Como es evidente con cada caso de corrupción que se destapa en el ‘mejor equipo de los últimos 50 años’, parece que los altos puestos gerenciales y funcionarios políticos -aquí y en todo el mundo- toman como válido el modelo de la gambeta frente a las leyes y de la búsqueda del máximo rédito económico con maniobras espurias.
Los resultados arrojaron que entre 2016 y 2018, se duplicaron los casos de malversación de activos, delitos informáticos, soborno y manipulación de información, entre otros fraudes, en entidades públicas y privadas: dejando pérdidas de hasta un millón de dólares en las organizaciones involucradas.
Sobre los tipos de delito, la encuesta determinó que el 73% de las organizaciones consultadas del sector de energía, servicios públicos y minería respondió que su principal inconveniente es la malversación de activos.
En contra cara, la categoría de ‘nuevas estafas’ disminuyeron sus dinámicas -de 81% en 2016 a 59% en 2018- mientras que los fraudes cometidos por el consumidor se redujeron un 41% y la conducta de negocios también registró una baja del 20%.
Las empresas y organizaciones que respondieron la consultas describieron el perfil de las involucrados en las estafas económicas: son hombres de 30 a 40 años, de puesto gerencial y con estudios universitarios, externos e internos, pero siempre diferenciados como los «ami-enemigos», es decir, personas que tienen confianza -proveedores o empleados- que trabajan hace mucho tiempo, los que perpetran los delitos en base a la información reunida en base a su cercanía con la dirección empresarial.
La información surge de la Encuesta Global sobre Delitos Económicos correspondiente al año 2018, elaborada mediante una consulta a organizaciones independientes, públicas y privadas, cada dos años. La cifra total representa el aumento de los casos de fraude a nivel mundial del 36% al 49%, mientras que si se discrimina Latinoamerica, la cifra registra una suba de 28% a 53%.
Fuente: Diario Registrado