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Cómo en nombre de la ciencia aún se alimentan estereotipos de género

Pocos días atrás el auditorio del Centro Cultural de la Ciencia (C3) se vio colmado de mujeres (y algunos hombres) que escucharon a 14 expositoras de primer nivel durante 4º Jornada de Ciencia y Arte “Cerebro y mujer”. El encuentro tuvo como principal objetivo deconstruir la mirada sobre lo femenino desde las distintas áreas de la ciencia.

La encargada de abrir la jornada fue la neurocientífica Silvia Kotchen, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y una de las principales impulsoras y organizadoras del encuentro. En su ponencia “El aporte de la neurociencia (y no de las Pseudo-Neurociencias) en el conocimiento sobre Cerebro y Mujer”, habló de cómo se quisieron instalar estereotipos de género con los primeros estudios sobre el cerebro.

Kotchen, quien es también una de las fundadoras de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT) y dirige la Unidad Ejecutora en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS), dialogó con ámbito.com sobre cómo aún persisten mitos sobre las diferencias en el cerebro del hombre y la mujer, de cómo aún se utilizan estudios en teoría científicos para segregar y de la precaria situación de los investigadores y las investigadoras del país.

Periodista: ¿Existen mitos en el cerebro de la mujer que pueden “justificarse” desde las neurociencias?

Silvia Kochen: En la actualidad, las neurociencias tienen mucho auge y divulgación, algo que me pone contenta. Pero también me preocupa cómo con el lenguaje científico se intenta instalar estereotipos, en este caso en relación al género o las mujeres. Buscan fundamentar a partir de supuestos trabajos científicos postulaciones falsas que refuerzan estos estereotipos, como que las mujeres somos más sensibles o predomina en nuestro cerebro lo emocional sobre lo cognitivo, mientras que en los hombres predomina lo cognitivo. O que las mujeres no tenemos habilidades “innatas” para las matemáticas. Pero lo cierto es que otros trabajos serios muestran como en el sistema nervioso, sus conexiones se establecen después del nacimiento. Es decir, hay un predominio de lo adquirido por sobre lo innato: todos nacemos con más de un millón de neuronas pero, para que puedan funcionar, tienen que conectarse entre sí. La capacidad de conectarse es lo innato, pero establecer esa conexión es lo adquirido. Cuando nacemos hay sólo un 10% de estas neuronas que tienen establecida la sinapsis, y el 90% restantes se van a desarrollar durante el crecimiento. Por ende, lo que va a impactar en el cerebro de cada ser humano es el medio ambiente, los aspectos sociales, económicos y culturales. Hay que sospechar cuando se toman algunas cuestiones como innatas.

P.: Entonces, ¿existe diferencia real entre cerebro de hombre y la mujer?

P.: ¿Persiste el determinismo biológico como sesgo?

P.: ¿Es un mito cuando en las familias se dicen que un hijo “sacó la inteligencia” de alguno de sus padres?

S.K.: Es un mito. Cuando Hitler hablaba de la superioridad de la raza, justamente partía de eso. En una familia de músicos es más frecuente que haya hijos músicos, pero eso tiene que ver con el aprendizaje. Hay un trabajo muy lindo sobre el cerebro de los pianistas, y se observa que existe una relación del desarrollo de la plasticidad de la corteza -que tiene que ver con el manejo del control motor de las manos y auditivo- con el aprendizaje adquirido en la infancia. El cerebro se construye en base a las experiencias sociales que tenemos. Y esto es reversible también, como por ejemplo cuando de chica andabas muy bien en bici y de grande, cuando dejaste de hacerlo, ya no es lo mismo.

P.: ¿Cómo debería ser el o los paradigma del estudio del cerebro de la mujer desde las neurociencias?

S.K.: Ese un camino que aún estamos recorriendo. El mensaje de la jornada que organizó y documentó el equipo de prensa del Conicet fue que en la medida en que las mujeres y los hombres que trabajamos en investigación podamos incorporar la perspectiva de género, seguro cambien estos paradigmas y seamos más estrictos con los estereotipos que se dicen en nombre de la ciencia. Por otro lado, es parte de asumir el compromiso social, económico y político que tenemos las y los que investigamos.

P.: ¿Cómo fue la concurrencia a la jornada? ¿Hubo más mujeres que hombres?

S.K.: Fue abrumadora la mayoría de mujeres. Pero para ser honesta, me preocupaba más que vinieran las mujeres, porque este es un camino de ida y buscamos colaborar para que cada una tenga conciencia de sí misma y se construyan desde ese lugar. Después serán bienvenidos todos.

P.: ¿Cómo está hoy el panorama para las investigadoras argentinas?

S.K.: La situación es lamentable y nos involucra a hombres y mujeres. Hay un gobierno que tiene una decisión política de boicotear el desarrollo científico y tecnológico y no hay ninguna razón económica, porque lo que necesitamos en plata es muy poquito. Yo no soy economista pero he escuchado a economistas inclusive del mismo gobierno que dicen que no se justifica la reducción en el presupuesto con el riesgo de cerrar unidades ejecutoras y de que los becarios se empiecen a ir del país. Estoy muy preocupada con la actitud política que está tomando el actual gobierno, que no tiene absolutamente nada que ver con lo que prometió en su campaña. No nos pagan los subsidios que ganamos, nos redujeron todos los presupuestos. Hoy se atenta contra todo lo que se logró.

P.: ¿Algo que quiera destacar de su tarea diaria?

S.K.: Que integramos la primera unidad ejecutora en el Conicet que está instalada en Florencio Varela, en el Hospital El Cruce Nestor Kirchner, y que tiene la otra pata en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, que tiene una característica que me conmueve: que el 80% de la matrícula de esa universidad es primera generación universitaria. Los estudiantes que están ahí no se hubieran acercado a una universidad si no hubiera una institución en ese lugar. Se debe que visibilizar lo que ocurre en estos grandes centros. Además cabe destacar que como unidad ejecutora hacemos medicina traslacional, atendemos a pacientes que tienen formas especiales de epilespsia que requieren de tratamiento particular. A su vez, arrancamos con la primera maestría en el país en Neurociencias. Y se acaba de aprobar una diplomatura en Neurofisiología Virtual, la primera en Latinoamérica. Estamos remando en dulce de leche, pero felices.

Fuente. ambito financiero

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