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Alarma por el avance de los medicamentos de venta libre

«No te confundas. Los medicamentos no son golosinas. Consultá siempre a tu médico», recomendaba en 2012 el trabajo final de un grupo de alumnos de un taller de Publicidad en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), para generar conciencia contra la automedicación con remedios de venta libre, también llamados «Over The Counter» (OTC, por sus siglas en inglés). Aunque existen dos corrientes encontradas entre especialistas, la más numerosa sostiene que la publicidad aumenta el consumo de aquellos medicamentos que se venden sin receta. A partir de ello, hay varios proyectos de ley para prohibir la promoción de esos productos, que hasta son publicitados por figuras del espectáculo a través de las redes sociales, retrató Tiempo Argentino.

Según la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), los medicamentos de venta libresubieron sus ventas en los últimos años. Si se comparan las unidades vendidas en el año 2000 (49.927.061) y en 2008 (133.500.296), el incremento fue del 167 por ciento. De 2008 a 2013, el aumento fue del 38%, aunque cayeron un 7,68% de 2013 a 2014.

Carlos Damin, director de Toxicología del Hospital Fernández y director de Fundartox, asegura que «no hay dudas de que la publicidad sube el consumo de medicamentos de venta libre pero además los banaliza», y avisa: «Tomar un ibuprofeno cada seis horas puede generar riesgo cardíaco severo.»

Por definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los remedios de venta libre son «medicamentos para alivio o tratamiento de algún síntoma o afección menor que puede ser reconocido por el paciente y no requiere intervención del facultativo, que tengan ampliainformación y experiencia respecto de su seguridad y no supongan riesgos para el manejo directo». Sin embargo, Damin aclara que “la gente cree que no hay ningún riesgo pero no es así: en dosis altas, el paracetamol o una aspirina pueden provocar la muerte». El especialista advierte que «la publicidad de medicamentos es nociva para la salud particular y pública porque no se trata de un bien de consumo, sino social. Se necesita o no se necesita».

A sus argumentos se suman los de Marcelo Peretta, secretario general del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos y doctor en esa especialidad, quien sostiene que «hasta 2005, cuando la publicidad de medicamentos requería autorización previa, sólo uno de cada diez era de venta libre; ahora que es automática y por decisión unilateral del laboratorio, uno de cada cuatro es de venta libre y representa el 35% de la facturación. En diez años la automedicación se triplicó y el negocio creció notablemente».

Peretta cree que «la suba en las ventas es proporcional al aumento de la publicidad» de estos medicamentos: «Los laboratorios lo saben y por eso gastan diez veces más en publicidad que en producción y control de calidad», asegura.

Jimena Worcel, asesora científica de Cámara Argentina de Medicamentos de Venta Libre (CAPEMVeL), disiente. Dice que «el porcentaje de ventas fue estable en los últimos 15 años»y considera que, «por más publicidad que se vea, es difícil comprarse un medicamento si no se tiene un problema: comprarte un antiácido si no tenés acidez; una aspirina si no tenés dolor de cabeza; o un ibuprofeno para dolores menstruales si no tenés dolores menstruales».

Según Worcel, «la publicidad sirve para mostrar qué opciones existen para un determinado problema y para que la gente pueda elegir entre diferentes marcas, lo que genera competencia y mejora los precios».

Jorge Lipetz, profesor titular de Comercialización y Publicidad en Comunicación de la UBA, entiende que «es inevitable que haya promoción de los medicamentos para darlos a conocer pero, para impulsar una compra consciente, se deben dar a conocer las características y beneficios de los productos sin faltar a la verdad».

Damin cree que «para informar está el farmacéutico” y Peretta agrega: «Es verdad que la publicidad informa, pero es una información sesgada, interesada y orientada a la venta, no al consumo racional. Por eso el Estado debe regularla, obligando a los laboratorios a informar los efectos secundarios y qué personas no pueden usarlos.»

La asesora de la Cámara de Medicamentos sostiene que «no es exigencia de la norma actual hablar de contraindicaciones porque esa información está en el producto y, además, en las farmacias debería haber asesoramiento. Hay muchos estudios que dicen que, si una publicidad se llena de información, hay más chances de que la gente no recuerde nada».

Dice Worcel que «no existen antecedentes a nivel mundial de prohibición total de la publicidad de estos remedios» (ver aparte) y considera que no hay «basamento científico, datos estadísticos, o comprobación de riesgo sanitario que justifique tomar una decisión tan radical». Incluso, arriesga: «Existe la posibilidad de que la prohibición se deba a otros motivos que no refieran a beneficiar a la comunidad, sino a otros intereses corporativos.»

Lipetz dice que «deben existir restricciones pero no la prohibición que se da en el caso de los cigarrillos», y marca la diferencia: «No hay cigarrillos buenos, pero sí medicamentos OTC que, bien utilizados y administrados, tienen efectos beneficiosos.»

