Falleció el periodista Alejandro Enzo Filippone

* Por Gabriela Noguera

Los epitafios siempre son insuficientes para quienes vivimos de las palabras, y los homenajes innecesarios post-morten.

Esta despedida nunca quiso ser escrita.

Pretende en si misma ser una semblanza de esa voz que acompaño a muchos bahienses por más de 20 años.

Hace poco, ya enfermo, me pedía que escribiera una nota sobre “el diego”.

–          ¿Yo? –Le pregunte asombrada. –Sabes que no sé nada de Futbol y tu pasión por Maradona no sé si soy capaz de hacerle y hacerte justicia.

Pero lo hice. La escribí para él. No para el diego. Porque al FIli le gustaba como escribía.

Lo conocí y lo acompañe en distintos roles y circunstancias por más de 28 años.

Se supone que se lo que debo decir.

“Yo soy un hombre bueno, lo que pasa es que me estoy viniendo viejo. Trate de hacer las cosas a su tiempo, o si no, no le daré importancia al cuerpo” me cantaba y me escribía parafraseando a pappo desde hace algún tiempo.

Y aunque en sus últimas horas recordaba al viejo napolitano, ese espíritu joven lo hizo trasversal a otras generaciones, ricoteras, culteras del indio Solari, de divididos, de las pelotas, de la renga, y por supuesto de sumo. Así era él. Solo basta recorrer las letras de esas bandas para conocerlo.

Pero el cuerpo le fallo. No lo acompaño. No respondió.

Me animaría a decir que si algo lo definía era la pasión. Nada a medias tintas.

Desde que lo conocí había dejado trunca la carrera de abogacía en 4to año aprobado, porque según él era su mandato social, pero no personal, y que de haberse recibido jamás podría haber vivido de lo que realmente le gustaba que era el derecho penal.

Y con el diario del lunes puedo afirmar que no se equivocó. Decidió seguir su convicción, estudio, se recibió y ejerció el periodismo en todas sus formas por 30 años.

Pocos sabían que también era locutor. Pero con el respeto profesional del caso, cuando lo identificaban así, inmediatamente corregía: “Soy periodista”.

Trabajo en televisión, fue redactor de diarios digitales, eximio productor periodístico, pero sin dudas “era hombre de radio”.

No le recuerdo un segundo de silencio al aire que no fuera intencionado. Que no fuera una pausa justa para una reflexión.

Conoció personalmente desde presidentes hasta funcionarios de distintos estamentos de todo el país.

Cumplió claramente con la premisa académica de cualquier periodista de tener una buena agenda. Y si no, el mismo la completaba. Conseguía el contacto.

Pero si bien el aire, el micrófono, el estudio lo apasionaba, la calle, la gente sin voz, era su desafío. Conocer, saber, que le cuenten, ganarse su confianza. Y lo lograba casi sin excepción.

Era de los tipos capaces de sacar una palabra a una roca.

Lucho y llego a ver hasta hace unos días reivindicaciones por muchas de nuestras batallas.

Cultor de la diversidad y respeto de género, del aborto, de la legalización de la marihuana, y por supuesto, de la defensa de los derechos humanos en todos sus aspectos.

Conoció y marcho junto a abuelas y madres de plaza de mayo, y respaldo y defendió cada juicio contra la dictadura cívico militar.

Y por si hace falta decirlo, creía firmemente en la imperfecta democracia, representativa, federal y solidaria.

SI tuvo una pasión que lo ponía en contradicciones con su carrera era “Boquita”.

Siempre decía que un bostero podía cambiar de residencia, de auto, de pareja, pero nunca de camiseta.

Aun en sus últimos días solo se perdió 2 partidos.

Exigente jugador de básquet y buen asistente. Una gran herencia de su padre que lo signo toda su vida y con la que se ganó grandes compañeros y respeto deportivo.

Despuntaba el vicio también, “con el fulbito” los sábados, con los muchachos como el que trataban de aferrarse a crear una “liga de mayores” porque a los “pibes” no había con que correrlos.

Siempre dijo que amaba a las mujeres por una condición de género que sostenía que le eran propias. Una especie de don que encontraba en pocas personas.

El respeto por su mama margarita que lo sobrevive, su amor incondicional por su hermana Claudia, y casi sin proponérselo cumplió un sueño o destino de la genética. Tuvo 3 hijas; Carla, Fiona y Gina, mujeres a las que no les aflojo un tramo de la cincha en su deber de empoderarse de ellas mismas.

Murió la voz que le quería dar aire a muchas voces, murió un compañero ideológico anti neoliberal. Murió ese “Uno” que siempre hace la diferencia.

Murió quien creía que todos, todas y todes podían transformar a bahía blanca.

El peronismo bahiense le debe un minuto de silencio.

Murió un gran amigo para un selecto grupo de personas.

Entre otros, quien te despide ahora Fili con un Hasta siempre.

“Nada de llantos, nada de tristeza, recuérdenme con buena música y gran festejo” decía.

Pero faltaras vos.

3 comentarios

  1. Me consta su «militancia micrófono en mano», sensible al «para atrás», al «descenso social» de «los y las ciudadanas de segunda», obra del macrismo desgobernando nación, provincia y, todavía, la ciudad. Empecé a escucharlo en Radio Nacional Bahía Blanca hasta que, imagino, lo desapareció el nada limpio gastador serial de pauta, que triunfó hace 5 años para mal de muchos. Fue bueno encontrarlo junto a buenos colegas en FM Altos. Muchas gracias Alejandro, de parte del grupo de curas en opción por los pobres, que encontramos en vos un corazón y una mirada parecidos al Barba, cuestionador también de la hipocresía de las iglesias – las que se callaron en las dictaduras, en los gobiernos anti populares y se molestan con cada ampliación de derechos –

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