La política de la derecha pierde anclaje en la realidad

“La negociación se parece a la cuarentena: es mucho más larga de lo que requería el problema” fue el comentario despectivo de Alfonso Prat Gay sobre el ministro Martín Guzmán que negociaba una deuda imposible de pagar cuya mayor parte fue tomada durante su gestión. El ex ministro de Mauricio Macri rompió todas las marcas al demostrar que su impericia en el manejo de la economía hubiera sido peor como infectólogo. Cosas veredes amigo Sancho, que nunca crederes: un ex ministro que critica al que resolvió el desastre que él creó, más un sector de la oposición que apostó al fracaso de la negociación y al desborde de la pandemia.

La chorrada de críticas que recibió Guzmán mientras negociaba la deuda provenía de estos personajes. “Se podría haber logrado un acuerdo mejor”, dijo el mismo Prat Gay en otras declaraciones. Cuando le tocó negociar con los fondos buitres, Prat Gay les pagó más de lo que habían reclamado. Eso sí: en tiempo récord.

Si lo que quería Prat Gay era sobreendeudar al país, fue el mejor ministro de Economía de la historia. ¿Y los argentinos? bien gracias. Pero después de esa performance más que desastrosa, la corporación de medios y sectores empresarios y de las finanzas lo siguen tomando como referente de consulta.

Se confirma esa visión que apuntó Jorge Alemán sobre un discurso de la política como especie de locura sin anclaje en la realidad. Se contrapone a la realidad. En esa nueva racionalidad de la derecha, el que se guía por la realidad resulta un fanático que se niega al discurso mágico. Los medios y periodistas de derecha le van a preguntar a Prat Gay porque lo escucha un empresario aunque perdió plata, así como lo escuchan comerciantes que se fundieron con sus medidas. Desconfían del muchacho de 38 años que les salvó la vida porque es académico y votarían de nuevo al que los llevó a la ruina.

Macri de vacaciones

El ex presidente Mauricio Macri se fue de vacaciones millonarias a París y la Costa Azul. Se supone que alguien que quiere ser presidente desde la derecha, el populismo, el centro, la izquierda, o lo que sea, aspira a mejorar la vida de los argentinos. Resulta que los argentinos tuvieron un presidente al que le interesa tres pepinos la tragedia que deben afrontar con la pandemia.

Hay decenas de miles de infectados que sufren, más miles de personas que han perdido a sus seres queridos, trabajadores de la salud en una lucha épica con riesgo de sus vidas y el tipo al que votaron se va de paseo. Ni se preocupa por las apariencias. El mensaje es ese: voten a gente a los que ustedes no les importan. Uno espera que esos médicos que lo votaron puedan reflexionar.

Desde la Costa Azul, el tipo comenta la negociación de la deuda y afirma que “un default no le hubiera hecho bien a nadie”, cuando fue él quien dejó al país en default. Argentina no estaba pagando sus deudas cuando Macri dejó la presidencia. Consiguió encerrar en la misma frase un cuestionamiento a sí mismo como si fuera una crítica al que evitó el default.

En este contexto, un periodista que ha justificado todos los golpes bajos y acciones difamatorias para defenestrar al actual gobierno y defender al macrismo hizo un gesto de festejo cuando le informaron sobre las cifras de infectados y muertos por la pandemia. La cámara justo lo estaba enfocando y no se dio cuenta. Después dijo que estaba festejando las cifras del rating que le habían pasado por el auricular. Lo cual también es probable.

La cuarentena

Las críticas feroces contra Guzmán en los días previos al anuncio del acuerdo estaban jugadas al fracaso de la negociación y a que el gobierno tuviera que oficializar el default. Y con la pandemia, ante los elogios en todo el mundo a Alberto Fernández por la cuarentena temprana, esta parte de la oposición apostó a que los contagios se descontrolaran.

Presentaron la cuarentena como un “estado de sitio” y la confrontaron con “la libertad de decisión”. En todo el mundo los países se declararon en “estado de emergencia”, “estado de excepción” o “emergencia epidémica”. Aquí la oposición recortó el mundo como si fuera el único país que tomó esta clase de decisiones y criticó a la cuarentena por autoritaria, por demasiado larga y estricta. La única forma de confirmar ese cuestionamiento era que la pandemia se descontrolara.

La cuarentena no suspende las garantías y derechos constitucionales, como sí lo hace el Estado de sitio. El último en declararlo fue el gobierno de Fernando de la Rúa al que perteneció la mayoría de los que integran la coalición macrista, los mismos que ahora critican a la cuarentena porque es un “estado de sitio”.

Es un secreto a voces la discusión entre el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, por mantener la cuarentena, y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, por flexibilizarla. La CABA es el lugar con mayor densidad de población y por lo tanto, el mayor foco de infección. Y la dinámica centralizada del movimiento de personas en el país, la convierte también en el mayor foco de propagación.

La sociedad no pudo sostener la cuarentena como las primeras semanas, en muchos casos por problemas lógicos de subsistencia, y la cuarentena se relajó de hecho, autorizada o no. Y cuando se aflojó más y la gente empezó a reunirse en las plazas y los cafés, se produjo el salto en la cantidad de infectados y de muertos.

Así como sucede con la deuda externa y la cuarentena, los cortocircuitos lógicos en el discurso de las corporaciones mediática y judicial que intervinieron en el lawfare tiene puntos de altísima intensidad.

Las escuchas ilegales

Todos los argentinos escucharon cantidad de grabaciones privadas de dirigentes kirchneristas, algunos de ellos presos de manera irregular. La difusión de esas grabaciones era ilegal y una flagrante violación de los derechos de las personas que habían sido espiadas.

El juez Martín Irurzun, de la Cámara Federal porteña, era el responsable de la confidencialidad de esas grabaciones cuando fueron distribuidas a los periodistas que trabajaban con los servicios de inteligencia para que las difundieran.

Ahora el juez Irurzun suspendió y acotó la investigación de los celulares del ex presidente Mauricio Macri y advirtió a la jueza que debía destruir aquellas conversaciones que no estuvieran relacionadas con la investigación. Es el mismo juez que tenía responsabilidad sobre la confidencialidad de las grabaciones cuando se difundían conversaciones privadas de dirigentes kirchneristas. No fue tan severo en ese momento. Ni siquiera se preocupó por investigar esos delitos.

Una resolución reciente del Consejo de la Magistratura decidió investigar los traslados irregulares de jueces al fuero federal realizados por el macrismo. Uno de esos magistrados es Leopoldo Bruglia, que firmó la resolución favorable al ex presidente Mauricio Macri, junto con Irurzun.

Los jueces que tuvieron protagonismo en la persecución judicial a los dirigentes sociales y ex funcionarios kirchneristas no tienen credibilidad cuando asumen estas resoluciones. No importa si son o no correctas. Las desgrabaciones las escuchó todo el mundo, lo que no tendría que haber sucedido. Y el responsable es el mismo que ahora aconseja que se destruyan por seguridad.

El discurso mágico del macrismo puede funcionar en la política con un sector de la sociedad. Pero no se puede construir un país con justicia sobre esa base.

Fuente: Luis Bruschtein para Pagina12

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