El dólar y los peligros económicos del lunes post electoral
as próximas horas serán determinantes para Mauricio Macri y Alberto Fernández. Enfrentados como nunca antes, si se confirma el resultado de las PASO, los contendientes deberán congraciarse el lunes mismo para iniciar una transición urgente y encarar juntos los múltiples peligros que acechan a la economía. Al menos así será hasta el 10 de diciembre, cuando se concrete el traspaso formal del poder. De lo contrario, podrían acercarse al abismo como en agosto pasado.
El riesgo más obvio asomó esta semana, con la subida del dólar, que llegó a los $65 y reflotó las colas de ahorristas en los bancos, lo que encendió las alarmas en los despachos oficiales. En solo cinco días hábiles, la cotización trepó un 7% y el Banco Central perdió u$s2.200 millones de reservas, llevándose puesta la frágil estabilidad lograda con los controles cambiarios y el reperfilamiento de deuda luego de las PASO. En síntesis, se acabaron los tiempos de calma.
En las oficinas de Hernán Lacunza lo atribuyen a tres factores:
1. La renovada dolarización de pequeños y medianos ahorristas.
2. Los especuladores que compran al valor oficial para ganar una diferencia hasta un 30% con el contado con liquidación.
3. La incertidumbre previa al superdomingo.
«El control cambiario bajó un 50% la pérdida de reservas, pero estos tres factores se acrecentaron esta semana», reconocen en el Ministerio de Hacienda.
En vistas de lo que podría ser un nuevo lunes negro, el Gobierno asegura que aún mantiene los «puentes» abiertos con los equipos de Fernández y evalúan escenarios alternativos.
En caso de pasar a segunda vuelta, la campaña se extenderá por otros 44 días, con todo lo que implica. Pero los ministros de Macri también preparan «esquemas de trabajo» para la transición, en la que –aseguran- la oposición va a tener mucha responsabilidad si es gobierno electo.
Enfocados en el día después de las elecciones, los analistas coinciden en que el escenario económico se volvió insostenible. «El principal riesgo es que se mantenga la dinámica financiera de los últimos días ya que las medidas adoptadas en agosto moderaron el tipo de cambio, pero no lograron suturar la caída de reservas y en los últimos días se aceleró», explicó Martin Vauthier, director de EcoGo.
La mayor demanda de dólares no se debe solo a los movimientos típicos gatillados por la cercanía de los comicios. También influyó, según el economista, el pago de deuda en pesos (Bonte 2021 y 2026), lo que agravó la brecha cambiaria entre el dólar oficial y las cotizaciones paralelas; los rumores sobre un inminente endurecimiento del cepo cambiario y la expectativa de una mayor emisión monetaria para cubrir compromisos y gastos en pesos.
En ese contexto de alta incertidumbre, habrá que encarar en lo inmediato una serie de desafíos que van más allá del dólar y la negociación de la deuda con el FMI. Se trata de variables que, si bien están asociadas al tipo de cambio y el financiamiento, requieren medidas específicas y plantean dilemas igual de peligrosos para el doble comando que se pondría en marcha el domingo mismo, una vez conocidos los resultados a las 21.
¿Hay riesgos de una hiper?
Por estas horas, el Gobierno está preocupado por los efectos colaterales de un dólar descontrolado. Tanto el titular del Banco Central, Guido Sandleris, y su par de Hacienda, Hernán Lacunza, están atentos al impacto sobre los precios. Así, el objetivo de un nuevo cepo y la venta de más reservas a partir del lunes no sería tanto el sistema financiero, que está preparado para soportar la corrida, sino evitar la palabra prohibida: hiperinflación.
«Lo que quieren evitar es una hiper porque depende del dólar si los precios se escapan o no, el peligro lo tienen Macri y Fernández», aseguró a iProfesional el jefe de la consultora LCG, Guido Lorenzo. Sin reservas, el dólar no tiene techo y eso podría derivar en una dinámica hiperinflacionaria. Eso es lo que ocurrió en 1989, cuando el tipo de cambio se duplicó en seis meses. Pero Vauthier asegura que el escenario es diferente, con u$s45.000 millones en reservas.
La inflación acumuló un 37,7% hasta septiembre y un 53,5% en los últimos 12 meses. Son niveles que no se registraban desde la convertibilidad en 1991. Por ello, algunos economistas temen una espiralización sin freno. Domingo Cavallo, el exministro de Economía de Carlos Menem que inventó la convertibilidad para salir de ese escenario a principios de los 90, fue de los primeros en azuzar el miedo en caso de una victoria de Fernández. Pero no es el único.
Hace unas semanas, el candidato Roberto Lavagna consideró que existen riesgos reales de una hiperinflación «si el Gobierno comete errores y la oposición actúa con irresponsabilidad». En tanto, Carlos Rodríguez, ex viceministro de Economía de Menem, señaló en una entrevista publicada por el sitio visión liberal que para evitar ese peligro habrá que «reperfilar» las Leliq y los plazos fijos «o la híper se la come alguno».
