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Preocupado, el Gobierno mide e intenta minimizar el impacto del Cristinazo

Las escalinatas de los tribunales federales de Comodoro Py volvieron a transformarse en una pasarela mediática para los principales protagonistas de la política argentina. Hace algunos años, las peregrinaciones penales que tuvieron que transitar ex mandatarios como Carlos Menem y Fernando De la Rúa (hasta transformarse en memorables habitués del fuero) sucedieron en soledad. La única compañía, además de los guardaespaldas de rigor, siempre fueron los enjambres de reporteros gráficos, cronistas y camarógrafos que captaron el ascenso por cada escalón como un verdadero camino al infierno. Pero este miércoles 14 de abril la primera comparecencia judicial de Cristina Fernández de Kirchner, a cuatro meses de terminar su segundo mandato presidencial, significó una inflexión para el flamante gobierno de Mauricio Macri.

Si la reciente visita del presidente norteamericano, Barack Obama, fue interpretado por la Casa Rosada como un momento de cierre para un verano caliente de arranque, la multitud que acompañó y esperó a CFK durante su declaración ante el magistrado Claudio Bonadío marcó el inicio formal de un año preelectoral clave: el primero del gobierno de Cambiemos y el tránsito previo hacia los comicios nacionales de medio término de 2017, donde el nuevo oficialismo deberá revalidar los títulos que le permitieron llegar al poder, motorizado por una alianza de partidos y medios que, con Macri a la cabeza, le permitió al establishment argentino romper la inestable y desigual alternancia entre radicalismo y peronismo desde la recuperación democrática. La primera experiencia de un gobierno de derecha que llega a la Casa Rosada por las urnas se encontró, este miércoles, con una ex presidenta que entró a tribunales como imputada y salió erigida en la nueva jefa y referente de la oposición.

“La movilización fue multitudinaria y era esperable, pero estuvo muy basada en el kirchnerismo duro, en La Cámpora, en Kolina y en sus agrupaciones afines, pero eso no impidió que se notara mucho la ausencia de los gobernadores, de la inmensa mayoría de los intendentes y del sindicalismo”, analizó un funcionario de Balcarce 50 luego de mostrarse imperturbable ante la convocatoria. En rigor, se trata de una demostración de fuerza que el macrismo ya experimentó el 9 de diciembre, luego de la frustrada negociación entre CFK y Macri para el traspaso del mando presidencial. La ausencia de ceremonia ante la Asamblea Legislativa fue reemplazada por una masiva despedida de la mandataria en Plaza de Mayo. La última imagen de Cristina al frente de la Casa de Gobierno es una marca de debilidad para un sucesor que, desde el día siguiente, trató de revertir tal situación concentrando su poder de fuego, y la billetera de su Ejecutivo, para rodear al kirchnerismo y dividir al PJ.

Con esa lectura a cuestas, los funcionarios de la Casa Rosada analizan el regreso de CFK desde que puso un pie en Buenos Aires hasta que entró y salió de Comodoro Py para enfrentarse con un viejo magistrado de la servilleta que alguna vez, el por entonces ministro del Interior Carlos Corach, suscribió de puño y letra sobre el mantel de un costoso mentidero.

La lectura oficial, en pleno discurso de CFK, tuvo su confirmación en manos del propio presidente, que eligió experimentar la marcha de Comodoro Py con un acto en Salta, recibido por el gobernador Juan Manuel Urtubey, uno de los puntales de la estrategia de Cambiemos para dividir al PJ y rodear el kirchnerismo.

“Ésa es parte de la estrategia del macrismo para que el PJ se rompa y tenga un proceso de reorganización interna para que el kirchnerismo duro quede afuera”, explicó otro miembro del Ejecutivo que siguió en detalle ambos discursos desde otra oficina cercana a la Rosada.

“La marcha no nos causó ninguna gracia; es claro que Cristina reasumió el liderazgo opositor, ante un Massa eclipsado que costó muy caro”, bromearon desde el Congreso antes de recurrir otra vez a la comunicación para explicar la política. “En este momento el tema es kirchnerismo / antikirhnerismo y hay un sector de la población que, por más disconforme que esté con las medidas de Macri, lo seguirá apoyando; al menos ésa es la foto de estos cuatro primeros meses. Después, si se agudizan los problemas económicos y sociales, la reacción puede ser otra”, vaticinaron, tras admitir que la lectura es “ambivalente, porque dentro del Gobierno hay conformismo porque el kirchnerismo recuperó su militancia, pero volvió a aglutinar a sectores descontentos con el macrismo”.

Sin embargo, el poroteo arrojó otros sinsabores, como la naturaleza política del caso que instruye Bonadío por el “dólar futuro”. “El expediente le deja el camino regalado a Cristina para que se victimice”, se quejan desde una oficina con domicilio en Balcarce 50, luego de lamentar que “el novelón” que protagonizó la ex presidenta “opacó el lanzamiento del plan de vivienda”, en un momento donde el gabinete económico empieza a advertir luces amarillas en el tablero político. Hacia fuera, lejos de los lamentos y las internas, el Gobierno sostendrá que la presencia de Cristina en Tribunales fue todo ganancia.

Fuente: LetraP

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