Un nuevo tablero en Medio Oriente con alianzas inesperadas

Los ataques del viernes pasado en París, con su secuela sangrienta de 132 muertos y 329 heridos, son uno de los peores atentados terroristas en la historia moderna del Viejo Continente.

El presidente francés, Francois Hollande, consideró que se trata de una “guerra” en curso entre las potencias y el Estado Islámico, lo que motivó que impulsara la reforma de la Constitución, dictara el Estado de excepción, lanzara una oleada nueva de bombardeos en Siria contra la organización terrorista y, más importante aún, convocara a una coalición con Estados Unidos y Rusia para derrotar al extremismo islámico.

¿El deshielo final?

Una alianza militar entre Washington y Moscú para enfrentar un enemigo en común es algo que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Usualmente, desde la Guerra Fría en adelante, EEUU y Rusia han compartido más desacuerdos que puntos en común: China, Siria, Irán, Europa del Este, Sudán del Sur, fueron reiteradas veces motivo de choque entre ambos países.

Incluso, esta alianza militar ad hoc entre los 3 países tendría lugar a pesar de sus fuertes choques internos en la región –que ya parte en desventaja por el rechazo de Alemania y España para sumarse a los bombardeos-.

Para resumirlo de forma sencilla: mientras Obama y Hollande alentaron la rebelión y la guerra civil para derrocar al régimen de Al Assad en Siria, este tiene su punto de apoyo más firme en Putin.

El Estado Islámico logró inesperadamente unir las dos puntas del ovillo al desplazar a la oposición bendecida por los norteamericanos en la guerra civil contra Al Assad y avanzar en simultáneo sobre el territorio iraquí, cuyo Estado y fuerzas armadas están en un proceso de descomposición sostenido desde la caída del régimen de Saddam Hussein. La creación de un “Califato” de claro cuño fascista en Medio Oriente como resultado de la disgregación de los viejos regímenes nacionalistas es comparable con Hitler y el nazismo, consideró ayer Putin.

Las consecuencias de la primavera

Sin embargo, la viabilidad de una coalición militar entre Rusia y EEUU no está, en realidad, sujeta al objetivo inmediato de destruir al EI, sino de alcanzar un nuevo punto de equilibrio en Medio Oriente, que fue severamente trastocado con la llamada «revolución árabe». Este proceso de levantamientos populares –incubados por décadas de opresión y pobreza- tumbó a los gobiernos históricos de la región como Gaddafi en Libia, Ben Ali en Tunez o Mubarak en Egipto, que habían sido el eje de apoyo y equilibrio para EEUU y Europa en una zona sumamente inestable durante las últimas décadas.

El nuevo cuadro de situación originado por la rebelión popular fue acompañado parcialmente por las potencias occidentales y resistido fuertemente por Rusia. En caso de una alianza militar y un posterior triunfo sobre el EI, ¿Siria quedaría en manos de Al Assad y los rebeldes pro norteamericanos cederían en su asedio al dictador?¿O se alcanzará un acuerdo de transición hacia un nuevo regimen político en Damasco?

Llegaron los kurdos

Otro aspecto novedoso es el gran protagonismo de las fuerzas kurdas en el conflicto, cuyas milicias jugaron un papel clave en la contención del avance del Estado Islámico. Paradójicamente, los kurdos han salido de la marginación histórica y opresión nacional a la cual habían sido sometidos por el resto de los países de la región durante las últimas décadas.

No es descabellado plantearse la creación de un Estado kurdo en el corto plazo como resultado de la convulsiva reorganización de Medio Oriente y de su nuevo papel conquistado en la lucha contra el terrorismo islamista. Pero para alcanzar este objetivo, se deberá contar con el acuerdo de Turquía, un férreo opositor a la independencia kurda e importante aliado de Estados Unidos en la región.

Detrás del enfrentamiento militar y la intención de poner un punto final al Estado Islámico se entrecruzan cuestiones y divergencias estratégicas en materia de geopolítica que condicionarán el desarrollo de la política internacional para las próximas décadas. Como se suele decir: “la vida es más compleja que las intenciones”.

Fuente: Infonews

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