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Bonos en pesos a tasa fija o atados a la inflación

Con el índice Merval ajustando desde hace varias semanas tras superar sendos récords históricos, la selectividad – cada vez más quirúrgica – es la que predomina por estos días en la bolsa porteña. Por eso, no son pocos los que ya han tomado ganancias y se han colocado en modo «wait and see» (esperar y ver), otros, sin dudarlo, trasladaron sus apuestas al segmento de la renta fija, mientras que los más avezados hace ya tiempo destinan una mayor parte de su cartera a los títulos públicos.

«Los inversores profesionales están posicionados en pesos hace un tiempo y no tienen dudas. Consiguen una tasa real positiva altísima porque la expectativa de devaluación es menor», dice Augusto Posleman, director de Portfolio Personal, quien de todos modos observa que «la confianza en la moneda local como resguardo de valor todavía no está consolidada para la gente en general».

Pero la selectividad es un atributo que no es ajeno a los títulos públicos. Bajo esa premisa, el consenso del mercado atribuye hoy un singular atractivo a los bonos en pesos por sobre los nominados en dólares, dado un inicio año marcado por la constante depreciación de la divisa estadounidense (cae un 2,7% en 2017). Esta tendencia pareciera mantenerse por lo menos hasta mediados de año, según analistas, dado que el tipo de cambio seguirá planchado ante el incesante ingreso de divisas, por el canal financiero de deuda, la afluencia del blanqueo de capitales y el inicio de la liquidación de la cosecha gruesa.

«Este contexto de dólar planchado y aún alta inflación, hace que los inversores tengan que mirar sí o sí los bonos en pesos, tanto a tasa fija, como a tasa variable», apunta Nery Persichini, economista de Inversor Global.

Durante febrero (ver recuadro), por ejemplo, los títulos en pesos a tasa fija conquistaron subas de hasta casi 8%, impulsados por la demanda de inversores extranjeros para estrategias de carry-trade (venden los dólares y se colocan en activos en pesos para aprovechar fuertes ganancias en moneda dura, por el pago de intereses y por la apreciación del capital). Vale recordar que tres bonos de este subsegmento, los Bonte 2021, 2023 y 2026 (se emitieron en octubre de 2016), ingresaron hace unos días al índice GBI-EM del JP Morgan, que es seguido de cerca por muchos fondos comunes de inversión a la hora de invertir parte de su capital. A su vez, los bonos en pesos ajustables por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER) – que refleja la variación de la evolución mensual del índice de precios al consumidor publicado por el INDEC – mostraron subas en el tramo corto y algunas alzas en el largo de la curva (principalmente el Par). Como dijimos previamente los títulos denominados en dólares, en tanto, sufrieron bajas generalizadas a lo largo de toda la curva: en el tramo corto mostraron mayores declives (incluso superiores al 2%).

• Disyuntiva: bonos en pesos a tasa fija o a tasa variable

De acuerdo a la opinión de algunos especialistas, el tipo de bono en pesos a elegir dependerá de la percepción del inversor respecto a su mayor o menor confianza en los próximos meses de una eventual baja de la tasa de inflación, objetivo primordial del Banco Central, que espera para este año un aumento del índice de precios de entre el 12 y el 17%. La decisión además estará ligada a si el peso seguirá apreciándose, tal como vienen sucediendo en los últimos meses.

«El optimista sobre una reducción de la inflación debe ir a los bonos a tasa fija porque tiene cupones muy altos. El pesimista, en cambio, deberá apostar por la tasa en pesos a través de bonos atados a la inflación», señala Persichini.

Para el primer caso, el economista recomienda títulos de menor plazo que conllevan menores riesgos ante un cambio de escenario y menciona los Bonte 2018 con vencimiento en marzo (TM18) y en septiembre (TS18), que «son muy similares a una Lebac larga». Para el segundo caso, sugiere en primer lugar el Boncer 2020 (TC20), «que tiene un margen real del 2,3%, más la inflación». Mientras que «si se puede tolerar un poco de riesgo a un plazo mayor habría que mirar el Discount (vence en 2033), que tiene una TIR del 3,5% anual, a la que hay que agregarle el porcentaje de inflación anual», agregó.

