Faltaban unos minutos para que empiece el discurso de cierre del coloquio de IDEA y, a diferencia de las dos jornadas anteriores, la sala principal estaba casi llena. Los empresarios se habían acomodado para escuchar el panel de los candidatos a legisladores para la provincia de Buenos Aires, habían aplaudido cada frase chicanera de José Luis Espert, habían hecho particular silencio ante las intervenciones de Diego Santilli y esperaban con paciencia al presidente de la Nación. Cuando apareció, 50 minutos más tarde de la cita, también hubo aplausos aunque mucho menos efusivos y Alberto Fernández comenzó con un discurso que iba a dejar un mensaje claro al establishment habitué del evento: el gobierno no cederá ante los pedidos de reforma laboral.
El discurso de Fernández fue en respuesta directa a los empresarios pero, en realidad, a su electorado, que miraba la conferencia por You Tube. Puso sobre la mesa un debate que no había sido planteado durante las tres jornadas del evento, la «triste puja distributiva que enfrenta al crecimiento». Fernández compartió un dato que se repite cada vez que se publican los índices de inflación y pobreza, que es que el ingreso de los trabajadores registra una caída que supera el 20 por ciento desde 2016. Por eso se comprometió a recuperar el salario real.
«Esa es una tarea que debemos imponernos cumplir», dijo en plural y agregó: «Los empresarios deben hacer su aporte. Hemos visto que en septiembre y en lo que va de octubre el precio de los artículos de la canasta familiar se han incrementado de manera incomprensible. El pueblo argentino no puede ser la víctima de la especulación y ambición de algunos. Una sociedad donde unos pocos ganan y millones pierden, no es una sociedad. Es una estafa«. De esta forma, Fernández respaldó el intento de acuerdo para congelar los precios que lleva adelante el reciente Secretario de Comercio Interior Roberto Feletti.
«He oído en los últimos tiempos muchos reclamos para ponerle fin a las indemnizaciones por despidos. Hasta aquí no hay ninguna evidencia que muestre el éxito de esas lógicas», continuó Fernández en un discurso que dijo haber escrito esta misma mañana y no haber repasado, pero en el que incluyó un estudio del reciente Premio Nobel de Economía David Card sobre los efectos positivos de las indemnizaciones sobre la economía. “Una economía que crece, produce y exporta necesita de una fuerza laboral bien paga y protegida en sus derechos. Con este sistema laboral se crearon cuatro millones de empleos entre 2002 y 2015”, agregó el presidente.
Fernández aprovechó el espacio ante el establishment para sumarse al debate de terminar con la desocupación creando empleo genuino: «La asistencia del Estado no puede ser el remedio para la falta de empleo, es solo un paliativo para sobrellevar la pobreza. No es posible perpetuar esa realidad que definitivamente debe avergonzarnos».
Afirmó que tomó algunas propuestas que desde IDEA plantearon en el documento con medidas para fomentar el empleo privado presentado al inicio del evento. Mencionó los programas con rebajas de cargas laborales como el Te Sumo para el empleo joven y la ley de Economía del Conocimiento. Además adelantó un decreto marco para que los beneficiarios de planes sociales puedan ser empleados en la actividad privada sin dejar de percibir ese beneficio, medida que ya avanzó con los trabajadores rurales, de la construcción, y de la actividad hotelera.
En una linea que podría interpretarse como la explicación de por qué aceptó participar de un Coloquio cuya política es invitar al presidente de turno para el cierre, pero al cual ni Néstor ni Cristina Kirchner jamás asistieron, Fernández llamó a la unidad y al consenso, más allá de las diferencias: «Es este instante, cuando nuestras vidas recuperan una tranquilidad perdida, el momento oportuno para abandonar los insultos, las quejas altisonantes, las antinomias y los enfrentamientos. Ya es hora de que tratemos de profundizar nuestros acuerdos y minimizar nuestras diferencias», resumió ante un auditorio que había aplaudido la misma actitud conciliadora que Cynthia Hotton tuvo en el panel anterior mientras Espert chicaneaba a Randazzo. Alberto Fernández no corrió con la misma suerte.
El termómetro debajo del escenario estaba en pleno invierno. Muchos valoraron el gesto del Presidente al asistir al evento, pero primaba el escepticismo en general: «¿Qué me pareció el discurso? No esperaba gran cosa pero también dice hoy una cosa y mañana otra. Más allá de lo que haya dicho hoy, lo importante es con qué presidente vamos a hablar después de las elecciones de noviembre. Con el pro mercado o con el que quiere emitir dinero a lo loco», resumió un empresario. Otro de los puntos que más recuperaron los ejecutivos cuando se les preguntaba por las repercusiones del discurso, fue que les quedó en claro que no va a haber una reforma laboral.
Por: Natalí Risso