Rúbrica presidencial
En adhesión al Memorándum de la Franja y de la Ruta de la Seda se suscribieron trece documentos de cooperación de carácter interinstitucional en distintos ámbitos y entre diferentes contrapartes, referidos a materias como el desarrollo verde, la economía digital, el área espacial, tecnología e innovación, educación y cooperación universitaria, agricultura, ciencias de la tierra, medios públicos de comunicación y energía nuclear.
Según señalan en Casa Rosada, implican inversiones y financiamiento por u$s 9700 M.
Para tomar una referencia, según números calculados por el sistema universitario chino, durante el 2021 la IFyR involucró inversiones por casi u$s 60.000 M de China con unos 145 países. De ese total, unos u$s 14.000 M fueron inversión pura y unos u$S 46.000 M en créditos, muchos de ellos fondeados por el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, con sede en Beijing y al que Argentina ya adhirió gracias a las gestiones del hiperactivo embajador en Beijing Sabino Vaca Narvaja.
En rigor, un buen acercamiento económico al tema podría segmentar la iniciativa del IFyR en dos cuestiones centrales. Por un lado, la cooperación y conectividad vía terrestre (la denominada “Franja Económica de la Ruta de la Seda”) y otra transoceánica (que podría llamarse la “Ruta Marítima de la Seda”), con diversos corredores, con varios registros sectoriales, desde cuestiones relacionadas con lo ambiental, pasando por infraestructura, lo digital, etc.
El canciller argentino Santiago Cafiero ha sido uno de los principales impulsores de dicho acuerdo. Según trascendió, diplomático busca una profundización de la relación económica bilateral con la finalidad de generar un ámbito de discusión permanente. Como rasgo distintivo, el gobierno dejó trascender que se buscó especialmente el fondeo para obras de infraestructura, incremento de la participación de proveedores argentinas en esas obras y el aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) en sectores estratégicos argentinos (energía, electromovilidad, entre otros). El otro objetivo central de las gestiones de Alberto Fernández en Beijing fue el compromiso para la reducción del déficit comercial con China mediante la expansión de las exportaciones a ese país.
Complemento de lo acordado
Como se dijo, existe un segundo esquema de cooperación, que implica, según mensuran en el Gobierno, unos u$s 14.000 M que se encuentra bajo el mecanismo denominado “Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica” (DECCE). Al margen de los objetivos geopolíticos propios del gigante asiático, téngase presente que China es deficitaria en la producción de energía, alimentos y minerales, sectores en los que la Argentina podría despuntar a nivel mundial en breve. He ahí uno de los grandes motores del acuerdo.
Entre los proyectos que se rubricarán, se encuentra no sólo la conocida Central hidroeléctrica del Río Santa Cruz, Represas “Néstor Kirchner y Carlos Cepernic”, sino también la rehabilitación del Ferrocarril Belgrano Cargas Norte y del San Martín Cargas (en las primeras 2 etapas). Se suma además el proyecto de Líneas de Transmisión de Energía Eléctrica AMBA, la ampliación del Parque Fotovoltaico Cauchari Solar IV Y V, la anunciada Central Nuclear IV y el parque Eólico y Solar “Cerro Arauco”.
Un punto relevante es que el acuerdo le permitirá a la Argentina poner en marcha la segunda etapa en la construcción del Gasoducto Transportar.Ar, que une Vaca Muerta con la provincia de Santa Fe, y cuya primera etapa fue financiada por el gobierno argentino
Por: Julián Guarino