Panorama político: Amia

Ha sido quizás el caso más escandaloso, pero todo el discurso de Cambiemos se construye de esa manera: evita el razonamiento o la prueba y convoca a la reacción emotiva, chauvinista, exaltada o prejuiciosa. Estos días se reprodujo ese mecanismo en el editorial de La Nación que hizo una exaltación del instinto materno de las niñas violadas que dan a luz; en el insólito ataque en bloque de Cambiemos a una jueza porteña, o con el decreto de extinción del dominio.

El ataque contra la AMIA dejó un saldo de 85 muertos. Cambiemos utilizó en forma politiquera el atentado para denunciar el memorándum y difamar al gobierno anterior y se valió para esa tarea de un sector de la colectividad judía vinculado a Rubén Beraja, uno de los acusados por encubrimiento. Parte de esos dirigentes que apoyaron al menemismo son ahora funcionarios del gobierno de Mauricio Macri o legisladores de Cambiemos, como el diputado Waldo Wolff.

Después de 25 años el atentado permanece en el mayor de los misterios, básicamente porque su investigación fue obstaculizada por el gobierno menemista de aquél entonces. Si se pudiera dilucidar el motivo de ese encubrimiento, seguramente se estaría más cerca de saber quiénes fueron realmente los responsables.

La causa por el memorándum que trató de presentar el fiscal Alberto Nisman fue rechazada por cinco jueces porque no tenía consistencia jurídica. Después del triunfo del macrismo, el fiscal Germán Moldes volvió a tomarla y le dio la entidad que tiene ahora. Moldes fue funcionario del ministerio del Interior durante el menemismo y fue el encargado de gestionar en tiempo récord la residencia (para cualquier mortal es un trámite que puede extenderse por años) para el mayor traficante de armas del planeta, el sirio Monzer Al Kassar.

La presencia de Al Kassar protegido por el gobierno menemista nunca fue explicada. Pero investigaciones periodísticas pusieron al descubierto una intrincada trama para el tráfico de armas a Croacia y a Bosnia, con la participación del gobierno argentino, en la que Al Kassar funcionaba como operador central. Son los años 90-95. En esos años se produjeron los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. Esa línea de investigación fue dejada de lado.

El memorándum nunca se aplicó, nunca fue aprobado por los iraníes, en Argentina fue aprobado por el Congreso, e Interpol declaró que nunca desistió de la persecución a los acusados iraníes. La causa que promovió el macrismo no tiene valor jurídico real y va en el mismo sentido del encubrimiento anterior. Pero con la colaboración de los medios oficialistas, los fiscales como Moldes se saltearon esos “detalles” (cualquiera de ellos establece la nulidad de la acusación) y removieron los miedos ancestrales de la colectividad judía para instalar en forma paranoica la imagen de una conspiración imposible.

La causa del memorándum se sostiene sólo por la decisión del gobierno que además la usa para perseguir a sus opositores. Los exaltados por esta causa no tienen argumentos y se basan en prejuicios que fueron hábilmente manipulados por la propaganda oficial, igual que con el suicidio del fiscal Nisman. Como sucedió con la AMIA en la causa por el memorándum, la jueza Sandra Arroyo Salgado desistió de la querella en el juicio por el supuesto asesinato, también sin acreditar, de su ex marido.

Reemplazar casi en forma total el discurso racional en la política y en la justicia, por invocaciones a los prejuicios, puede desatar el prejuicio opuesto, el viejo antisemitismo. Es el riesgo del método de Cambiemos donde nada se explica y todo se reduce a reacciones emotivas prejuiciosas, como también es el antisemitismo.

La oposición se empeña en cuestionar al gobierno con los datos terroríficos de la economía. Para muchos observadores, el de Mauricio Macri es el peor gobierno de la transición democrática. Pero el gobierno rebota esa acusación y dice que todo es culpa del gobierno anterior. No tiene argumentos para decirlo, ni le interesa. Fomenta el odio y sostiene sobre él esa acusación.

El Decreto de Necesidad y Urgencia que emitió Macri el 22 de enero pasado por el cual impuso la ley de extinción del dominio que habilite a expropiar las propiedades de un acusado de corrupción, antes de que se lo condene, y tiene una retroactividad de 15 años. Ninguna ley puede ser aplicada en forma retroactiva y no puede invertir la carga de la prueba. Tiene que ser rechazado tanto en el Congreso como en el Poder Judicial. Los propagandistas del oficialismo lo saben. No importan los argumentos racionales. Lo único que queda es la frase que usó Macri: “El que las hace las paga”.

