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Viaje a la zona cero del nuevo conflicto mapuche

En el kilómetro 2006 de la ruta 40, que une Ushuaia con La Quiaca, entre la frondosidad verde de los pinos que tapizan la montaña, se puede ver el rostro del joven Rafael Nahuel, de 22 años, en una foto que supera el tamaño real. La imagen se divisa desde la carretera más larga del país, en uno de los senderos que se pierden bosque adentro. Está pegada en la entrada, sobre una frágil tranquera hecha de palos, unidos con alambre, que sostienen un largo plástico negro. El predio, cuesta arriba, está a pocos metros del Lago Mascardi, a 35 kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche. En ese lugar, entre las galerías de árboles, durante la tarde del 25 de noviembre pasado fue asesinado «Rafita» de un disparo en el glúteo. La bala de 9 milímetros le entró hasta el tórax y le quitó la vida. Su calibre es el mismo que utilizan los efectivos del grupo Albatros, de la Prefectura Naval Argentina: la tropa de elite que ese sábado rastrillaba la zona.

Según las explicaciones oficiales, el operativo fue realizado para encontrar a los miembros de la comunidad Lof Lafken Winkul Mapu, que dos días antes habían sido desalojados por orden del juez federal subrogante de Bariloche, Gustavo Villanueva. Intervinieron 300 efectivos de la Policía Federal y Gendarmería, a partir de una denuncia por usurpación que presentó la Administración de Parques Nacionales (APN) para terminar con una toma que había empezado dos meses atrás. A cien metros del caminito hay una vieja base de guardaparques, de dos plantas, que sólo está ocupada por los empleados que la cuidan. Al lado, un hotel fuera de funcionamiento.

Fue uno de los puntos donde se apostaron los policías del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) y los efectivos de Gendarmería Nacional para entrar, de noche, con disparos de balas de goma y gases lacrimógenos que rebotaban en la espesura, según recuerdan los miembros de la comunidad. Después de los golpes y detenciones, algunos lograron zafar y se escondieron en un repliegue forzado hacia las alturas de la montaña. La mayoría volvió a la noche siguiente. Ante la emergencia, que había conmovido a la ciudad por las dimensiones del operativo, Rafael dejó su barrio, en la periferia más postergada de Bariloche, para llevarle comida a su tía, María Nahuel, y a sus compañeros.

Desde el 23 de noviembre, cuando se concretó el desalojo, quedó instalado un retén de las dos fuerzas federales que lo protagonizaron. Los 50 uniformados tienen una camioneta como respaldo, lista para cortar la ruta, cien metros antes de dos casas de tejas verdes. Las tropas de infantería controlan el tránsito, pero una parte prefiere bajar hasta la costa del lago, en un remanso que está tapado por una angosta arboleda que separa la ruta del Mascardi. El lugar está a tres horas de la frontera con Chile y a una hora del hotel Llao Llao, el lugar elegido por el Gobierno para realizar la reunión previa de la cumbre del G-20, que estuvo custodiada por 1.500 efectivos de las fuerzas federales.

La ladera de la montaña que los uniformados recorrieron a tiros el jueves 23 y el sábado 25 es un territorio sagrado para las comunidades mapuche, porque es el lugar donde la nueva «machi» hará sus ritos. Se trata de la principal guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche, reconocida por todas las comunidades de la Patagonia y la primera en más de 40 años que vive en territorio argentino. Se llama Betiana, tiene 16 años, y es parte de la Lof Lafken Winkul Mapu. Durante el desalojo, según denunció la abogada defensora y vicepresidenta de la Asociación de Abogados de Derecho Indígena, Sonia Ivanoff, a la joven la hicieron tragar tierra cuando les contestó a los uniformados porqué estaba en la toma.

Frente a la entrada cerrada con la tranquera, del otro lado de la ruta, la ocupación tiene una guardia de jóvenes de apoyo que acampan frente al lago, en un pequeño camping al lado de la costa. Pocos metros al sur, en la última inmediación de la toma, están las cabañas «Hueche Ruca», pertenecientes al obispado de San Isidro para realizar retiros espirituales en Villa Mascardi, como si la ladera de esa montaña que mira al espejo de agua fuera un territorio místico, pero ecuménico. De ese obispado proviene el actual presidente del Episcopado, Oscar Vicente Ojea Quintana, un asiduo visitante del lugar.

Este viernes por la tarde, un día antes de que se cumpliera la primera semana del crimen de «Rafita», los miembros de la Lof tuvieron que recorrer los 35 kilómetros que los separan de Bariloche para conseguir una ambulancia. Una de las jóvenes mujeres de la comunidad amaneció ese día con su delicado estado de salud agravado, con todo su cuerpo hinchado, y tuvo que recibir atención médica. Entre las 40 personas que forman parte de la ocupación, está Micaela Johana Colhuan, soldado voluntaria de la Escuela Militar de Montaña desde abril de 2016, que no se presentó a su guarnición el día posterior al desalojo. Según explicó el Ejército Argentino, «uno de los heridos (durante el desalojo) sería la soldado voluntaria», porque su madre fue a la escuela a informar la situación » y rápidamente se fue del lugar», sostuvo esa fuerza, para explicar que la señora habria acudido a pedir ayuda, dada la situación de su hija. Micaela Johana sería la persona que necesitaba atención médica urgente, pero fuentes de la comunidad no quisieron aportar precisiones.