Por lo pronto, los empresarios iniciaron esta semana una nueva ronda de retoques en los precios. Con el dólar en niveles récord y la aceleración de la inflación que en septiembre llegó al 5,9%, supermercados y almacenes empezaron a recibir listas de precios con subas de hasta el 15% en alimentos y productos de limpieza. De esa manera, los proveedores buscan armarse un colchón ante un eventual acuerdo de precios, tal como lo anunció Alberto Fernández.
En la industria también reaccionaron en forma preventiva, con la compra de insumos dolarizados para sobrestockearse ante la expectativa de un encarecimiento de esos bienes, según confirmaron desde una cámara fabril.
Síntomas que muestran la creciente vulnerabilidad del sistema de precios a los schocks externos, con ajustes más rápidos a los saltos del dólar. «No hay mucho margen para una devaluación», afirma un directivo de la UIA, cuyo comité ejecutivo lo analizará este martes.
Encrucijada fiscal
Sin resultados exitosos en materia de inflación, pobreza o el nivel de deuda, una de las pocas metas que cumplirá el macrismo será el equilibrio fiscal. Según los datos oficiales, en los primeros nueve meses de 2019 se logró un superávit primario de $22.800 millones (0,1% del PBI), sobrecumpliendo la meta del FMI que se había fijado un déficit primario de $2,4 mil millones (0% del PBI). Pero detrás de este resultado se esconde una «trampa fiscal» para el próximo gobierno.
Los economistas del Instituto de Trabajo y Economía (ITE) detectaron ingresos extraordinarios que ocultan la situación real. Se trata de la liquidación de activos del Fondo General de Sustentabilidad y la venta de centrales térmicas por un total de $90.000 millones. Así, si se excluyen esos conceptos, habría un déficit de $72.000 millones, muy por encima del límite impuesto por el FMI, a lo que hay que sumar la reducción de las cargas patronales incluida en la reforma tributaria.
Todo esto redujo el margen fiscal del próximo gobierno. Con los mercados de créditos cerrados, las autoridades deberán recurrir a la emisión o al aumento de impuestos, dos alternativas con costos elevados. «La primera puede ser peligrosa en términos de inflación y la segunda tiene el costo de montarse sobre una presión tributaria que se encuentra en niveles records y puede ahogar cualquier atisbo de recuperación», señala un informe de LCG.
Los equipos de Fernández anticiparon en campaña que harían un mix, con un incremento del gasto y un aumento de los ingresos vía retenciones, impuestos a los bienes personales y una revisión de las cargas sociales. Los cambios, sin embargo, no serían suficientes para achicar el déficit. Por ello, el FMI y los empresarios insisten en las partidas de seguridad social, en particular las jubilaciones, cuya fórmula atada a la inflación será revisada por el candidato opositor.
Los subsidios económicos, que representan el 2% del PBI, son otro rubro clave de las finanzas públicas. Según Ecolatina, dos de cada tres pesos salen de los subsidios a las empresas de energía y transporte. Luego de cuatro años de subir las tarifas, Macri las congeló en el segundo semestre. Ahora, el gobierno entrante deberá enfrentar el dilema si valida nuevos aumentos o refuerza los subsidios. En un caso, significará una mayor inflación y, en el otro, más déficit y emisión.
Recesión
Los números de agosto de la economía expusieron el impacto de la inestabilidad cambiaria, con una caída del 1% mensual y 3,8% en los últimos 12 meses, dejando atrás la recuperación incipiente previa a las PASO. Ahora, se espera un escenario peor, con más recesión e inflación. Invitado a IDEA, el ministro de Producción, Dante Sica, vinculó la aceleración de precios y despidos con el inminente acuerdo de precios y salarios.
El plan de Fernández es impulsar el consumo mediante una mejora parcial de los ingresos, pero el esquema genera resistencias en el sector empresario y sindical. Frente a un cepo más restrictivo, el sector privado mantendrá congeladas las inversiones. De hecho, ya desde el mes pasado las empresas de primera línea (Arcor, Loma Negra, Kimberly Clark, Bagley, Mirgor y Quaker, entre otras) comenzaron a adelantar vacaciones, reducir personal y cerrar algunas de sus plantas.
Todo un cuadro que complica aún más las promesas de reactivar la economía y recuperar los más 280.000 empleos formales que se perdieron desde diciembre de 2017, el pico de mayor ocupación en cuatro años con 12.387.000 de puestos registrados. La idea de Fernández es encender la obra pública y reconvertir los planes sociales para generar 1 millón de empleos.
Lo que falta es tiempo. Por caso, los sindicatos alimenticios reclamaron el jueves por la pobreza, los cierres y los salarios. Con las paritarias en suspenso, los cambios previstos en la negociación colectiva también generan incertidumbre en la CGT. Tal como anticipó iProfesional, Fernández evalúa un esquema centralizado de discusión salarial, enfocado más en la inflación futura y con bandas de aumentos mínimos y máximos.
Fuente: iprofesional