Al borde del abismo: la crisis internacional y el impacto amplificado en Argentina
Las crisis son consustanciales al sistema capitalista de producción. En cada una se concentra y centraliza más el capital. Cada vez son más frecuentes. Pueden desencadenarse por distintos fenómenos. Keynes concluyó en que los ciclos se deben fundamentalmente a los cambios de la eficiencia marginal del capital y Kalecki, con un concepto análogo formulado por Marx, a las variaciones de la tasa de ganancia del capital. La fase de disminución pronunciada y sostenida de la rentabilidad del capital deriva en crisis cuyos comienzos pueden manifestarse de diversos modos. Por otro lado, al no encontrar posibilidad de valorizarse en la esfera de la producción por saturación de mercados, el capital acude a la esfera de la circulación para hacerlo de manera artificial, es decir, sin crear valor.
El FMI estima que el endeudamiento soberano de países y empresas no financieras asciende a 164 billones de dólares, duplicando el Producto de la economía mundial, que ronda los 80 billones de dólares. De manera simplificada, se podría analizar que existen dos títulos jurídicos que refieren la propiedad del mismo valor: el del Producto y el de la deuda que debería ser saldada. Todo el conjunto de bienes y servicios que produce todo el mundo en un año apenas alcanzaría para cancelar la mitad de la deuda. ¿Puede ser cancelada? ¿Puede ser ejecutada? Se utiliza para desnacionalizar y transnacionalizar, concentrar y centralizar el capital.
La situación se potencia en el universo de los derivados financieros. Este fenómeno lleva a que la economía financiera sea mucho mayor a la real –se estima que no menos de 20 veces en la actualidad– y a que la conduzca.
Si bien no toda economía financiera es ficticia porque puede ser crédito destinado a la producción, la mayor parte de ella está vinculada a la especulación financiera, desconectada parcialmente del proceso productivo.
En la economía real, la de producción de bienes y servicios, no sólo existe sobreproducción sino que comercios y bancos expanden créditos al consumo para atenuar el problema hoy, potenciándolo mañana, a la hora de cobrar. Por otro lado, las burbujas especulativas se expanden hasta que quieren cobrarse diversos títulos de propiedad sobre el mismo producto y es el momento en que estallan este tipo de crisis.
El dólar se fortaleció desde la debacle de 2008 y la tasa de interés estadounidense fue creciendo. Se desacelera el crecimiento mundial. Estimada de diversos modos, existe una disminución de la tasa de ganancia de las corporaciones no financieras a nivel global a partir de 2013, luego de la recuperación manifestada tras 2008.
El desempleo se eleva. Además, el incremento de los salarios en términos mundiales cayó en 2017 a su nivel más bajo desde 2008, según un informe de la OIT. El crecimiento mundial del salario real se desaceleró al pasar de 2,4 por ciento en 2016 a 1,8 por ciento en 2017. Impactará en el consumo.
La opinión de especialistas de diversas corrientes del pensamiento hablan del “estancamiento secular”. Además, que estamos en vísperas de una crisis y que, para afrontarla, no alcanzarían las medidas adoptadas desde 2008, con las que varios estados nacionales salvaron a instituciones financieras y dejaron a la deriva a los pueblos.
Según consignó el diario especializado El Economista del 26 de noviembre pasado, el CEO del banco de inversión JP Morgan, Jamie Dimon, se reunió con algunos de los empresarios argentinos más poderosos: Paolo Rocca (Techint), Luis Pagani (Arcor), Alejandro Bulgheroni (Bridas) y otros involucrados en la causa de las fotocopias de los cuadernos por supuesta corrupción en contratos de obra pública. Se refirió al contexto económico global que plantea desafíos para los países emergentes. También se mostró entusiasta con el proceso de privatizaciones en Brasil. Algunos grandes conglomerados económicos de origen brasileño están siendo desplazados de sus mercados o subsumidos por transnacionales norteamericanas.
El proceso de desendeudamiento, el rechazo a la dolarización y a la consumación del ALCA, entre otras medidas, evitó que la crisis de Estados Unidos se propagara de manera directa. Hoy, Argentina se “abre” al mundo de las grandes potencias mientras ellas se cierran, al tiempo que se endeuda sin generar capacidad de repago, continúa un proceso dolarizador y toma medidas que bajan las defensas ante una crisis.
Al implosionar la Convertibilidad en 2001, el establishment mundial aseguraba que Argentina no podía conducir su economía, por lo que debía tener una junta ad hoc con presencia del FMI, el BM, los grandes bancos y donde el Gobierno Nacional también podía tener un representante. Desde 2015, la Doctrina Monroe es aplicada por el gobierno de CEOs financieros. La política anexionista se despliega con formas heterodoxas pero avanza ante una crisis en ciernes.
Fuente. Pagina12