Por la mañana de ese viernes, un miembro de la Lof recibió el llamado de una funcionaria judicial para actualizar cuántos menores de edad había en el predio, con el fin de informar al juez Villanueva en caso de desalojo. Las consultas reavivaron los rumores de un inminente operativo, en una jornada donde la Mesa de Diálogo había planteado su preocupación por las versiones de otro operativo.

La instancia de negociación fue acordada entre el magistrado y el obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, para encontrar una salida a pacífica al conflicto. Pero desde el lunes pasado, cuando fue anunciada su conformación, el Gobierno nacional redobló la apuesta y buscó vincular a esa comunidad con la organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), del mismo modo que lo hizo con la Pu Lof en Resistencia de Esquel, desde que el juez Guido Otrantoordenó desalojarlos, en un operativo realizado por Gendarmería sobre la misma ruta, pero en el departamento de Cushamen, provincia de Chubut el 1 de agosto. La represión y persecución de esa comunidad provocó la desaparición del joven Santiago Maldonado, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en el río, 60 días después.

El caso que ahora reavivó la fractura social de Bariloche surgió a partir de una denuncia de Parques Nacionales. Todo el parque Nahuel Huapi, que contiene al sistema de los siete lagos y a parte de los 710.000 kilómetros cuadrados de zonas protegidas, dependen de la intendencia con asiento en Bariloche, a cargo de Damián Mujica. El jefe de los guardaparques, al igual que sus autoridades nacionales, no quisieron contestar las consultas de la prensa, pero Letra P pudo reconstruir cómo ocurrió el disparador de la crisis.

EL GERMEN. Pocos días antes del desalojo, dos guardaparques intentaron llegar a un acuerdo de negociación, pero a cambio de que retiraran la tranquera y que permitieran el acceso. La respuesta, según sostienen fuentes vinculadas al organismo, consistió en un áspero rechazo que desembocó en la denuncia que recibió Villanueva. Fue la antesala de un operativo de dimensiones nunca vistas en la zona, que forzó la desocupación por un día.

En Parques Nacionales, los trabajadores del organismo atraviesan una situación de extrema zozobra desde el desalojo y el posterior asesinato del joven Nahuel y su comisión interna, enrolada en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), repudió de inmediato las declaraciones de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y del jefe de Gabinete Marcos Peña. Sin embargo, en el organismo recuerdan que existen mesas de co-manejo con decenas de comunidades mapuche que viven en el mismo parque, a partir de un paciente mecanismo de diálogo para evitar que la presencia de esos habitantes ancestrales en la zona protegida ponga en peligro el ecosistema de los parques Nahuel Huapi y Lanin.

En la Lof insisten que, dentro del predio, ya había árboles talados antes de su llegada, pero en las oficinas de Parques sostienen que la instancia para dialogar son las mesas de co-manejo que funcionan con otras comunidades vecinas y que tienen una mesa política que fue rehabilitada por el INAI desde el año pasado, luego de que la administración anterior la dejara sin efecto.

Desde el comienzo de la Mesa de Diálogo (que incluye la presencia de representantes de la comunidad mapuche y organizaciones sociales, además del INAI, y la Defensoría del Pueblo de Bariloche), la Lof pidió que la intendencia del Nahuel Huapi retirara la denuncia presentada en el juzgado. Pero el representante del organismo se negó desde el primer momento y luego se retiró de la negociación, que este viernes pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles.

En ese compás de espera, ante las consultas de Letra P, algunos miembros de la mesa no pierden las esperanzas de que mejore la interlocución con Parques Nacionales, que al cierre de esta edición sigue obturada. La quinta reunión está prevista para este miércoles, donde las comunidades entregarán distintas propuestas, que podrían incluir la declaración de ese lugar como sitio sagrado, un status reconocido por la ley.

La composición de la mesa cambió durante las cuatro reuniones, pero entre los invitados que expusieron ante los integrantes de la instancia de negociación admiten que también habría participado la «machi» para contar lo que sucedió.

En las entrañas del bosque patagónico, entre troncos añosos que tapizan el sur de la Cordillera de los Andes, todas las comunidades del Nahuel Huapi atraviesan una etapa de debate y extrema preocupación, en un marco de constante hostigamiento represivo. La cuenta regresiva de la tensión no perdió su marcha, mucho menos frente al lago Mascardi, donde los ojos de Nahuel siguen mirando hacia la ruta. Sus hermanos de la comunidad dicen que luego del asesinato, su espíritu está allí con ellos, junto a la sanadora del pueblo mapuche, la misma adolescente a la que le hicieron tragar su propia tierra. En la comunidad dicen que nunca lo perdonarán.

Fuente: Letra P

 

 

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