Juntos por el Cambio. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, contradijo al expresidente Mauricio Macri y aseguró que no hay ninguna transición. Quizás fue una devolución de favores por las versiones que hizo circular Macri de que se tuvo que ocupar de levantarle el ánimo a Larreta y a María Eugenia Vidal el domingo. O por el apoyo del ex mandatario a Javier Milei en plena campaña. O por el grupo de Patricia Bullrich que interrumpió el discurso de Larreta el domingo al grito de «Con Massa no se habla». El diálogo con el Gobierno será una de las cuestiones conflictivas de aquí en más: es tan difícil ponerse de acuerdo que el lunes no definieron nada. Los radicales, en tanto, se preparan para seguir buscando ejercer mayor poder en la alianza. Facundo Manes salió a decir que la «alianza de 2015 ya es historia». Por supuesto, se refería al hecho de que el PRO la conducía.
El acuerdo era no hacer olas -ni internas- hasta que terminara la elección y se puede decir que, grosso modo, se cumplió. Ahora, el día siguiente ya es otra cosa. La reunión del lunes de la mesa nacional de Juntos por el Cambio que, en teoría, iba a servir para responder al llamado al diálogo del presidente Alberto Fernández terminó sin definiciones, lo que muestra una primera dificultad para acordar en torno a si dialogar o no. Algo similar había ocurrido entre los integrantes de Juntos por el Cambio cuando el Gobierno buscó consensuar la postergación por un mes de las PASO.
Larreta, en tanto, contradijo a Macri ante una pregunta sobre la «transición ordenada» que el ex presidente había asegurado que comenzaba luego de la elección legislativa. «Acá no hay ninguna transición -afirmó Larreta- Tenes un gobierno elegido hasta diciembre de 2023. Todavía no vimos los proyectos del Presidente. Todo se va a dar en el Congreso, que es donde corresponde”. Esto último fue la definición del jefe de Gobierno sobre el diálogo y es una forma de patear para adelante la cuestión.
No se habla
La frase sobre la transición parece una devolución de gentilezas por ciertos roces que el larretismo tuvo con el ala dura. El jefe de Gobierno no digirió bien que Macri, en plena campaña, revelara que él y Patricia Bullrich habían tenido un encuentro con Milei (que, en verdad, había sido meses atrás y que Milei había mantenido en reserva). En el cierre de campaña de Vidal, un grupo interrumpió el discurso de Bullrich con el cantito: «Con Milei no se habla». La presidenta del PRO titubeó varias veces y estuvo a punto de responderles. Cerca de ella, indican que entre los que cantaron había radicales, lilitos y hasta integrantes del PRO. Hubo discusiones posteriores entre los dirigentes: «¿Por qué le hacen esto a Pato si el que filtró lo de Milei fue Macri?», fue el reclamo.
La banda de Bullrich encontró el momento justo para devolvérselas: fue cuando Larreta estaba dando el domingo su discurso como presidenciable. Lo interrumpieron al grito de «Con Massa no se habla», una alusión directa a la amistad que une al jefe de Gobierno con el presidente de la Cámara baja. Y también al diálogo que propone el Gobierno. Entre los que cantaron, se puede ver en videos a uno de los dirigentes de mayor confianza de Bullrich, Juan Pablo Arenaza, quien volverá a ser legislador porteño en diciembre.
Arenaza se sacó luego una foto con el grupo de jóvenes que respaldan a Bullrich. Durante el discurso de Larreta, no faltaron tampoco los cantitos de «Patricia presidente» y hasta alguien escuchó un «El que no salta es radical».
Sin embargo la guerra de cantitos no fue nada al lado de otras batallas que se vivieron el domingo, entre ellas la que dio Bullrich para conseguir encabezar una conferencia de la mesa nacional de Juntos por el Cambio. A diferencia de las PASO, donde los dirigentes nacionales hicieron un búnker aparte en Palermo -para diferenciarse de Larreta- esta vez estaban todos en el Costa Salguero. Pronto les quedó claro que estaban de invitados en una fiesta en la que Larreta iba a ser el que se iba a posicionar como presidenciable.
