Gabriela Michetti, el pez por la boca muere

Las últimas semanas, la opinión pública conoció dos casos que hicieron sospechar de la imagen pura y limpia que pretende forjar sobre su figura la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti. Algunos de los alfiles del oficialismo, que apuntaron sus cañones y se rasgaron las vestiduras para denunciar escandalosos casos de corrupción, no pueden justificar hechos como el robo de cientos de miles de pesos y dólares en la casa de la compañera de Gobierno de Mauricio Macri, el mismo día que los proclamaba ganadores de las elecciones.

El 22 de noviembre de 2015, en plena euforia por la victoria en las urnas- que catapultó a Macri y Michetti al frente del ejecutivo nacional- en la casa de la Vicepresidenta ocurrían dos hechos repudiables: Por un lado el ingreso ilegal al domicilio de la funcionaria y en segundo lugar el robo de dinero no incluído en su declaración jurada. Se trataba de 245 mil pesos y 50 mil dólares que faltaban de su casa, y el origen del dinero, por más que ella misma se encargara de aclarar que parte se los había prestado su novio y que el resto era una donación, oscureció el panorama.

Pero el escándalo se hizo esperar y la misma Vicepresidenta se encargó de ocultar el robo, muy probablemente por temor a que aquello que tanto denunció se le volviera en contra: la corrupción en la política.

Pero al poco tiempo se dio a conocer la suma millonaria que cobró su pareja, Juan Martín Tonelli Banfi de parte del Gobierno de la Ciudad por la organización de eventos gastronómicos y pauta publicitaria en sus revistas. Según el mismo boletín oficial, Tonelli recibió más de dos millones de pesos de pauta publicitaria y por organización de eventos como el Buenos Aires Market (BAM) y las «Sparkling Nights», donde modelos y jóvenes empresarios se juntan a degustar vinos de alta gama en hoteles de lujo.

Las críticas del PRO a los hechos de corrupción pueden volverse un boomerang que golpee de lleno en el corazón de un Gobierno que no se cansa de hablar de «lo que se robaron» y así, se los puede llevar puestos a ellos mismos.

La corrupción destruye a la política y el oficialismo no profesa con el ejemplo. El discurso macrista anticorrupción ya no es creible- si alguna vez lo fue- y no hace más que generar descontento y descreimiento en la política misma, con los riesgos que eso conlleva.

Michetti se encuentra en un pantano de ocultamiento y sospechas, en una telaraña de escandalosos casos conocidos recientemente, y tras denunciar reiteradamente corrupción en la administración anterior, hoy encuadra en el dicho que sostiene que «el pez por la boca muere«.

Fuente: Diagonales

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