Como secretario general de la Asociación Agentes de Propaganda Médica de la Argentina (AAPM), Ricardo Peidro sostiene que «los argentinos consumen en promedio cinco envases de medicamentos de venta libre por año, influenciados por la publicidad de la industria farmacéutica que alienta la automedicación».

Peidro introduce otro factor: «Estas publicidades, que promocionan soluciones milagrosas y evitan mencionar las contraindicaciones, acuden además a figuras del espectáculo para recomendar el uso de un fármaco.» Lo dice en referencia a las publicidades tradicionales -como la del conductor Alejandro «Marley» Wiebe con el analgésico Next-, pero también a las que aparecen por redes sociales, ya que hay personalidades del espectáculo, como el periodista Jorge Rial, que promociona ibuprofenos vía Twitter.

«La vigilancia y control del uso racional de medicamentos debe ser más activa, inteligente, protectora del derecho a la salud. No se puede comprar en libre consumo un medicamento como se compra un producto de limpieza o un electrodoméstico», dice Peidro.

En el país, la Constitución Nacional y algunas leyes establecen reglas para la publicidad de medicamentos. La promoción de los que se venden bajo receta está prohibida y la de los remedios de venta libre está sujeta a ciertas restricciones. La Ley 16.463 prohíbe en su artículo 19 inducir a la automedicación y a la idea de inocuidad de esos productos. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) es la que fija pautas éticas para estos mensajes publicitarios. Para Peretta, «debería regularse más porque es muy riesgoso que el dueño del laboratorio publicite efectos terapéuticos no comprobados o acciones casi mágicas para vender sus productos, con el solo hecho de presentar una declaración jurada».

Entre los proyectos de ley que está en carpeta en el Congreso Nacional, está el del bloque del Frente para la Victoria, redactado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). El diputado Horacio Pietragalla, uno de sus autores, le explicó a Tiempo que considera necesaria una regulación de estas publicidades porque «los medicamentos de venta libre no pueden venderse como cualquier otro producto comercial y quedar librados a las fuerzas del mercado; ocultar una contraindicación puede llevar a una persona a un problema grave que afecte su propia vida».

El diputado afirma que «no hay dudas de que la publicidad fomenta las ventas» y por eso pretende el tratamiento de este proyecto, que tiene giro a tres comisiones. La intención es que la publicidad de estos medicamentos quede limitada a las farmacias, donde se venden. «Deberá incluir carteles con infografías que contengan información técnica sobre el fármaco, protocolos para intoxicaciones domésticas y un teléfono de contacto o el domicilio del servicio de toxicología más cercano a dichos comercios», dice la propuesta.

La Cámara Argentina de Agencias de Medios aporta otro dato: la industria farmacéutica incrementó sus gastos publicitarios en 46,7% durante el primer semestre de 2014 comparado con igual período del año anterior.

Legislación mundial

Muchos países cuentan con una regulación acerca de la promoción de medicamentos de venta libre. Según precisaba un proyecto de 2010 al respecto, con la firma del entonces legislador Roy Nikisch, en Brasil, por ejemplo, se requiere autorización específica de la autoridad de salud, a diferencia de Chile y Costa Rica. En Perú, debe estar de acuerdo con los criterios éticos de la OMS y en Paraguay, contar con autorización del Ministerio de Salud. En Ecuador debe contener la advertencia de consultar al médico en caso de que los síntomas persistan.

En la Unión Europea también hay diferentes legislaciones. Alemania introdujo, en 1994, dos normas que obligan a los laboratorios farmacéuticos a nombrar a un Oficial de Información, responsable de que la publicidad y la información al paciente cumplan con las características de los productos. En Dinamarca y Finlandia, está autorizada la publicidad en todos los medios excepto en la televisión. En Italia, la que se efectúa por Internet necesita autorización especial.

En 1985, en la 39ª Asamblea Mundial de la Salud, la OMS establece que «la promoción debe ser compatible con la política sanitaria nacional y estar en conformidad con los reglamentos nacionales (…) Toda la propaganda que contenga afirmaciones relativa a los medicamentos ha de ser fidedigna, exacta, verdadera, informativa, equilibrada, actualizada, susceptible de comprobación y de buen gusto (…) Los anuncios dirigidos al público en general deben contribuir a que la población pueda tomar decisiones racionales sobre la utilización de medicamentos que están legalmente disponibles sin receta».

Autoprescripción

Carlos Damin, director de Toxicología del Hospital Fernández, detalla que el principal problema en las guardias es con los medicamentos de prescripción. «En nuestro país tenemos mucha autoprescripción. Entre conocidos, nos ‘convidamos’ medicamentos que son bajo receta. En el hospital, los medicamentos son la segunda causa de intoxicación», advierte el especialista.

Y no es sólo un problema local: el profesor de salud pública de la Universidad de Nueva York, Nicolas Freudenberg, publicó el libro Lethal but legal, donde revela que la automedicación y el abuso de los medicamentos provoca 128 mil muertes anuales en los Estados Unidos.

Fuente: Infonews

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