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Alerta en obras sociales por la desregulación: advierten por un descalce de aportes que perjudicará a los sectores de menores ingresos

La caída del salario real de las familias puede poner una traba importante a las intenciones del Gobierno de desregular el sistema de obras sociales para que las instituciones de origen sindical compitan entre sí y con las empresas de medicina prepaga por aportes de afiliados. Se debe a que el 50% de la población no está en condiciones de llegar a una cápita mínima que le permita costear el Programa Mínimo Obligatorio (PMO).
Según señaló el director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), Jorge Colina, “un valor razonable podría ser de entre $40.000 y $50.000 por persona”, aunque aclara que “no existe” un precio determinado para la PMO. Lo que sí se puede asegurar que es que el 40% de los afiliados a obras sociales aportan unos $20.000 por mes, de acuerdo con una investigación de IDESA.

El problema de los ingresos en los hogares

El informe señala que, en base a números del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), se puede determinar que “el 40% de los hogares, de menores ingresos, tiene un aporte familiar per cápita de unos $20.000 mensuales. Por su lado, el 30% de las familias, de ingresos medios, tiene una cápita de $37.000 mensuales Mientras que el 30% de los hogares de mayores ingresos tiene una cápita de $75.000 mensuales.

“Esto colisiona con el hecho de que el PMO –que es el paquete de prestaciones que las obras sociales y prepagas deben otorgar a cambio del aporte per cápita– es igual para todos”, advierte el estudio de IDESA. En la práctica, muchas familias seguirán viendo restringida su posibilidad de elegir obra social o prepaga debido a que su bajo nivel de aporte per cápita familiar no cubre los costos del PMO.

Según aclara Colina, el PMO no es una prestación básica. Incluye si una serie de tratamientos que las obras sociales tienen que cubrir aunque con costos que pueden ser muy diferentes entre unas y otras, dependiendo de la calidad del prestador que ofrece el servicio. Por caso, todas están obligadas a ofrecer servicio de internación, pero algunas pueden tener clínicas propias de primer nivel con servicios de hotelería más caros que otras y en ese caso, el costo varía.

Los problemas en los cambios de los aportes para las obras sociales

Colina señala al respecto que “la mitad de los afiliados no alcanzan a cubrir un PMO” y, por ello, dentro de cada obra social, se produce un subsidio cruzado. Cómo los descuentos en función de una proporción de los salarios, los que ganan más cubren a los que ganan menos.

“La posibilidad de que las familias puedan optar por afiliarse directamente a una prepaga, sin pasar por la intermediación de una obra social, busca darle eficiencia al sistema”, dice el estudio. Aclara que “el objetivo es que los recursos que se usan para pagar la comisión a la obra social que deriva los aportes a una prepaga se utilicen para mejorar la atención médica”.

“El cambio es positivo para las familias con aportes más altos, pero inconsistente cuando los aportes son bajos. Para el amplio sector de la población subfinanciada (es decir, con aportes que no cubren el costo del PMO) el esquema fracasará”, advierte el reporte privado.

Sostiene que “la razón es que prepagas y obras sociales buscarán la manera de evitar la afiliación de esas personas o, si las reciben, buscarán maneras subrepticias de no darle cobertura e inducirlas a que recurran a los hospitales públicos”.

IDESA señala que, para resolver ese desbalance, el Gobierno tiene que emplear los recursos del Fondo Solidario de Redistribución (FSR) que se financia con el 15% de los aportes del sistema de obras sociales y de las empresas de medicina prepaga. Ese fondo se usa para compensar las diferencias de recursos entre las obras sociales, básicamente. Nació en los años 90’ como una manera de compensar a las obras sociales mas chicas con menos aportes.

Por Carlos Lamiral

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