El Poder Ejecutivo y sus operadores en la Cámara de Diputados redoblaron en las últimas horas la presión sobre los gobernadores para que sus diputados no den quórum a la sesión especial convocada para este martes, o al menos para que no voten a favor del rechazo al DNU 846 por el que el Gobierno se autofacultó a canjear deuda sin pasar por el Congreso.
Si bien no la estrategia no es explícita, el Gobierno utiliza la amenaza de retirar el proyecto de Presupuesto como instrumento de chantaje para quebrar la voluntad de los mandatarios provinciales.
El mensaje es claro: si no ayudan a boicotear la sesión, el Gobierno no aceptará ningún pedido de los gobernadores para modificar el Presupuesto, y no habrá partidas extra para ninguna provincia.
Y en caso de que la oposición dialoguista no se arrodille incondicionalmente ante el proyecto del Poder Ejecutivo, el oficialismo podría pisar el tratamiento y no sancionar ningún presupuesto este año, sabiendo que en última instancia gozará del derecho a disponer discrecionalmente de los recursos del Estado.
El primer aviso fue la semana pasada cuando el presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda, José Luis Espert, suspendió toda la actividad de ese cuerpo, en línea con la estrategia del Gobierno.
Fueron señales inquietantes para la oposición, especialmente la dialoguista, que quiere votar un presupuesto acorde para ponerle un corset al Gobierno en el manejo de los gastos para el año que viene.
Para la oposición intransigente de Unión por la Patria y el Frente de Izquierda, no cambia demasiado el panorama ya que votarán en contra de cualquier versión del Presupuesto que presente el oficialismo.
De todos modos, en el peronismo están alertas, porque son incesantes los llamados del Ministerio de Interior como del presidente de la Cámara baja, Martín Menem, a los diputados de Catamarca, que responden a Raúl Jalil, quien ya ayudó al Gobierno a blindar el veto a la ley de Financiamiento Universitario.
Desde el oficialismo también se comunicaron con los diputados de Unión por la Patria de La Rioja, tratando de aprovechar que siguen calientes las brasas de la reciente interna entre el gobernador Ricardo Quintela con el resto del peronismo, más cercano a Cristina Kirchner.
Los emisarios del Gobierno no tuvieron éxito con los riojanos, pero los catamarqueños sí estarían dispuestos a colaborar con el Gobierno, que además se granjeará el apoyo de los tres peronistas tucumanos del bloque Independencia, que responden a Osvaldo Jaldo.
Asimismo, podrían sumar la colaboración de los diputados de Innovación Federal, tanto los salteños del mandatario Gustavo Sáenz como los misioneros conducidos por Carlos Rovira y el gobernador Hugo Passalacqua.
Con los cordobeses de Encuentro Federal, la situación es más tensa porque hay deudas pendientes de Nación con la provincia gobernada por Juan Schiaretti.
Como sucede con otros gobernadores “dialoguistas”, predomina la convicción de que el Gobierno no honra los acuerdos políticos, no paga sus deudas con las provincias.
En cambio, el bloque del PRO, que preside Cristian Ritondo, confirmó en la tarde de este lunes que sus diputados no darán quórum.
“Vamos a mantener la misma postura en el Congreso que venimos sosteniendo a lo largo del último año: no vamos a poner en riesgo la gobernabilidad y vamos a defender la institucionalidad. Por eso mañana no daremos quórum y, en el caso que se logre, no vamos a votar con el kirchnerismo”, aseguraron.
De todos modos, casi que se descuenta que de los 30 integrantes de la bancada, los larretistas Álvaro González y Héctor Baldassi sí darán quórum y votarán con la oposición.
En el bloque de la UCR, que quedó reducido a 20 integrantes tras el éxodo de 13 miembros, reina la confusión más absoluta.
Está más que claro que los cinco radicales con peluca que se mimetizaron con el oficialismo hace meses volverá a atrincherarse en ese bando. En cuanto al resto, son más dudas que certezas. Es muy probable que un grupo de moderados encabezados por Julio Cobos, y que también integran Fabio Quetglas y el monobloquista Mario Barletta den quórum y después voten con la oposición.
Hay dudas sobre lo que harán Karina Banfi, Natalia Sarapura y Martín Tetaz. El resto no daría quórum.
La Coalición Cívica también tendría el mismo comportamiento. Con la izquierda, habría un piso de 132 legisladores para abrir la sesión.
Sin embargo, el margen es muy corto y el factor ausencias podría jugar un rol decisivo para frustrar el quórum.
En ese sentido, el oficialismo está quemando sus últimos cartuchos y apurando los últimos manotazos de ahogado. Necesitan bajar diputados del quórum a toda costa.
El mayor temor que tiene el oficialismo en relación a la sesión pedida por Encuentro Federal, Unión por la Patria, los radicales sin peluca de Democracia para Siempre y el santacruceño Sergio Acevedo, se relaciona a la embestida opositora contra el decreto 846.
En el caso de un rechazo de ambas cámaras, el presidente Javier Milei no tendrá la capacidad de ejercer el veto, y su ministro de Economía, Luis Caputo, perderá margen de maniobra a la hora de tomar deuda para el pago de vencimientos.
Con un pronunciamiento de Diputados en contra del DNU, el presidente el interbloque de Unión por la Patria en el Senado, José Mayans, pedirá una sesión para la semana próxima en pleno de la Cámara alta, donde la oposición pisa más fuerte. Sería un golpe letal para el Gobierno.