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Fin de la tregua: el acuerdo Gobierno-CGT desató la contraofensiva empresaria

“Nos vamos yendo a la mierda, señores”, disparó sin miramientos Alberto Sellaro, el jefe de la cámara que agrupa a los productores de calzado. El clima en la sede Avenida de Mayo de la Unión Industrial Argentina (UIA) ya venía caldeado como pocas veces se vio. Ni en los años del kirchnerismo, donde se respiraba en el aire la bronca contra los funcionarios, se habían expresado de forma tan monolítica las quejas hacia la conducción política nacional. A Sellaro lo siguió Daniel Funes de Rioja, el titular de la cámara alimenticia Copal, que a su manera y con cierto pesar fue al grano: “¿Cómo el Gobierno va a decir en los medios que no tenemos representatividad?”, dijo. Razones no le faltaban: fue el abogado de grandes firmas como Arcor uno de los que, junto al titular de la UIA, Adrián Kaufmann Brea, se prestó a la foto de la firma del acuerdo para no despedir que armó el Gobierno. Y hoy es el propio Gobierno el que tomó la decisión comunicacional y política de exponerlos a los empresarios como los culpables de echar trabajadores en el marco de una recesión que, para los empresarios, es responsabilidad de Cambiemos.

El miércoles, la primera reunión de la UIA tras el receso vacacional fue un hervidero, que sacó una segunda conclusión de peso que utilizarán como bandera de la contraofensiva industrial contra el Gobierno: existe un acuerdo tácito entre el triunvirato de la CGT y el Ejecutivo para mantener la paz en sus propios frentes y poner la pelota del lado de la producción. Este convenio de palabra tiene origen en la decepción del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, por lo que considera un abandono de sus mejores aliados cuando más se los necesitaba. El mandatario está convencido que los empresarios lo traicionaron. Así, mandó al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, a dar el mismo mensaje en público. Lo propio hizo uno de los más mesurados y políticos, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. La idea se expandió fuerte y, además, busca galvanizar a Francisco “Pancho” Cabrera, el ministro de la Producción al que la CGT parece haberle dedicado la manifestación en la puerta de su cartera. En el oficialismo aseguraron a Letra P que el “Dandy” es uno de los preferidos de Macri, y que cuanto más lo atacan más lo protege. Pero los industriales no lo ven con buenos ojos porque afirman que tiene una visión distinta a los hechos: por caso, en la reunión de UIA se mencionaron los despidos y hasta hubo una lista que presentaron las pymes con los nombres y características de empresas que están complicadas para seguir operando. Y se mencionó el caso Sancor, una historia que los industriales consideran un mojón para la actividad.

Pocos buscaron en ese escenario poner paños fríos. Uno de ellos fue Kaufmann, que contó las buenas percepciones y posibilidades que tiene la Argentina en el exterior, luego de haber viajado junto a Funes acompañando la gira presidencial de Macri a España. Pero duró poco la paz. Hasta Luis Ureta, líder de Peugeot Citroen y la cámara AFARTE en la UIA refunfuñó por la escasa política industrial del Gobierno. Se le sumaron Aceitera General Deheza y hasta los laboratorios nacionales a través del vocero de la cámara CILFA, Rubén Abete. Con los productores de remedio ocurre algo insólito: el Gobierno los presiona cada vez que puede para que bajen los precios como condición para que no se importen medicamentos de China. Una pandemia que ya sufren otros empresarios, como los textiles, los madereros y el calzado. Otro caso grave es de los industriales de Santa Fe, Guillermo Moretti, titular de la Federación FISFE mostró el último informe que muestra una caída en la actividad de casi medio punto, con un fuerte ingreso de importaciones. “¿Es como para estar calientes con lo que pasa, no les parece?”, se envalentonó un pyme bonaerense cuando escuchó las cifras. Lo paradójico es que esta situación se da en la previa al relanzamiento por parte del Gobierno de las mesas sectoriales con diferentes rubros de la economía. Una especie de atomización del diálogo tripartito con la que el Ejecutivo buscaba contener la furia sectorial por la crisis de los despidos y la caída en la actividad.

Como algunos dudan qué es lo que hay detrás del confirmado acuerdo Gobierno CGT, mandaron a sondear a los gremios. Hay popes de la UIA que tienen contacto fluido con el triunvirato de la CGT. Antes de ayer hablaron dos hombres fuertes. El de la UIA se sinceró brutalmente: “Ustedes y el Gobierno nos van a llevar puestos. Y la CGT va a terminar como los gordos del menemismo, entregando todo mientras (Hugo) Moyano pelea solo”. No hubo respuesta más que una sencilla negación. El Triunvirato atraviesa momentos de altos y bajos, con una fuerte secuela que es el descalabro del acto en Moreno y Diagonal Sur. Y entre los empresarios creen que a la CGT le está siendo difícil no sólo controlar el deseo de las bases, sino también lo que puede ocurrir en la calle cuando hay marchas o cuando ocurra el eventual paro. La reunión de la UIA del miércoles fue un crack en la relación, un vínculo con futuro incierto.

Fuente: Letra P

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