Las leyes laborales se tienen que adaptar a los cambios
El debate que hoy tenemos que dar, debe centrarse en los efectos sociales nocivos del desempleo. Por eso, debemos pensar y diseñar herramientas reformadoras que alienten el pleno empleo y no el asistencialismo laboral.
“El trabajo en sus diversas formas gozara de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador condiciones dignas y equitativas”, el primer párrafo de un artículo rector de una ley suprema que pocos entienden y ponen en práctica.
Volvamos al concepto. Un trabajador es una persona que pone a disposición su fuerza física o intelectual en algún proceso productivo para un semejante, otra persona que dirige u organiza dicho proceso. Estas dos partes, son dos lados de una misma moneda que se llama Trabajo. Como tal, se la debe cuidar, incentivar, capacitar y proteger para que ambos participen en un desarrollo productivo y económico próspero para nuestro país.
En cualquiera de los casos, nadie discute que todo lo relacionado con el mundo del trabajo es fundamental, puesto que, es una herramienta de inclusión social y de supervivencia. Ahora bien, la tarea que tenemos en reflexionar sobre cómo ha evolucionado la concepción de trabajo resulta inevitable para comprender y conocer el presente y anticiparse al futuro del trabajo.
El 1 de mayo es el día de los trabajadores, y los trabajadores debemos tener el foco en que somos laburantes y aportamos nuestro tiempo para el desarrollo individual y social. Por eso, lo antes posible las normas laborales se tienen que adaptar a estos cambios, ya que, de lo contrario, quedan obsoletas, generando profundos vacíos legales. El mundo cambia, el trabajo cambia, los trabajadores cambian, será importante que las normas laborales también cambien, claro está, siempre respetando los principios esenciales del derecho laboral, cuidando al trabajador y al empleador al mismo tiempo.
Como conclusión, los especialistas en Trabajo y en Empleo analizamos al desempleo y el estancamiento de la producción que se ve caracterizado por los bajos niveles de educación y capacitación en el capital humano y el retroceso que las leyes laborales producen en las relaciones laborales.
Un marco legal favorable a la generación de empleo puede estimular el crecimiento económico, regulaciones que favorecen la capacitación, la educación y la formación del capital humano, lo que conlleva a salarios prósperos y de eficiencia cuya única consecuencia es impulsar la productividad.
Sin dudas hace falta una reforma laboral, o llamémoslo actualización de las leyes laborales, pero por si hubiera algún despistado aclaro que no me refiero a una reforma dictada por el FMI. Tiene que ser producto del trabajo parlamentario en base a la experiencia tanto nacional como internacional y al conocimiento de los especialistas en la materia.
Esperemos que toda la dirigencia política esté a la altura de las circunstancias y se logren los acuerdos necesarios para avanzar por el rumbo que nuestro país necesita.