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Del cambio flotante a las bandas: volvemos a la convertibilidad

El gobierno de Cambiemos comenzó en el año 2016 haciendo un culto del tipo de cambio flotante y bajo. Si medimos el tipo de cambio a precios de abril de 2019, tomando el tipo de cambio real multilateral, podremos apreciar que durante los años 2015 al 2017 convivimos con un tipo de cambio que a precios de hoy se ubicaría en torno de los $ 33. Ese tipo de cambio era muy malo para la economía doméstica.

El tipo de cambio bajo nos dejaba un gran déficit de la balanza de pagos, las importaciones eran más elevadas que las exportaciones y los viajes al exterior no se detienen. La economía solo creció en el año 2017, pero fue solo un rebote ya que no sentó bases sustentables a largo plazo. El tipo de cambio bajo se sostenía por el ingreso de capital golondrina, no había inversiones genuinas.

En el año 2018, la estrategia del gobierno de gradualismo, tipo de cambio flotante, financiación del déficit fiscal y externo quedo al desnudo cuando se cortó el financiamiento internacional. En ese momento Argentina tuvo que pasar a un duro ajuste presupuestario, una fuerte suba del dólar para revertir el déficit externo, licuar el gasto público y recurrir al FMI para financiar el pago de la deuda pública.

En la actualidad el tipo de cambio se ubica en $ 44,67, es un nivel similar al que teníamos en el año 2011 que se ubicaba en $ 45,76, aunque todavía está lejos del dólar que teníamos en el año 2007 que se ubicaba en $ 60,32 respecto a los precios actuales.

El tipo de cambio en términos reales subió el 33% en un corto periodo de tiempo, eso dejo externalidades positivas y negativas. Desde lo positivo podemos decir que tenemos un tipo de cambio más acorde con las necesidades de nuestros exportadores, genera ingreso de divisas y mejora las cuentas fiscales. Desde lo negativo es que toda devaluación empobrece al pueblo argentino ya que eleva el costo de los alimentos, dispara la inflación y genera efecto pobreza en toda la sociedad.

Luego del desbarajuste observado en el año 2018, el gobierno no pudo recuperar credibilidad, y llevo a que los agentes económicos dolaricen sus carteras en forma extrema.

El tipo de cambio flotante no logra contener al dólar, y debió pasarse a un tipo de cambo con mayor control del Banco central. Se trabajó con a la metodología de bandas de precios y zona de no intervención. A estas bandas se les agrego el condimento de una base monetaria congelada, y tasas de interés muy elevadas. Todo parecía encaminarse a un escenario más predecible, pero eso no sucedió.

Las bandas eran muy amplias, y el ajuste permanente de precios de las bandas ponía volatilidad en el dólar. En un país como argentina, con elecciones presidenciales por delante, comprar dólar es casi un clásico, y si el techo de la banda te aseguraba una rentabilidad superior al plazo fijo no había dudas, el dólar era el camino seguro. En este contexto el Banco Central realizo una reforma que le permitiría contener al tipo de cambio, y desalentar la compra de dólares.

En primer lugar, debemos decir que hemos pasado a un esquema de convertibilidad o caja de conversión como quieras llamarlo. El gobierno ha fijado dos bandas que quedaran congeladas hasta diciembre, con piso y techo bien definido entre $ 39,8 y $ 51,5.

En segundo lugar, hay penalidades muy severas si el dólar va al techo de la banda, ya que el Banco Central en dicho caso vendería U$S 250 millones por día, y retiraría pesos del mercado por la suma de $ 12.875 millones, que representa el 1,6% de la circulación monetaria.

Si la corrida persiste un mes, que serían 20 días hábiles el Banco Central recitaría del mercado un tercio de la circulación monetaria, con lo cual la tasa de interés alcanzaría niveles de 3 dígitos, la recesión sería tan grande que los agentes económicos dejarían de comprar dólares, y pasarían a vender el gran stock que tienen guardados, que presumimos superaría los U$S 50.000 millones en efectivo en el país.

En tercer lugar, si el dólar baja de precio, el Banco Central no lo sostendría hasta el mes de junio, con lo cual el piso de la banda es irrelevante, habría que ver qué medida toma a partir del primero de julio.

En cuarto lugar, el Banco Central tiene la atribución de intervenir en cualquier momento si las condiciones del mercado lo requieren, cuando el precio del dólar este cotizando dentro de la banda de no intervención, que ahora se debería llamar banda de precios de intervención sorpresa.

Todo lo hasta aquí expresado se puede resumir de una sola forma, estamos en un plan de convertibilidad o caja de conversión, en donde el gobierno fija el tipo de cambio en un rango de precios, y trata de que se mantenga en dicho nivel. Lo que tanto denostó en el pasado, hoy lo aplica cuando le queman las papas y no puede controlar al dólar.

Beneficios y perjuicios

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