Coincide con esta visión el analista Christian Buteler, quien indica que «con los aumentos de servicios que se vienen» se volcaría por «los bonos que ajustan por inflación, de la curva corta». Explica que «no iría a los más largos porque si llega haber algún tipo de caída en los precios, son los títulos que más sufrirían». Es una inversión para los próximos tres o cuatro meses, Buteler recomienda este tipo de bonos «aprovechando que el dólar va a seguir planchado y que existe una inflación en ascenso».

Respecto a la dicotomía de tasa fija o variable, el director de Portfolio Personal considera que «hoy están arbitrados los precios, es decir rinden lo mismo con la inflación actual». De todas formas, entiende que «para quienes piensen que va a costar bajar la inflación, la apuesta debería ser a los activos indexados a la inflación, aunque «no habría una diferencia sustancial con los bonos de tasa fija». Más allá de esto, Posleman resalta que «la decisión más relevante hoy es la de pasar de dólares a pesos al menos una parte del portafolio».

Para Leonardo Chialva, director de Delphos Investment, «el mercado tiene que tener hoy una elevada selectividad en lo que respecta a los títulos públicos, porque el peso se apreció y se espera que así se mantenga; pero las tasas descendieron notablemente». Chialva subraya que, por un lado, «hubo una elevada demanda de bonos atados al CER que resultó en caídas de rendimientos, que se ubican debajo del 2% para el caso de los Boncer». Por otro lado, según el analista, se registraron caídas de rendimientos en los Bontes -con tasa fija- por demanda del exterior.

Ante este estos argumentos, el director de Delphos Investment prefiere un instrumento a tasa variable, con exposición a Badlar (tasa que se pagan a ahorristas por depósitos a plazo fijo de más de un millón de pesos o dólares), «pero por medio de instrumentos de inversión privados ya los bonos soberanos ajustables no son atractivos». En ese caso, aconseja los Fideicomisos Financieros, los que se emiten generalmente en el sector de consumo.

Por último, para terminar de entender un poco más la coyuntura de los próximos meses bien vale recordar:

-Hace 10 días el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, afirmó que si bien la inflación tiene los «días contados», se «vienen tres meses más delicados» en materia de evolución de los precios, dados los aumentos en las tarifas de servicios públicos (segundo aumento de electricidad en marzo, y del gas en abril), en los colegios privados, entre otros.

-La consultora Elypsis estima una inflación del 2,5% para febrero (tras el 1,3% que marcó el INDEC en enero) y prevé que en marzo y abril no baje del piso del 2%. Más conservadora fue la consultora C&T Asesores Económicos de Camilo Tiscornia, que calculó una suba de 1,7% para el segundo mes del año.

-La inflación esperada por los argentinos para los próximos doce meses se mantiene en el 25%, según reveló en febrero el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella.

-Economistas y analistas financieros aguardan un repunte de la inflación a 1,8% en marzo y 2% en abril, de acuerdo con el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) dado a conocer el jueves pasado por el Banco Central. A su vez, mantienen un pronóstico para 2017 del orden de 20,8%, casi 4 puntos por encima de la meta que se fijó el BCRA.

-Más allá de este claro consenso sobre un repunte de la inflación para los próximos meses y las previsiones para el resto de año, en el mercado miran con cierta prudencia el escenario ante el inminente lanzamiento del IPC Nacional, que arrojaría una medición algo menor a la actual (IPC GBA). «Quizás el CER que surja de ese cambio sea inferior al CER que se marca hoy. Es un dato metodológico que hoy lo desconocemos», advierten especialistas.

Fuente: ámbito.com

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