La economía se acerca a un cruce de caminos
Ya hemos dicho en el pasado que la peor política económica que se podría encarar sería el retraso cambiario. Este fue ensayado por todos los gobiernos de los últimos 50 años, y siempre concluyó muy mal. Tan mal que fue el factor económico determinante de las sucesivas crisis económicas que acompañaron el fin de todos los mandatos presidenciales que cayeron antes de tiempo. El solo hecho de que ahora sea nuevamente una meta económica de cara a las elecciones debería erizar la piel de cualquier conocedor de la economía argentina. Las autoridades están tratando de aplicar una política monetaria -bajando las tasas ahora más rápido- y una política cambiaria -aumentando algo las compras de dólares del BCRA- moderadas. Esa moderación seguramente impedirá una salida rápida de la recesión. No hay que engañarse: si la economía llega a mostrar mejores cifras desde el segundo trimestre de este año, es por la sencilla razón de que existirá un “espejismo estadístico” producto de la base con la cual se efectúa la comparación. La recesión, entonces, está para quedarse. Y las políticas del Banco Central no van a ayudar a acelerar la salida de esta como lo hubiera quizás facilitado un plan de shock con una rápida caída de las tasas de interés a niveles muy bajos, con un dólar real muy alto.
¿Cómo podemos saber entonces a qué atenernos de aquí en más? Probablemente lo sabremos en breve: si el BCRA sigue bajando las tasas al ritmo que lo hizo en la última semana de enero y lo hace en la primera de febrero y no se asusta de que haya un rebote en el dólar aunque el mismo sea apreciable, entonces podremos pensar que la política económica adquiere más ribetes de normalidad. Si, en cambio, ante la primera escapada del dólar el Gobierno se asusta, paraliza la baja de las tasas de interés y anuncia que baja el monto diario de compra de dólares de nuevo a u$s50 millones por día, entonces tendremos una mala señal porque demostraría de manera palmaria que las actuales bajas de tasas y aumento de compra de dólares no son más que un simulacro, una pantomima efectuado con el fin de que el mercado crea que realmente están decididos a ir a un esquema más estable cuando ello en realidad no es cierto.
¿Y por qué esperar? ¿Por qué no puede entreverse cuál es el real camino por ahora? Porque el BCRA no puede aumentar la compra de dólares con estos altísimos guarismos de tasas de interés sin fomentar la entrada de capitales golondrina por montos realmente grandes.
En este punto surge un factor recurrente, la sensación, que parece cada vez más certera, de que las autoridades se equivocaron gravemente en el propio inicio del actual esquema económico en no fijar la zona de no intervención en niveles bastante superiores de cotización de dólar. Ello hubiera costado más inflación, pero hubiera facilitado muchísimo la compra de dólares por parte del Banco Central, las tasas de interés ya podrían ser muy inferiores a las actuales y, con mayores compras de dólares el riesgo-país sería mucho más bajo porque merced a mayores compras de dólares, el horizonte cierto de pago de deuda se aleja en el tiempo. Pero no, primó la tozudez de frenar al dólar como sea y bajarlo de 42 pesos y ahora resulta que en el sistema financiero hay cerca de u$s120.000 millones en depósitos en pesos, circulante en el público y Lecap. O sea, hay pesos. Muchos pesos. Muchísimos pesos. Y si ello no se nota en las tasas de interés es sólo porque el BCRA las sostiene. De otra manera, se desplomarían. Pero en fin, la posibilidad de entrever si este error puede ser salvado o no, se verá recién en el mediano plazo, mucho más allá del tiempo necesario para ver si hay que tomar en serio al BCRA cuando ahora baja las tasas y aumenta la compra de dólares, o si se va al mazo ante la primera suba del dólar y se paraliza. Ahora bien, más allá de todos estos factores y razonamientos que mencionamos, todo, pero todo quedaría como meramente anecdótico si la Fed señala que vuelve a subir las tasas en junio o septiembre, o si los datos de la economía norteamericana vuelven a mostrar robustas señales como lo fue la última cifra de empleo en EE.UU. Si ello ocurriera, nada salvaría a los mercados de riesgo -en los que Argentina sigue siendo por gran distancia la Cenicienta- del vendaval de ventas.
Fuente. ambito financiero