Según el organismo Defensa de Usuarios y Consumidores, desde que asumió el gobierno macrista, hasta marzo de 2019, Edenor y Edesur habrán aumentado los precios de la luz hasta un 4956 por ciento. Pero además, los usuarios que soportaron ese aumento de usura, ahora están padeciendo cortes de luz con temperaturas de 40 grados en la CABA.

A pesar del maltrato entre las víctimas todavía se escucha “que pagábamos muy poco” o “también con lo que dejó la chorra”, y así. Se ha difundido que Argentina estaba en el puesto 70 en el ránking mundial de subsidios, muy por detrás de gobiernos como el Estados Unidos, que fomenta su industria con subsidios a la energía. Y se ha dicho que las viejas privatizadas de servicios que se están enriqueciendo son propiedad de amigos del presidente Macri.

En la CABA reside gran parte de las 300 mil personas que integran la comunidad judía argentina y muchos de ellos van a volver a votar al macrismo convocados por ese discurso del prejuicio. Todos los porteños han sido atropellados por los precios abusivos y los cortes de luz. Y ninguna encuestadora pone en duda que en la CABA ganaría Mauricio Macri. Es una demostración de la eficiencia de ese discurso irracional de raíz emotiva que primitiviza a la política y que tiende a cambiar la lógica sobre la que se asentó el discurso político.

Hubo ejemplos que reproducen este mecanismo en un escenario que pareciera más chiquito. Como la reacción masiva de Cambiemos –evidentemente seleccionada con un fin propagandístico– contra la decisión de la jueza Patricia Guichandut, del fuero nacional penal, con relación a delitos menores. La reacción fue instantánea y conjunta del presidente Macri, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta y su vice Diego Santilli.

El mensaje de Macri fue para sus medios fieles. “Es indignante el caso de la Jueza que nuevamente liberó a motochorros con antecedentes penales y prohibición de ingreso al país”, planteó a través de su cuenta de Twitter. La jueza explicó que el hombre, de nacionalidad colombiana, acusado de intento de robo de un celular, no tenía antecedentes en la Dirección de Migración. En otro caso, donde el acusado era uruguayo, la jueza no había intervenido. Finalmente el colombiano aceptó la deportación administrativa y fue expulsado.

Entre las decenas de delitos más graves, los propagandistas de Cambiemos eligieron delitos menores cometidos por extranjeros. La política de mano dura de Macri y Patricia Bullrich no puede bajar los índices de inseguridad. Por el contrario se multiplicaron este tipo de delitos menores. En vez de diseñar una política real para prevenir la inseguridad, Cambiemos se refugia en el discurso, busca un blanco fácil y convoca a la reacción chauvinista que no requiere ninguna explicación.

Según la estadística oficial, en Argentina nueve nenas de entre 10 y 14 años dan a luz por día. En todos los casos se trata de violaciones. Y en el 80 por ciento de ellas, son intrafamiliares. En vez de buscar una solución al drama que marcará para siempre a estas miles de niñas, el diario La Nación publicó ayer un editorial donde las califica como “madrazas”. La cifra fue publicada por Clarín que después orienta el artículo en el mismo sentido que La Nación.

Naturalizan el drama de las violaciones y lo tapan con el “instinto maternal” que se sobrepondría a esa tragedia que destruye para siempre. En la Argentina se han producido tres mil muertes de mujeres humildes por abortos clandestinos en condiciones precarias. En vez de una respuesta racional, surge el discurso demagógico del instinto maternal usado para tapar el horror.

Cambiemos cambió la lógica de la política. Cuando quiere vender un reloj, no explica los beneficios del artículo sino que lo muestra con un galán y dos rubias. El tipo lo compra sin saber si funciona y aunque no le funcione sigue creyendo que se convirtió en el facha de la publicidad y que se va a ganar a las dos rubias. La política se vuelve ilusión y marketing sustentada en un discurso emotivo con poca base razonable. Ganó las elecciones sobre la base de ese discurso que es mucho más penetrante que los datos duros y concretos de la razón. La oposición deberá encontrar un discurso que pueda superarlo.

Fuente: Página12

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *