Emoción y recuerdos desde Bahía Blanca por el retiro de la 20 de Manu
Pasaba horas y horas en el club Bahiense del Norte, su segunda casa. Como también lo era de sus dos hermanos mayores, Leandro y Sebastián, y lo había sido de su papá y de su abuelo, antes de la fusión en 1973, en épocas de Bahiense Juniors por un lado y Deportivo Norte, por otro. Cuando llegaba de la escuela 6, almorzaba, hacía los deberes y caminaba los 50 metros que hay desde su hogar, en Pasaje Vergara 14, hasta el número 28 de Salta. En el camino, iba picando y lanzando la pelota a las chapitas con las direcciones. Una vez en el club, esperaba ansioso su turno para entrenar, yendo de un aro a otro, siempre con la naranja bajando y subiendo entre el piso y su mano izquierda. Muchas veces, ya era de noche cuando volvía a casa.
«Estábamos todos en silencio dando indicaciones a los jugadores y se lo escuchaba a él ‘molestando’ con los piques de la pelota. ‘Andate de acá’, le decía. El se iba a otro aro y seguía, picando, tirando y jugando con otros chicos, hasta que le tocaba el entrenamiento de su categoría. ¡Y cuando terminaba, todavía se quedaba peloteando! Molestaba permanentemente”, recuerda con una sonrisa Pablo Andrés Coleffi de aquel flaquito irrespetuoso, el menor de los Ginóbili. Pocha, como lo llaman en el barrio y lo reconocen en el ambiente basquetbolístico, entrenó a Leandro y Sebastián. Los fondos de su casa dan al patio trasero de Pasaje Vergara 14. Vio nacer y crecer allí a Manu y todavía no cae por lo que va a ocurrir esta noche en San Antonio.
“Recuerdo que en el 90, cuando yo era asistente de León Najnudel, él traía videos de la NBA y para mí era como para ir a Marte, ciencia ficción. Pasaron 29, 30 años y que hoy retiren una camiseta en la NBA de un jugador que nació en esta cancha, en este barrio, me pone la piel de gallina. No lo puedo creer” le dice Coleffi a Clarín en el interior del estadio Manu Ginóbili. Sobre el parquet, chicos un poco más grandes de lo que era Emanuel cuando “molestaba”, escuchan indicaciones y las ponen en práctica. “Si faltaba uno, él estaba listo para completar, aún con chicos de más edad. Siempre fue disciplinado, muy competitivo, tremendo. Se autoexigía porque no solo quería ganar, sino ser cada vez mejor. Eran cosas fuera de lo común para alguien de su edad”, evoca Pocha, ex entrenador de Deportivo Roca (dirigió a Pepe Sánchez), Atenas, Gimnasia de Comodoro, Andino de La Rioja (donde debutó Manu en la Liga) y Bahía Estudiantes, en la Liga Nacional, y Massafra y Salerno en el Ascenso de Italia.
Su cercanía con los Ginóbili y el sentimiento de pertenencia a la comunidad azul, rojo y amarillo de Bahiense del Norte, le inflan el pecho al hablar de Manu. “Es que fue un fenómeno como jugador y una grandísima persona. Era su sueño, llegar lejos. Íntimamente él lo pensaba, pero creo que ninguno creía que iba a llegar donde llegó. Donde fue hizo una revolución y lo que tocó lo hizo oro. En Andino, en Estudiantes, en Reggio Calabria, Kinder Bologna. Hizo una construcción donde cada temporada se ponía la vara más alta y lograba superarla. Hasta que llegó a La Meca del básquetbol, donde triunfó y es querido por todo el ambiente. No tomamos dimensión de lo que ha logrado este chico. Lo tiene merecido por sus valores, su disciplina, su entrega en cada partido y el amor por el juego” destaca Coleffi, que no solo ve a Manu con ojos de entrenador.
Destaca que fue un excelente alumno en la escuela primaria, hablaba inglés antes de empezar a jugar básquet profesional y nunca estuvo relacionado con problemas propios de los niños o adolescentes. Destaca los roles de su esposa Many (“ella es parte del éxito porque en esta profesión, uno está mucho tiempo lejos”), de sus padres Raquel y Yuyo (“lo criaron con buenos valores, al igual que sus hermanos”) y el del club (“le dio el ABC de cómo ser un jugador de barrio que él lo pudo llevar más allá con altura, profesionalismo y mucho amor”). Coleffi recuerda cuando en 1992, sobre el aro más cercano a la calle Salta, Manu le ganó un uno contra uno a Pepe Sánchez en la final del campus Basquet Manía. Un video de ese choque de futuros colosos, por entonces de 11, 12 años, atesora en su casa y un fragmento forma parte del reciente documental sobre La Generación Dorada.
“Para el país, donde necesitamos de ídolos de verdad, lo que va a pasar este jueves era imaginable poco tiempo atrás. Y Manu lo hizo”, valora el entrenador. El 2 de febrero compartieron el casamiento de un amigo en la ciudad y el retiro de la camiseta, al que no podrá asistir por su actual trabajo en Bahía Blanca, fue tema de conversación. “Todavía faltaba mucho y no se lo veía nervioso. Pero él es introvertido y lo que son aplausos y homenajes, lo ponen un poco incómodo. Pero va a tener que aceptar que el mundo del básquet, el país y la NBA lo van a homenajear como se merece, con su camiseta colgada para siempre en el estadio de San Antonio”, comenta sobre la prueba para el corazón que tendrá Manu esta noche.
Allí junto a él estarán sus familiares, amigos y ex compañeros para abrigarlo. Otros, como Coleffi, lo seguirán desde muy cerca de donde nació la leyenda del número 20 de los Spurs.
Fuente. Clarín