Las señales políticas que convencen a Cristina Kirchner de su regreso

«Ya no nos ven como pasado. Políticos, empresarios y diplomáticos empiezan a sondearnos y a interesarse porque saben que también podemos ser futuro», sintetizan, bañados de optimismo, desde el entorno de Cristina Kirchner.

Las señales en ese sentido se replican a la hora de los armados electorales en las distintas provincias. San Juan es un botón de muestra con la unificación del PJ para lograr la reelección de Sergio Uñac, cuando se especulaba con que el gobernador trabajaría por la exclusión del cristinismo.

Gustavo Bordet explora un acuerdo con su antecesor, el kirchnerista Sergio Urribarri —de reciente y reservado paso por Buenos Aires—, para quedarse un período más en la gobernación de Entre Ríos. Y el mandatario massista Mariano Arcioni abrió su lista a los militantes del FPV-PJ para lograr la reelección en Chubut.

Acaso el giro que más celebraron en el Instituto Patria es el de Juan Manzur. El gobernador que el año pasado ofreció Tucumán para darle volumen nacional al espacio de Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto es por estas horas un exégeta de Cristina.

«Los que no quieren la unidad del peronismo trabajan para Macri. Hoy me doy cuenta del rol central que ocupa CFK cuando llama a la conformación de un gran frente opositor. Sin mezquindades, abre sus brazos a todos. Ella entiende la importancia de la unidad de nuestro espacio político», repite como una letanía el texto de la carta que dirigió al partido.

Ni las causas judiciales ni una eventual candidatura de Roberto Lavagna frenó el acercamiento de vastos sectores del PJ a Cristina, quien en los sondeos sigue liderando las preferencias del votante peronista, otra señal de su fortaleza.

¿Qué le pidió la senadora a Agustín Rossi, Felipe Solá y Daniel Scioli, quienes ya manifestaron sus ambiciones de competir? Que caminen. Sabe que lejos de ser un obstáculo, terminarán sumando a su causa. Y, sobre todo, sabe que la que hoy mueve el ampérimetro en la interna es ella y nadie más.

Este cuadro de situación envalentonó al círculo íntimo de la mandataria a promover a Axel Kicillof como candidato a gobernador bonaerense por encima de otros aspirantes con desarrollo territorial, como los intendentes Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, o Verónica Magario, de La Matanza.

Hay quienes suman el reciente procesamiento de decenas de jefes comunales del distrito, en una causa que instruye Claudio Bonadio por supuesto fraude de fondos públicos en el tratamiento de residuos, como un argumento más para posicionar al ex ministro de Economía en desmedro de sus rivales internos, muchas veces asociados a prácticas clientelares.

Sin embargo, las investigaciones judiciales no son condicionamiento de ninguna candidatura en el espacio. ¿Podrían serlo cuando la ex presidente y su hijo Máximo —alentado para ser cabeza de lista de diputados en los pagos de María Eugenia Vidal— acumulan causas en contra?

De hecho, hasta el propio Kicillof está procesado en la llamada causa de dólar futuro. La explicación del favoritismo por el ex ministro, que en todo caso podría ir acompañado de un intendente de vice (¿Magario?) es más sencilla. Cristina lo prefiere porque es el más cristinista de los potenciales aspirantes bonaerenses. Y, sin desdoblamiento, no depende de los intendentes para que le traccionen votos «de abajo hacia arriba» sino que ella misma, como cabeza de la larga boleta, se ocupará de esa tarea «de arriba hacia abajo».

Kicillof es clave en la estrategia electoral y mide bien en las encuestas. La ex jefa de Estado le deriva a él —y a Alberto Fernández, su recuperado estratega político— las reuniones con empresarios y diplomáticos, que se han multiplicado en los últimos meses. El joven economista también se sienta con representantes de distintos fondos de inversiones.

En cambio, la senadora se ocupa personalmente de dirigentes desencantados como Guillermo Nielsen, a quien recibió en su departamento de la calle Uruguay. Al ex secretario de Finanzas, que tuvo su paso por el massismo, le pidió que le diera un diagnóstico de los mercados y cómo estos reaccionarían ante su candidatura.

La crisis económica colaboró con creces en el fortalecimiento de Cristina y en el cambio de actitud de algunos de sus detractores. Eduardo Duhalde, quien votó a Mauricio Macri por su tirria con la ex jefa de Estado, ahora asegura que no quiere que el actual presidente continúe en el poder: «Si tuve problemas con Cristina ya me olvidé», dijo la semana pasada, reconociendo que la líder de Unidad Ciudadana lo llamó para interiorizarse de sus problemas de salud.

Graciela Camaño también bajó un cambio en sus críticas. Y si bien la diputada massista mantiene la idea de no estar «pegoteada» al kirchnerismo, ya no trata a la ex mandataria con el desdén de otros tiempos. Eso sí, mantiene, como estandarte del Frente Renovador, la candidatura de Sergio Massa, porque Cristina —dice— «tiene demasiadas complicaciones», en referencia a las causas judiciales.

En el Instituto Patria hay miradas contradictorias sobre el tópico. Algunos temen que el paso de su jefa por Comodoro Py —será indagada el 26 de este mes por el direccionamiento de la obra pública— la termine perjudicando.
Otros, en cambio, entienden que la avanzada judicial, por considerarla la cabeza de una asociación ilícita, la victimiza, generando un efecto de consolidación del voto propio y de suma de nuevas voluntades.

Incluso, imaginan que la instancia oral y pública puede ser el mejor escenario para que, aprovechando su discurso encendido, descoloque a testigos como Angelo Calcaterra, el primo de Macri que aparece mencionado en la causa.

«Va a ser para alquilar balcones, para hacer una serie. Se puede lucir como Perry Mason», dijo con peregrino entusiasmo un, evidentemente, no tan joven cristinista haciendo un parangón con aquel abogado defensor de ficción de los años 30.

Más que en Calcaterra, los operadores de Unidad Ciudadana tienen la lupa puesta sobre Víctor Manzanares, el que más aprensión les genera, especialmente después de haber sido aceptado por la justicia como arrepentido. Aseguran que si este contador del matrimonio Kirchner no compromete seriamente a su histórica clienta en la causa de lavado de dinero, el regreso de Cristina al poder es posible.

No son los únicos que hablan de un revival de la senadora, cuya campaña por ahora se basa en el silencio. Algunos pocos funcionarios de Cambiemos también lo imaginan, aunque lo expresan en voz baja.

Hasta Mirtha Legrand, una declarada votante macrista, contempla ese escenario. Por eso, después de años de manifestar su certeza de que «el kirchnerismo no vuelve más», la diva de la TV pasó a afirmar que «daría la vida para que no vuelva el kirchnerismo».

Fuente. Infobae

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