Pandemia, poder y cuestionamientos

Esta semana la Secretaria de Comercio imputó a 11 grandes firmas proveedoras de bienes de consumo masivo por provocar subidas de precios desabasteciendo a los supermercados. Entre estas empresas se encuentra AGD, cuyo titular es el Presidente de la UIA, uno de los principales gestores del Fideicomiso del Aceite –recientemente integrado por exportadores y productores– con el objetivo de subsidiar el precio de este bien en el mercado interno a cambio de exportar sin limites y sin pagar retenciones. Esta sería la gran contribución del sector a “la mesa de los argentinos».

Ahora se descubre que mientras articulaban este Acuerdo, desabastecían sotto voce. Esta exhibición de “grandeza” seguramente explica la ira, del representante de Copal, la industria alimenticia, quien echando fuego por las narices acusó al gobierno de romper el clima de confianza al que se había llegado la semana pasada, cuando un grupo de grandes empresarios reunidos con el Ministro de Economía lo aplaudió “cálidamente” luego de que este explicase serenamente como todo dependía de la macroeconomía. Ahora la elusiva macro, se concreta en la figura del embozado asaltante que hurga despiadamente en los bolsillos de los pobres e incautos argentinos.

Sin embargo, hay algo más. La aplicación de la ley de abastecimiento trasciende el control de precios y apunta al corazón del problema central: el proyecto de un país primarizado cuya función principal es la de producir un flujo creciente de excedente, ganancias y rentas de todo tipo que, al compás del endeudamiento ilimitado, será acaparado por el puñado de mega monopolios que concentran el poder y la riqueza en el mundo actual. A esto último lleva la propuesta del Consejo Agroindustrial, y de todos aquellos que, con las mejores intenciones, predican por una reactivación de la producción centrada en el crecimiento de las exportaciones primarias y de las agroindustriales. Desde esa perspectiva, el impulso a las exportaciones permitiría crecer al mismo tiempo que se juntan las divisas necesarias para saldar una deuda externa, brutal e ilegítimamente contraída. Desde nuestra perspectiva, esta estrategia primariza al país y atornilla el endeudamiento ilimitado, fenómeno que es la antítesis de un desarrollo con inclusión social. Para lograr esto último, hay que desarticular el control monopólico existente en áreas estratégicas de nuestra economía. Esto implica regulaciones y control efectivo de los precios engarzados dentro de una estrategia que prioriza el desarrollo del mercado interno asignando inmediatamente créditos y subsidios destinados a impulsar empresas cooperativas que absorban mano de obra, descentralicen y federalicen la producción industrial y agropecuaria.

Esto es la antítesis de lo que buscan tanto el FMI como nuestros acreedores y los grandes monopolios locales. De ahí que esta semana los acreedores –agrupados en el Grupo Ad Hoc de Tenedores de bonos del Canje de la Argentina– advirtieran al gobierno que: “la Argentina necesita desesperadamente un Acuerdo con el FMI. Ya que este es la única fuente probable de anclajes políticos y un marco creíble a mediano plazo que pueda aportar estabilidad” (ámbito.com 18 2 2021). Acusan al gobierno de retrasar este Acuerdo, “para tener la libertad de continuar sus políticas insostenibles aun mas tiempo. Con las reservas ya en niveles peligrosamente bajos tal estrategia equivale a una apuesta temeraria”. Las políticas que cuestionan son: las limitaciones a las exportaciones de cereales, intervenciones en sus mercados, controles de precios, congelación de tarifas y racionamiento al acceso de divisas. La situación catastrófica de las reservas del BCRA permite presionar para cerrar rápidamente un acuerdo con el FMI, única garantía de que se conformen los “anclajes políticos” que aseguran la primarización del país y el endeudamiento ilimitado.

Esta semana también se conocieron incidentes de contrabando de cereales a través de las fronteras. Esta gota en un océano muestra la necesidad de controlar efectivamente las cantidades que se exportan y las divisas que se liquidan, algo que, además de involucrar a distintas reparticiones del Estado,  implica el control estatal de los puertos privados y de la hidrovía por la que circulan las exportaciones del país. Un acto elemental de soberanía nacional.

Fuente: (extracto) MÓNICA PERALTA RAMOS para El Cohete a la Luna

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