Rosatti fue elegido presidente de la Corte Suprema con el apoyo de Maqueda y Rosenkrantz
El actual presidente del máximo tribunal, Carlos Rosenkrantz, queda como vicepresidente. Ricardo Lorenzetti no participó del encuentro.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia Horacio Rosatti es el nuevo presidente del alto tribunal, luego de ser propuesto por Juan Carlos Maqueda y apoyado por el actual presidente, Carlos Rosenkrantz, que queda como vicepresidente.
Fuentes cercanas al alto tribunal relataron que el ministro Juan Carlos Maqueda propuso a Rosatti como presidente y a Rosenkrantz como vice, una fórmula que resultó consagrada por el apoyo de esos tres mismos jueces.
Ricardo Lorenzetti no participó del encuentro y se excusó ante sus pares con el argumento de que estaba asistiendo «a las reuniones del Unidroit» (por sus siglas en inglés, Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado), donde actúa «en calidad de miembro del Governing Council».
Por tal motivo, Elena Higton solicitó una prórroga del acuerdo, que no fue concedida por haberse alcanzado de todos modos la mayoría de tres votos -Maqueda, Rosenkrantz y el propio Rosatti- para elegir el nuevo titular del máximo tribunal.
«En virtud de que la ausencia de alguno de los ministros no constituye un impedimento legal para la celebración del acuerdo convocado, será celebrado», respondió Rosenkrantz al pedido de Higton.
Con el acuerdo de este jueves, Rosatti estará al frente de la Corte desde el 1 de octubre hasta el 30 de septiembre de 2024, secundado por Rosenkrantz como vicepresidente, en reemplazo de Highton (quien ocupaba ese cargo desde la presidencia de Lorenzetti).
Lorenzetti había dejado trascender su decisión de volver a encabezar la Corte luego de sostener ese cargo durante casi doce años, pero su iniciativa se vio debilitada por la idea de Maqueda de «renovar» la conducción de la Corte y de Rosatti de aspirar a la mayor responsabilidad en el sistema judicial argentino.
El mandato de Rosatti, exintendente de Santa Fe y exministro de Justicia de Néstor Kirchner, se prolongará por un período de tres años como fija el Reglamento de la Justicia Nacional.
La elección del nuevo presidente tuvo una expectativa mayor que la elección de otros presidentes por cierto clima de tensión interna entre los cinco jueces, que de algún modo se confirmó con las ausencias de hoy y por coincidir además con las elecciones legislativas de medio término.
En el proceso de búsqueda de consensos para elegir el presidente, se instaló que Rosatti era uno de los favoritos ya que carecía del desgaste de gestión como titular, como es el caso de Lorenzetti y Rosenkrantz, por ser el más joven de los cinco y por contar con cierto perfil político que, según estiman en el Palacio de Tribunales, le da ventaja en un escenario institucional tan politizado como el argentino.
El santefesino de 65 años logró resistir la condición de favorito y logró persuadir a Maqueda, que nunca pretendió el cargo, de apoyar un binomio que incluyera a Rosenkrantz, como un modo de obtener su voto.
No obstante el lógico juego de poder que se desencadenó con la renovación de la presidencia, desde la Corte se comunicó esta semana que la principal preocupación de los ministros era «intensificar la labor» del alto tribunal para resolver los expedientes.
El mandato de Rosatti se prolongará por un período de tres años como fija el Reglamento de la Justicia Nacional
También se ocuparon los supremos de transmitir a través de los medios que elegirían a su «primus inter pares» sin injerencia de la política o los medios: «El próximo presidente necesita tres votos, nada más», repitieron los voceros formales e informales de la Corte durante los últimos dos meses, una máxima que se confirmó en el acuerdo de este jueves.
El movimiento más «político» en el proceso de elección fue la presentación de un proyecto de ley del diputado radical Emiliano Yacobitti para que la presidencia de la Corte quedara en manos del juez más antiguo del cuerpo, quitando así la potestad de los ministros para elegir a la cabeza del tribunal.
Ese proyecto, que se suponía alentado por Lorenzetti como uno de los más veteranos luego de Maqueda y Higton, no obtuvo consenso legislativo ni político y por tanto quedó abstracto.