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Carrió preocupa a todos

Fue un espejismo. Lo que parecía una semana allanada para el Gobierno en la previa a las elecciones, viró rápido a un escenario de zozobra, miserias, desesperación y dudas. La aparición de un cuerpo flotando en el río Chubut sacudió al oficialismo, a la oposición y al Círculo Rojo. Luego del enorme pesar de la familia, que padeció el ninguneo estatal tras casi 80 días desde la desaparición del joven, todo fue peor. Siguieron las operaciones cruzadas desde los medios de comunicación y, sobre todo, las especulaciones políticas. En siete días, las esferas del poder político y económico pasaron de celebrar en el Coloquio de IDEA un triunfo arrollador de Cambiemos a preocuparse una vez más por el manejo de crisis oficial y sus efectos colaterales. Sobre todo, en vistas de lo que esperan para después del domingo.

Miguel Acevedo, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), desayunó esta semana en un evento organizado por la Asociación de Dirigentes de Empresas. Se refirió allí a temas comerciales y productivos. En ese marco, aseguró que la economía mundial está complicada y, refiriéndose a la exportación de alimentos, calificó a Francia como un “ayatollah” que defiende a capa y espada su producción local. Acevedo viene de Aceitera General Deheza (AGD) y conoce cómo se plantan los galos en algunos temas específicos. Los ayatollah son líderes supremos de larga data en la historia de medio oriente. Pero Acevedo refiere a un punto en particular: la belicosidad que adquirieron post revolución iraní en 1979, sobre todo vía la Guardia Revolucionaria, que se creó con el objetivo de defender el sistema islámico y que, con el correr del tiempo, avanzó en lugares de poder hasta manejar hoy la política exterior de ese país. Ese ejemplo incorpora, además, la visión que los empresarios y el Círculo Rojo tienen sobre los extremos. Sobre los desbordes, factores que esquivan desde los años del kirchnerismo, cuando consideraban a la radicalización como un punto perjudicial para la imagen del país, además de un atentado a la tan mentada seguridad jurídica.

Hubo un hito en particular en la crisis que generó el Caso Maldonado que preocupó a los núcleos de poder. El descarrilamiento de Elisa Carrió, la líder de la Coalición Cívica que encabeza con amplio margen los pronósticos para la legislativa porteña. A decir verdad, en un alto porcentaje, el establishment rechaza históricamente a Carrió por mesiánica, conflictiva y dura con los hombres de negocios. Recuerdan alguna anécdota reciente como el llamado a boicot a los supermercados y el escozor manifiesto que reconoció tenerle al dueño de Techint, Paolo Rocca, al que sólo respaldó por obligación en una reunión de la Comisión de Industria de Diputados, cuando los chinos pretendían quedarse con la provisión de todos los caños de una importante obra de gasoductos en Córdoba.

Pero el exabrupto que disparó en el programa de Los Leuco -donde comparó el cuerpo encontrado en las frías aguas chubutenses con “Walt Disney”- fue demasiado. “Es peligrosa para el sistema y el que más lo va a sufrir es el Gobierno”, evaluó un directivo que integra la multinacional argentina más grande del mundo. Muchos de los CEOs tienen trato habitual con funcionarios. Hicieron saber que Lilita “está en una etapa de euforia” que muy probablemente no afecte los resultados propios y de Cambiemos del domingo, pero que sí mete ruido para lo que viene. Algunos les acercaron la inquietud a voceros oficiales y al propio Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno entendió, pero pidió paciencia. Un rato después, combinó con el jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, correrla de los medios. Otros que supieron financiar campañas de candidatos del radicalismo en provincias del interior les pidieron mesura a esos cuadros. Pero es claro que la UCR no tiene injerencia sobre la chaqueña, que es un desborde constante con una intención de voto de la mitad de la Capital Federal.

Antes de la apelación a Disney, ya había turbulencias. La primera, cuando en un acto en el micro-estadio de Ferro, Carrió habló de “caviar y champagne” para celebrar la inminente detención por corrupción del ex ministro de Planificación Julio De Vido. Un rato después, uno de sus discípulos y candidatos por el oficialismo a la legislatura nacional, Fernando Iglesias, la superó. Calificó de “demente” al juez federal Gustavo Lleral, el nuevo magistrado que se hizo cargo de la investigación por Maldonado y que logró el respeto de la familia. Le cuestionaba el elogio que hizo a la colaboración de las poblaciones indígenas en la búsqueda. En la primera fila del acto en Ferro, se sonreían nerviosos algunos históricos del PRO, poco afectos a las expresiones grandilocuentes. Hombres sabios que son cuidadosos con la caída en desgracia de la cartera devidista, el lugar donde se cocinó buena parte de los negocios con la patria contratista.

Uno de los que mayor poder manejan dentro del círculo corto de María Eugenia Vidal respiró con bastante razón. ¿Qué hubiese pasado si Lilita fuese parte de la lista del oficialismo en territorio bonaerense? “Ahí si nos habría complicado con algunos puntos”, admitió ante una consulta,.

Todo el malestar acumulado por los hechos de violencia verbal y posiciones radicalizadas sobre un tema sensible no están directamente relacionados con el resultado final del domingo. En su mayoría, los círculos de poder descartan un triunfo de Cambiemos, pero aseguran que estas complicaciones políticas que sigue padeciendo el Gobierno son debilidades para el segundo tiempo. Una etapa que todos desean que sea la de las grandes transformaciones que el establishment pide a cambio del apoyo y la no crítica, incluso ante episodios y manifestaciones fuera de lugar que nadie avala.

Fuente: Letra P

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