Algunos radicales se quejaron porque no los dejaron subir al escenario donde cerraron Vidal y Larreta. A continuación, Bullrich reclamó hacer su conferencia de prensa, pero Vidal dio una primero. Luego los organizadores larretistas le plantearon a la presidenta del PRO que debía esperar a después del discurso de Diego Santilli en su búnker de La Plata. Allí fue cuando La Piba estalló: hubo quien la vio insultar a Eduardo Macchiavelli, hombre de Larreta en el PRO. Hasta dicen que amenazó con hacer la conferencia en la vereda. Finalmente, logró sentarse con los presidentes de la UCR y la Coalición Cívica a hacer esa conferencia, cerca de las 22.30, una hora antes de lo que preveían los organizadores larretistas.
Radicalizados
Macri, por su parte, dejó trascender -en un medio de comunicación del que sigue negando ser dueño- que tanto Vidal como Larreta estaban visiblemente afectados por no haber alcanzado el 50 por ciento en la Ciudad y por el repunte del peronismo en provincia de Buenos Aires. “¿Qué les pasa? Cambien la cara y levantemos la cabeza”, fue la frase que se autoatribuyó el ex presidente.
Desde el entorno de Bullrich coincidieron: señalaron que lo de Larreta hasta cierta hora parecía «un velorio». La lectura que hacen es la siguiente: el jefe de Gobierno se recostó demasiado en las elecciones del AMBA (él fue el creador de la jugada de Vidal en Ciudad y Santilli en provincia) y sobrevendió el resultado, basado en las PASO, lo que lo dejó con un escenario no tan celebrable.
En cambio, Bullrich se atribuye poner el énfasis en las provincias que elegían senadores -las recorrió todas- y el éxito de haber terminado con el quórum del oficialismo en el Senado. Es cierto, también, que ante esa jugada Larreta también hizo su propia gira por las provincias, para no dejarla a Bullrich como la factótum del resultado. No le sirvió: no solo se atribuye el triunfo, sino que Bullrich comenzará ahora a construir su candidatura a presidente para 2023. Hace poco, se mostró con otro que desea ocupar ese lugar, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Ambos dijeron que acompañarían gustosos al otro en una fórmula.
Por su parte, Macri mantiene la idea de que podría volver a presentarse. Sobre el diálogo, fue categórico: antes de partir a Arabia Saudita sostuvo que no hay diálogo posible. Entre otras cosas, se quejó de que el presidente convoca al diálogo “en el mismo discurso en el que le echa la culpa a Juntos por el Cambio” por la crisis económica desatada desde 2017. “No parece la mejor manera de invitar”, dijo Macri, que no parece tener ni una gota de autocrítica sobre la crisis económica que se originó en su gobierno.
El eje Macri-Bullrich se mantendrá en el rechazo a dialogar y tienen allí como aliada a Elisa Carrió, quien ya dijo que acusará de traidor al que dialogue con Massa. ¿Y Larreta y Vidal? Por el momento, tampoco parecen tener demasiado interés en sumarse a ese diálogo con el Gobierno. Las pujas internas parecen ser más por posiciones públicas y por la carrera presidencial.
Los radicales también preparan su jugada. Señalan que de las 13 provincias en las que ganaron, ellos fueron clave en Jujuy, Corrientes, Mendoza, Misiones, Santa Cruz, La Pampa y Córdoba. Manes salió a cuestionar nuevamente la hegemonía del PRO dentro de la alianza: «La coalición de 2015 es historia. Tenemos el desafío de hacer más amplia la coalición. Va a ser más diferente de lo que vivimos en 2015 a 2019. Hay una coalición heterogénea. En un acuerdo con el trazado grueso del país. Veo una dinámica diferente. Veo más protagonismo del radicalismo«. También reclamó que el acuerdo sea más «de centro», no convocando a los extremos. Es decir: no a Milei.
Por: Werner Pertot