Patricia ya no puede cumplir hazañas que prometió

La versión corrió por los pasillos de la sede del gobierno porteño en Parque Patricios como un reguero de pólvora. Mauricio Macri le pidió a su escudera, Patricia Bullrich, que lleve al prófugo Fabián Rodríguez Simón (a) “Pepín”, a su lista para otorgarle fueros.
Lo cierto es que el expresidente teme que su otrora capataz tribunalicio se presente a la Justicia en calidad de arrepentido.
El propio Pepín hizo alusión a semejante posibilidad al ser entrevistado por Jorge Fontevecchia para la señal Net. TV. Entonces, dijo:
– ¿Arrepentido de qué? No cometí ningún delito; no tengo nada de qué arrepentirme.
Pero esa afirmación no tranquilizó a sus correligionarios. Porque los macristas saben mejor que nadie lo que vale la palabra de un macrista. ¿Cuán intenso habría sido el azoro de Bullrich ante la directiva?
De todos modos, el imperio de los hechos no le dio tiempo ni siquiera a deslizar esta cuestión. Porque su acérrimo rival en el firmamento partidario, Horacio Rodríguez Larreta, se mostró inflexible al anunciar que su candidata para ir a la cabeza de sus diputados nacionales no era otra que María Eugenia Vidal. Aquello fue lo más destacado del encuentro que ambos mantuvieron la semana pasada.
Al concluir, Bullrich atajó a los movileros con forzada resignación:
– No tengo edad ni ganas de pelearme por un cargo.
Incluso entre sus aliados aquella frase fue asimilada con escepticismo. Porque los macristas saben lo que vale la palabra de una macrista.
Quizás, en los últimos días, ella haya empezado a sentir que su tren de la victoria se convirtió en un autito chocador. En tal sentido, basta con sopesar el carácter estresante de su presente.
Ni siquiera pudo capitalizar el desafortunado show ofrecido por el ahora cancelado Tomás Méndez en las inmediaciones de su domicilio. En cambio, la investigación de los periodistas Ari Lijalad y Franco Mizrahi para el portal El Destape la situaron en riego panal, al confirmar su compromiso orgánico con el aparato de inteligencia del macrismo; tal circunstancia quedó al descubierto luego de obtenerse – mediante un pedido de acceso a la información pública– el registro de ingresos al Ministerio de Seguridad. Así quedaron al descubierto las profusas visitas a su despacho de ilustres personajes, que abarcan desde los caciques de la AFI, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, hasta los integrantes de la banda del espía polimorfo Marcelo D’Alessio, pasando por los esbirros del grupo “Súper Mario Bross”.
Para colmo, esta cuestión la sorprendió ya enlodada hasta el cogote por su invención sobre el pedido de “retornos” del Gobierno al laboratorio Pfizer para comprar vacunas contra el Covid-19. Un embuste que, además, le valió ser demandada por el Presidente.
Ya es de conocimiento público que el tiro de gracia le fue gatillado por el mismísimo representante de Pfizer en Argentina, Nicolás Vaquer: “No hubo pedido de pagos indebidos ni intermediarios”, dijo, durante su presentación en la Cámara de Diputados.
Al ser preguntada al respecto por un periodista de TN que la abordó en la calle, ella adujo: “Tuve muchas reuniones y no pude oírlo”.
Declamó esas palabras con mirada huidiza, dientes apretados y casi sin mover los labios. Luego, con pasos cortos y veloces, se dio a la fuga.
Desde entonces no volvió a mirar de frente a sus entrevistadores de TV. Pero sí encontró un retazo de coraje para farfullar: “Hablen con los directivos de Pfizer a nivel mundial… ellos van a confirmar lo que digo”.
Ya son de antología las palizas verbales que, a propósito de tal embuste le prodigaron, por ejemplo, periodistas como Javier Calvo y Rosario Ayerdi.
Esta, en el programa de Luis Novaresio, le soltó:
–Cuando uno piensa que estamos en una pandemia, no se puede hacer política con eso… pero usted no tiene límites.
Tras un pesado silencio, Patricia tartamudeó la siguiente réplica:
–Creo que su forma de hablar no es la adecuada. Me está prejuzgando.
Luego se oyó el click que dio por finalizada la comunicación.
Desde un punto de vista cuantitativo, el raleado “banderazo” del 25 de mayo fue una muestra de su creciente soledad política. Muchos opositores sin pertenencia partidaria le huyen a estos happenings desde la convocatoria del 27 de febrero, cuando sus muchachos de la Unión Republicana, acaudillados por el diputado ultraderechista Francisco Sánchez, exhibieron las inolvidables bolsas mortuorias con nombres de personas vivas.
Para el grueso de la dirigencia del partido que intenta presidir, ella se ha transformado en una mancha venenosa. Entre sus acólitos solo hay personajes marginales como Fernando Iglesias, Hernán Lombardi y el propio Sánchez.
A fines de 2016, cuando brillaba como ministra de Seguridad, su aliado, el legislador mendocino Luis Petri, dijo de sus cualidades: “Ella es una tremenda trabajadora, pero la hacen equivocar. Le pasan pistas falsas y la llevan a seguir líneas investigativas erróneas”.
Este juicio de valor quizás remita a una añeja cita del general Kurt von Hammerstein, quien fuera jefe del ejército alemán en 1933 y el único militar de alto mando que se opuso al ascenso de Hitler.
Este hombre, un gran conocedor del alma humana, solía decir que, tanto en el ejército como en la función pública hay cuatro clases de personas: “Los inteligentes, los trabajadores, los vagos y los tontos. Pero –agregaba–cada una de aquellas cualidades es concurrente con alguna otra. La mejor combinación, desde luego, es ser inteligente y trabajador. Aunque no hay que desdeñar a los inteligentes y haraganes porque tienen la claridad mental suficiente como para delegar tareas. Sin embargo, en los que nada se puede confiar es en los que son trabajadores y a la vez tontos, porque son capaces de cometer las peores calamidades”.

Fuente. Ricardo Ragendorfer para Tiempo.ar

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