La recaudación a las grandes fortunas equivaldría a 21 millones de IFE
En primer lugar, suele instalarse que la Argentina cuenta con una carga tributaria general excesivamente alta, pese a que las estadísticas internacionales no van en línea con dicha afirmación.

Además, a partir de la crisis global económica y sanitaria del coronavirus, con el aumento exponencial de los gastos fiscales de los distintos gobiernos mientras caen a la par las economías y las recaudaciones, comenzaron a surgir, en varios países del mundo, planteos sobre impuestos, contribuciones excepcionales o aportes “patrióticos” que recaigan sobre los sectores de mayores ingresos y patrimonios.
«En nuestro país, hace más de dos meses que también se viene planteando la necesidad de gravar los patrimonios más altos producto, por un lado, del enorme gasto público que viene realizando el gobierno en distintos programas para combatir la emergencia económica y sanitaria (ATP, IFE, créditos blandos, hospitales de emergencia, respiradores, compras sanitarias y obra pública, entre lo troncal), y por el otro, por la caída de la recaudación producto del avance de la recesión económica por la pandemia», remarca el comunicado de la UNDAV.
El Estado proyecta gastar, hasta el corriente mes, el equivalente a cerca del 10% del PBI entre políticas de expansión financieras, fiscales y gastos corrientes, incrementadas enormemente desde marzo.

En este mismo contexto, el reporte brindado por la universidad de Avellaneda indica que la estructura impositiva argentina en el período 2016-2019 se volvió más regresiva. Los clasificados como más regresivos (por ejemplo, el IVA) aumentaron su participación en el total recaudado en 4 puntos porcentuales (p.p.). Por otro lado, los impuestos muy progresivos redujeron su participación en 2 p.p., mientras que, por su parte, los progresivos descendieron 1 punto porcentual.
