Haz lo que yo digo, no lo que hago
El presidente de la Nación, Mauricio Macri, dio su último discurso de apertura de las sesiones legislativas, al menos en este primer mandato que tendrá su corolario en diciembre próximo. Lo más destacable del mismo tuvo que ver con el énfasis que puso en erradicar el déficit fiscal, culpándolo de la elevada inflación, el nulo crecimiento del PBI en 7 años y la decadencia que ya lleva unas cuantas décadas en nuestro país.
Apenas segundos después de apoyar sostenidamente la idea del equilibrio presupuestario, el presidente Macri anunció un 46% de aumento en la Asignación Universal por Hijo (AUH) que reciben 4 millones de personas. Nadie puede poner en duda la nobleza de tal anuncio, sobre todo luego de un año 2018 donde la inflación superó el 49%. Sin embargo, la pregunta obligada que tenemos que hacernos es, ¿quién pagará ese ajuste de la AUH? ¿Deuda? ¿Nuevos impuestos? ¿Baja de otras partidas presupuestarias?
No está claro. Y eso es lo que genera desconfianza en los inversores. La señal de querer buscar el equilibrio fiscal es fuerte, pero las medidas aplicadas luego generan contradicciones.
Aquella contradicción como la que incurrió Cambiemos al intentar alcanzar el equilibrio primario en 2019. Mientras que nuestro presidente remarcó, cada vez que pudo, que es necesario bajar la carga impositiva, el gran ajuste para equilibrar el fisco se proyectó en base más presión de impuestos y un muy marginal recorte del gasto.
Vaya paradoja. El camino elegido implicó una profundización de la recesión, agobiando al sector privado en su tarea de generar empleo, producción y riqueza, obligando, seguramente, a que el Gobierno negocie un waiver (perdón) con el FMIen cuanto al objetivo propuesto en la meta fiscal.
O también esa contradicción evidente que sufrió el inversor, cuando por comienzos de 2017 se los invitaba a traer su ahorro a la Argentina, participando del blanqueo de capitales más importante de nuestra historia, pero unos meses después se instrumentó el impuesto a la “renta financiera”.
Hay una falla grave entre el discurso y la posterior generación de los incentivos para que se active definitivamente la rueda del crecimiento y del progreso.
Creo que el presidente aprendió la lección, aunque los errores “no forzados” podrían haber causado un daño irreversible para sus chances de reelección.
Esperemos que aún no sea demasiado tarde para CAMBIAR.
Fuente. ambito financiero