Asambleas hacia el 8M: Somos Juntas
“El día de la mujer” que en realidad es el día de las mujeres trabajadoras, se volvió desde hace 4 años una marca en nuestros calendarios, no sólo por la efeméride sino por el ritual de la militancia feminista. Un mes antes (cuatro semanas justas) comienzan a moverse los engranajes de las asambleas que se suceden en todo el país de cara al 8 de marzo.
Las únicas flores que queremos son las que compartimos de mano en mano mientras entre debates acalorados organizamos cómo tomaremos las calles en una efervescente multiplicidad de consignas. Este año quizás sea el más desafiante: sumarle al proceso asambleario la complejidad de un año electoral.
La heterogeneidad del movimiento de mujeres es explícita y reconocernos en la diferencia es la base de esa construcción; por lo que dar nuestras propias disputas en relación a los espacios que componen este movimiento es sano pero al mismo tiempo es necesario correrle la vara a la política machista que nos entierra bajo cuatro años de macrismo.
La tan reclamada unidad, los tan valiosos consensos que necesitamos para también hacer lo más feminista que podemos hacer: ganar las elecciones. Es en todos lados que vamos a estar disputando no sólo la calle sino nuestro futuro, porque así somos las feministas. Vamos por todo.
Quizás una asamblea de más de mil compañeras y compañeres de Capital Federal sea muy poco para algunos. Quienes la construimos año a año sabemos lo que vale. Quizás en términos territoriales no sea un espacio orgánico, pero es la calle la que a fin de cuentas nos convoca año a año y desde el feminismo y para el mundo damos cuenta de lo transversal, constitutivo, pauperizante y sistémico que es el patriarcado que queremos extirpar.
El avance de la derecha en la región es innegable e invade nuestras porosidades. Se nos plantan como en cualquier tierra fértil las Lospenatos, las Awadas, y demás intentos de pinkwashing junto a las peores expresiones del fascismo que han surgido en estos tiempos: las TERFS (“feministas” transodiantes) que con discursos biologicistas intentan fundamentar la exclusión.
Por eso y más que nunca es la puesta en juego de las herramientas asamblearias, el ejercicio cotidiano de nuestros derechos y deberes ciudadanos que nos piden poner un piso, somos transfeministas y antimacristas.
Paro general, dejen de matarnos, eso que llaman amor es trabajo no pago, cupo laboral trans, pero además, y más aun este año, la consigna es cupo de mujeres, lesbianas travestis y trans en la política. Sin cartelitos compañeros, con las compañeras al lado.
Es también en el campo simbólico: la unidad. La victoria es finalmente poder ser el ejemplo de que hay otra política posible capaz de escaparle a los sectarismos de un sello para ser síntesis y vocera de una mayoría contemporánea. La unidad que queremos es la que despliegue unidad de acción pero diversidad de identidades. La unidad a la que apunta un movimiento de mujeres lesbianas travestis y trans es la que hizo el primer paro al gobierno más infame de la historia cuando nadie supo hacerlo.
Ese es nuestro trabajo cada viernes de asamblea: cimentar pisos y derribar techos. Como albañilas, rasgarnos la propia piel intentando una y otra vez derribar los límites patriarcales y los condicionamientos incorporados que una genealogía de política machista nos ha dejado. Somos juntas.
Las peronistas de eso sabemos, nuestra historia es la de las mujeres pobres de cada región dando lucha al patriarcado y al machismo en cada rincón. Sabemos que es lo mejor que se pueda con todas adentro, sin ni una menos, pero sobre todo con las compañeras en las listas y los cuerpos en las calles.
El Pañuelazo por el aborto del martes pasado demostró la capacidad de nuestras calles. Sí, nuestras y verdes. Empezar el año con este fervor militante habla del deseo no sólo de sancionar una ley clave en relación a los derechos reproductivos sino de ser protagonistas de la renovación política argentina. Una renovación con la verdadera alegría feminista, la de conquistar cada vez más derechos.
Este es el valor de tener un espacio donde podamos construir juntas y luego en paralelo en cada espacio. Donde podamos crear nuevos espacios de diálogo y también cerrarle la puerta en la cara a los nuevos fascismos: sin lxs travas, nada. Con les compañeres, todo. Cada viernes a las 17 hs, en la Mutual Sentimiento, hay democracia y unidad por construir junto al movimiento feminista. Ahí nos vemos.
Andrea Conde es legisladora porteña y Presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud.
Fuente: infonews.com