El Banco Central aprieta las clavijas pero vuelve a llegar tarde, al igual que el año pasado, a cortar las maniobras especulativas. Tal como sucedió en la segunda mitad del 2020, volvieron a registrarse desde mayo operaciones de importadores que adelantan el pago de sus compras externas, muy por encima de los niveles concretos del arribo de esos bienes. La mayor presión de este segmento, en un contexto estacional de menor liquidación de divisas por parte del agro, tensiona las reservas y le hace perder al Central 1800 millones de dólares en apenas cuatro meses, desde junio hasta septiembre.
La diferencia entre los adelantos de importación y los stock adquiridos se ubica entre un 15 y un 20 por ciento, que representa un sobregiro equivalente unos 2000 millones de dólares, como lo fue en el 2020, mientras que las reservas líquidas actualmente ascienden a unos 8000 millones. Desde junio hasta septiembre, esas diferencias ya ascienden a 1800 millones de dólares.
Estos adelantos de declaraciones juradas responde a especulaciones respecto del precio de la divisa y a la posibilidad de adquirir los dólares como «colchón» para anticiparse a una posible devaluación, una maniobra que esta semana, luego de la fuerte caída de reservas de las últimas semanas, el organismo que conduce Miguel Pesce intentará cortar con mayor regulación.
Esta semana el Directorio del Central, por pedido expreso del Presidente, modificó el mecanismo por el cual se realizan los pagos anticipados de algunas importaciones, los que durante este mes se deberán cursar a partir del despacho a plaza de los bienes. La medida sólo aplica en los casos en que se estén realizando importaciones por mayor valor del ingresado, abarcando, según estimaciones oficiales, un 13 por ciento de las operaciones.
La fragilidad de las reservas
Al igual que el año pasado, a la retención en silobolsas se sumó la presión de los importadores adelantando pagos cada vez mayores, lo que fue ampliando la diferencia respecto de las ventas realmente concretadas y presionando sobre la brecha cambiaria. Las miradas apuntan contra los responsables dentro del Central del área de comercio exterior, que otra vez «dejó hacer al mercado y se desligó».
«El BCRA detectó que se vienen registrando desde el mes de junio pagos por un valor superior al despacho de mercadería a plaza», informó esta semana, cuatro meses después, el organismo monetario. En ese lapso se perdieron 1800 millones de dólares. Sin embargo, la brecha se viene ampliando desde marzo y pese a que agosto arrojó un superávit de 2339 millones de dólares, el más alto del albertismo, las reservas se contrajeron y se ubica en los mismos valores de abril de este año, descontando el aporte de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario.
Las reservas venían recuperando posiciones de la mano de un ingreso récord del agro en la primera parte del año. En junio esa tendencia desaceleró y comenzaron los meses con saldo neutro o negativo en el mercado cambiario del BCRA. El 23 de agosto las reservas dieron un salto de 4285 millones de dólares, por la contabilización de los DEG. El 22 de septiembre cayeron en 1992 millones por el pago del primer vencimiento con el Fondo de la deuda que dejó el macrismo. Sin ese aporte, las reservas hoy se ubicarían en 40.500 millones de dólares, igual nivel de inicios de abril.
Las reservas netas se ubican en 7808 millones de dólares, de las cuales 1879 millones son líquidas, 2452 millones son en DEG y 3477 millone son en oro. «El BCRA compró los DEG por 2452 millones de dólares al Tesoro, que el gobierno volverá a adquirir para hacer frente a los vencimientos con el FMI de noviembre (392 millones) y diciembre (1892 millones, a cambio de la colocación de una letra intransferible en el BCRA», señala el Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social.
En el desierto, un vaso de sal
El mercado cambiario es muy dependiente de los flujos, donde la estacionalidad de las exportaciones de cara a los próximos meses luce poco alentador. «En los años en los que hay procesos electorales siempre se desatan especulaciones, que se suma a que sobre el fin del tercer trimestre del año el mercado cambiario sufre estrés porque bajan los ingresos de la cosecha gruesa y fija», afirmó Pesce esta semana durante su participación en el evento Nuevo Dinero 2021.
La otra pata de la mesa financiera es cuidar el destino de los dólares para la importación y así evitar cuellos de botella que bloqueen una recuperación de la actividad productiva. Las restricciones anunciadas esta semana no incluyen la importación de bienes de capital ni material sanitario.
En agosto el Central vendió a los importadores 6198 millones de dólares, lo que representó un 67 por ciento de aumento respecto de los niveles de un año atrás, muy por encima de la mejora que registró el balance comercial para ese período. Las importaciones (5754 millones de dólares) crecieron respecto a los niveles de diciembre (3908 millones) un 47,2 por ciento. Incluso, si se extiende en el acumulado del año la mejora fue de 52,9 por ciento respecto del 2020. También por debajo del aumento de los pedidos de dólares al mercado único y libre de cambios.
En junio se registraron importaciones por un valor FOB de 5.600 mil millones y pagos por 5.900 millones y en julio esa relación fue de 5.400 millones de importaciones FOB y pagos por 5.700 millones. A partir de agosto esa diferencia entre pagos efectuados y bienes ingresados se amplió: en agosto fue de 5.400 millones de ingreso de bienes y 6.200 millones de pago cursados a través del mercado de cambio y en septiembre 5.500 millones de importaciones y 5.900 millones de pagos. En total, desde junio hasta septiembre la brecha es de 1800 millones de dólares.
Las medidas a destiempo
Tras el pico de casi 4000 millones de dólares en pagos anticipados observado en los pagos de importaciones de bienes de septiembre del año pasado, el Central estableció que, adicionalmente a los requisitos vigentes para dar acceso al mercado de cambios para el pago de importaciones de bienes con registro de ingreso aduanero pendiente. El importador deberá contar con la declaración efectuada a través del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) en estado «SALIDA» con relación a los bienes involucrados.
Esto permitió reducir la presión unos meses sobre la demanda, hasta que los importadores aceitaron también ese mecanismo. Los exportadores podían hasta octubre del año pasado utilizar la opción de no ingresar al mercado local la totalidad de sus cobros por exportaciones y mantener una parte en cuentas del exterior para afrontar sus obligaciones externas, incluidas importaciones, con el objetivo de abaratar los costos. Lo que sucedía en la práctica es que no liquidaban y continuaban demandando dólares para importar o pagar obligaciones.
Desde junio último comenzaron entonces a adelantar pagos de importación y agosto marcó un nuevo techo, con ventas de divisas a los importadores por el equivalente a 6198 millones de dólares. El 60 por ciento de los pagos de importaciones corresponden a los sectores de la industria automotriz, la industria química, del caucho y plástico, de maquinaria y equipos y del comercio.
Las autoridades del Central confirmaron que está prevista una reunión con entidades empresarias ante los reclamos que despertaron las medidas pero recalcan que no afectan el ingreso de productos sino que promueve que arriben en tiempo y forma al país los bienes comprados y pagados y que están supuestamente demorados en su ingreso.