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Oficialismo y oposición se reconfiguran con objetivos diferentes

Las elecciones dejaron al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio en situación de reconfiguración, con muy diferentes objetivos políticos y sociales. La nueva carta de Cristina Kirchner vino a echar por tierra una serie de especulaciones que buscaban socavar al Gobierno y, principalmente, puso de relieve el insólito rol de la oposición, que sólo apunta a boicotear el principio de solución al problema que traspasaron junto con el bastón presidencial.

La proa del Gobierno está enfocada en el acuerdo con el FMI. Esta semana pasó por Buenos Aires el embajador en Washington, Jorge Argüello, quien se reunió con el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán, quienes encabezan las negociaciones. «Buscamos cerrarlo lo más pronto posible», comunicó Argüello. Lo más pronto sería en los últimos días de diciembre o la primera quincena de enero. «Depende de que todo encaje, es como un ‘jenga'», respondían en Gobierno.

Sin confirmación ni desmentida oficial, se supone que el acuerdo no arrojará mejoras en lo que se refiere a los dos aspectos que más se reclamó: el plazo de pago y la famosa sobretasa que debe abonar el país en virtud de monto récord del endeudamiento tomado por Mauricio Macri. Lo que discute, entonces, tendría que ver con variables como gasto público, crecimiento, inflación, financiamiento, tipo de cambio. Todo lo acordado se transcribirá en el programa plurianual que Guzmán debe presentar en los próximos días en el Congreso, del que aún no trascendieron detalles.

En la Casa Rosada aseguraban que cada punto está en conocimiento de la vicepresidenta Cristina Kirchner. En la carta difundida este sábado, la vicepresidenta destacó que la «lapicera» la tiene el Presidente, pero también recalcó con mayúsculas el crecimiento con inclusión social que necesita el país ante el riesgo de oponerle «el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria», que sería un acuerdo de ajuste, como los que suele recetar el Fondo. “Todos los días peleo porque la Argentina se ponga de pie, y todos los días peleo contra los que quieren ver de adentro a la Argentina arrodillada», cita la vice a Fernández en el acto del 9 de Julio. «Es un apoyo importante. Refuerza la centralidad del Presidente y del Gobierno», interpretaban en la Casa Rosada.

El jefe del bloque de diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner, no contaría con tanto detalle. «No tengo la menor idea», le respondió Máximo esta semana a un compañero de bloque que lo consultó sobre las particularidades del programa que elabora Guzmán, quien este sábado recibió una bendición papal al ser designado miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Probablemente necesite de alguna protección vaticana el miércoles próximo, cuando comparta una reunión con Pablo Moyano y el resto de la conducción cegetista. «Guzmán va a asistir a la CGT para explicar cómo se están llevando adelante las conversaciones con el FMI» pero «eso no quiere decir que se va a avalar cualquier plan de ajuste», advirtió Moyano al desmentir una nota de La Nación.

Verde que te quiero

La falta de acuerdo con el Fondo y las dudas acerca del programa plurianual acompañaron la tensión de esta semana en los mercados, que juegan su propio partido. La preocupación de la gente, en cambio, está más focalizada en el precio de los alimentos. Ante una nueva suba de la carne, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, volvió a plantear la necesidad de desacoplar los precios de los alimentos locales a los internacionales, que están muy altos y prometen seguir subiendo. Hay dos maneras, avisó, subir las retenciones o armar un fideicomiso para que el sector exportador subsidie a quienes venden en el mercado local. Pero el ministro de la Producción, Matías Kulfas, ni el de Agricultura, Julián Domínguez, descartaron esas posibilidades.

«Creo que hay un sector del gobierno que no considera que el congelamiento de precios que acordó Feletti ayudó a la recuperación electoral del Frente de Todos», comentaba un legislador kirchnerista. «Para nosotros está claro que fue así y no podemos permitir que este año el poder adquisitivo de los salarios vuelva a caer. O subimos los salarios o bajamos los alimentos», agregaba. Recordaba que, comparando con 2015, prácticamente toda la producción agropecuaria tenía retenciones más altas con precios internacionales más bajos. Igual, el legislador reconocía lo complejo de la situación, dada la urgencia de divisas que tiene el país y lo contradictorio que queda un mensaje crítico de quien exporta.

Fue el punto que disparó otra desinteligencia comunicacional: la resolución del Banco Central que eliminó la posibilidad de comprar en cuotas pasajes al exterior. La medida se tomó por sorpresa poco antes del viernes de ofertas en la web, sin que nadie diera ninguna explicación. Recién a media mañana apareció la portavoz Gabriela Cerruti para ofrecer las primeras respuestas. Dijo que la medida era temporal, que es posible el financiamiento con otras herramientas -aunque seguro más caras- y que los dólares que tiene el país se necesitan para apuntalar la recuperación económica. No lo dijo pero el mismo día flexibilizaron el acceso a dólares para que las pymes puedan importar insumos y maquinarias.

Si todo eso se hubiera explicado desde el primer momento, tal vez la recepción de la medida hubiera sido diferente, más allá que el que tenía pensado comprar un pasaje se hubiera enojado igual. «La verdad es que había motivos muy válidos para explicar lo que se había resuelto. No se hizo y te terminaste poniendo en contra hasta quienes no pensaban ir a ningún lado», definía un funcionario.

Los distraídos de siempre

Cristina Kirchner comentó las particularidades de las posiciones opositoras, de nuevo jugando al distraído con la crisis. «¿En serio que los mismos y las mismas que trajeron de vuelta el FMI a la Argentina, reiniciando el ciclo trágico de endeudamiento que Néstor Kirchner había clausurado en el año 2005, hoy no se hagan cargo de nada?», escribió. El bloque de diputados de Juntos por el Cambio sacó un comunicado en rechazo al fin de las cuotas para pasajes. Su jefe, Mario Negri, escribió que «el Gobierno se quedó sin reservas pese a que puso cepos por todos lados», sin mención a la responsabilidad propia. El cepo al dólar, de hecho, lo puso la anterior gestión.

Lanzados a una interna loca por posicionarse para 2023, la titular del PRO, Patricia Bullrich, intentó esta semana un putsch contra Cristian Ritondo para correrlo como jefe de bancada, dada su supuesta condición de «paloma» alineada con Horacio Rodríguez Larreta. Al ver que perdía, con su desparpajo habitual salió a ratificarlo por Twitter pero advirtiéndole que estaría atenta «para que nuestros votantes se sientan representados en cada decisión». La interpretación del macrismo es que la gente votó línea dura y que no se abra ningún diálogo con el oficialismo.

Tan disparatado todo, que hasta el establishment aparece más proclive a acercarse al Gobierno y forzar a la oposición a sentarse a avalar lo que se firme con el FMI. El jueves, Manzur y el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, compartieron un almuerzo en el Alvear con diez empresarios de primer nivel, incluyendo el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja, donde se pusiron estos temas sobre la mesa. «Pero si la deuda la tomaron ellos, ¿cómo se van a negar a firmar?», dijo uno de los ceos en un momento. El mundo al revés.

Por: FERNANDO CIBEIRA

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