CFK, el fantasma de “La innombrable” que inquieta al establishment

“La verdad es que de Cristina hablamos poco, no sé si es por respeto, por miedo o por no asimilar aún la posibilidad de que pelee en las elecciones. Es la innombrable!”, contó entre risas nerviosas, un empresario que produce autos. Entre los hombres de negocios aseguran que las que sí preguntan seguido por cómo está en las encuestas la ex presidenta son sus señoras esposas. En estas dos ideas se sintetiza lo que hoy observa el Círculo Rojo en la figura de CFK: un cuadro político de cuidado, con condiciones de liderazgo a pesar del golpe de 2015, y al que es mejor no reflotar. Además de un personaje que genera, sobre todo en los históricos núcleos del poder, un rechazo extremo a maneras que consideran demodé.

Contra lo que se deja trascender públicamente, en los diálogos privados con gerentes y directivos de empresas, la negación de Cristina Fernández no se sustenta en una campaña para que no retorne con posibilidades como figura central del peronismo en 2019, sino en algo bastante más simple: el establishment entiende que el gobierno de Mauricio Macri tiene aún inconvenientes para adaptarse al ejercicio del poder en un país virtualmente partido en dos facciones, condición que exige cuidarlos de sacudones exógenos que, incluso, se pueden dar en el lapso corto entre las PASO y legislativas de octubre.

Eso mismo es lo que preguntan en las mesas de inversores que arman los bancos privados extranjeros. No quieren saber si es posible o no un triunfo de CFK, sino más bien entender si ese resultado hipotético supone un regreso de lo que consideran “vieja política”. Es por esa misma razón que en el seno del Círculo Rojo resulta más urticante la figura de Florencio Randazzo que la de Sergio Massa, los dos que quedaron en el medio de la grieta y, con mismo origen de base, jugaron con la cercanía-lejanía de lo que representa la ex presidenta. Resulta una simplificación caprichosa, pero los empresarios quieren una línea de continuidad del modelo que hoy representa Cambiemos. Línea sucesoria de maneras y no de personas. Y, para ese objetivo, el factor CFK es un ruido en la conversación. Incluso casi todos los consultados atribuyen el no ingreso de inversiones a esta inestabilidad política de mediano plazo, más que a un reposicionamiento serio de Cristina en hipotéticas presidenciales.

A favor de la candidata a senadora, en el establishment perciben el cambio de una ex presidenta dura a una candidata a senadora más amistosa y con menos confrontación. En el Hotel Alvear, en la última reunión del Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp), en una ronda de cinco pesos pesados de los negocios se ponderó un nombre poco conocido en el armado de la campaña “buena” de Unidad Ciudadana. Es que el español Antoni Gutiérrez Rubí ha trabajado con algunos hombres de negocios locales. Al consultor político le dicen el Jaime Durán Barba de la ex funcionaria y le atribuyen su conocimiento de redes sociales y posicionamiento como uno de los logros más grandes en la mutación de Cristina. Es quien le recomendó salir de la línea de fuego de los spots de campaña y dejar que sea la gente afectada por el modelo Cambiemos la actora principal de los avisos.

Los empresarios ven hoy a una Cristina distinta, aunque incapaz de cazar votos dentro del núcleo duro. Sí ese viraje le genera un plus de reconocimiento a la habilidad política. Pero, así y todo, los grandes capitales, nucleados en la Unión Industrial Argentina (UIA), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), y las federaciones que agrupan a bancos, agentes financieros y empresas agroexportadoras, siguen eligiendo a Cambiemos. También hay una razón de fondo: los que buscan influir positivamente sobre el poder político de turno entienden hoy que la negociación por sus propios intereses con la Nación es más sencilla. Incluso, hay visiones de futuro que los privados y el Estado comparten, algo que no ocurrió en la última y más confrontativa etapa del kirchnerismo.

Voto vergüenza

El argumento de medir a la ex mandataria por el efecto de su política económica sobre las ganancias opera con efectividad sólo en segmentos pyme muy mercado-internistas, esos cordones, como el productivo de una zona de Santa Fe y buena parte del conurbano sur y oeste, que cerraron o quedaron al borde de la quiebra por la disparada tarifaria y la contracción del consumo. Pero el operativo clamor por CFK tiene un alcance limitado. En general, los empresarios pymes son vistos por sus pares como “desclasados” que vieron la fundación de sus empresas familiares durante el primer peronismo y que luego fueron evolucionando dentro de la democracia, acomodándose a cualquier gobierno. Están acostumbrados a los sacudones y la mayoría se reconoce como auto-gestora de los buenos tiempos y culpable de los malos tiempos. No observan a la política y a sus líderes como los que establecen condiciones para la marcha de la economía. Dentro de este pelotón, sin embargo, puede aparecer lo que muchos ya vaticinan: un “voto vergüenza”, que puede ir en los dos sentidos. De los muchos desilusionados que votaron a Cambiemos y aún tienen expectativa se espera un “voto vergüenza”, silencioso, a los candidatos de Macri. Pero otra parte se guarda un voto de las mismas características a favor de CFK. Éste es uno de los mayores enigmas de la elección que viene, dado que buena parte del establishment dice en público una cosa pero aún no definió su inclinación a los dos candidatos que polarizan.

Lo que vendría a ser el bloque más pro K está centrado en las cámaras pyme CGERA y, en menor medida, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Estas dos entidades jugaron fuerte con el gobierno anterior y, ciertamente, fueron muy beneficiadas por la sobre exigencia del kirchnerismo al consumo. En los rubros que ofrecen productos de primera necesidad, el cataclismo de la retracción del gasto hogareño hace pensar a varios en plena campaña. No es casualidad que la ex mandataria centre su proselitismo en recorridas bonaerenses por fábricas golpeadas.

Ante este contexto de dispersión y dudas, el Gobierno salió a contrapesar al fantasma de CFK con visitas a los principales polos empresarios. Con Rogelio FrigerioNicolás Dujovne y Marcos Peña como emisarios, el macrismo transmitió una clara victoria nacional de Cambiemos. Instaló, a la par, un escenario bonaerense peleado voto a voto. Más una tercera vía aplicable al caso hipotético de un triunfo del kirchnerismo en las PASO: la idea de que octubre es una segunda vuelta estilo 2015, donde Macri se hará fuerte. Algunos confiaron, otros quieren ver para creer.

Fuente: Letra P

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *