Alberto en equilibrio: acuerdo Axel-Horacio limitará transporte

Las decisiones a tomar se van agolpando delante de Alberto Fernández hacia este fin de semana sin que tenga ya chance alguna de postergarlas. Y esa verdad se verifica en los tres temas que monopolizan la realidad argentina de estos tiempos: el virus con su impacto en la economía, la deuda y las internas de todos los colores, que nunca dejaron de estar sobre la mesa.

El presidente ayer inició el rito previo a la prórroga de la cuarentena que vence el domingo. Es un protocolo ya establecido con consultas a gobernadores, científicos, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, los dueños de los territorios que concentran el peligro mayor del coronavirus en el país. Esta foto, que ayer pudo volver a verse en la Residencia de Olivos, tuvo variantes que le aportaron los cruces entre el Gobierno, los intendentes y el jefe porteño por las decisiones sobre la apertura o no de más actividades y la responsabilidad en el flujo de infectados entre uno y otro distrito. Y hubo un freno a las diferencias: se acordó que habrá política de transporte unificada entre ambos distritos, que la prioridad serán los barrios carenciados y que habrá discurso único el fin de semana cuando se anuncie la prórroga hasta el 8 de junio.
Alberto F. vuela sobre esos conflictos entre provincia y Capital, que la tienen también a Cristina de Kirchner como aportante de ideas, y hace equilibrio. Ayer lo demostró una vez más con un juego de agenda que viene repitiendo: recibió casi con minutos de diferencia a representantes de los barrios carenciados que denuncian la explosión de contagios de coronavirus y culpan al Gobierno porteño por eso y poco después abrió la puerta para la cumbre de Rodríguez Larreta con Kicillof. Lo había hecho también en la reapertura de Volkswagen cuando apoyó la teoría de Kicillof sobre la nueva normalidad y la imposibilidad de volver al pasado. Un activo de Alberto Fernández en este punto: el Presidente utiliza las mismas palabras que el gobernador, pero salidas de sus labios para muchos tienen significados distintos.Su intermediación en esto es clave. Sobre todo cuando debe pararse en la cuerda floja sobre la que está el país, que cada vez está más cargada. Kicillof tiene razón cuando habla de la carga viral que circula por el territorio porteño. También la tiene Larreta cuando dice que no puede cerrarse el paso entre distritos y que el problema de la infección en los barrios carenciados tarde o temprano va a ser igual para todos. Lo saben también los intendentes, que aportan recetas a medida para cada distrito. Aquí vuelven las dos visiones que el Presidente debe equilibrar: algunos esperan que Kicillof les apruebe la apertura de actividades antes que terminen de fundirse los sectores más complicados y los mismos caciques comunales creen que a los porteños se les fue la mano con la apertura y está precipitando un brote más peligroso.

Por eso ayer no llamó la atención que a la reunión de Olivos fuera citado también Juan José Méndez, el secretario de Transporte de Rodríguez Larreta. La organización del transporte es clave y se acordó ayer que no habrá recetas separadas entre la provincia y la Ciudad. Eso no implica que el menú porteño de aperturas o marcha atrás aún esté cerrado.

La cumbre de ayer en Olivos tuvo todos estos condimentos, pero, gracias a Dios, apareció el análisis técnico de los problemas. El Presidente, por primera vez desde que comenzó la cuarentena, puso a la salud en el mismo plano de la economía durante su visita a la planta de Tigre. Fue un guiño que buena parte del oficialismo y la oposición anotaron con alegría. Lo apoyó otro opositor que está en el corazón del comando de Cambiemos, el cordobés Mario Negri: “El Presidente dijo al principio ‘yo prefiero perder cinco PBI y no la vida de la gente’; obviamente que nadie se animó a decir otra cosa porque parecía un asesino. Y en realidad, ahora me agrada que también diga que economía y salud van juntos porque la economía también mata”. Esa calma venía abonándose desde el día anterior cuando Daniel Gollán le bajó el tono a su ya famoso tuit y Máximo Kirchner llamó a la reflexión.

La realidad es que el número de contagiados en ascenso lleva a todos a la racionalidad casi inmediatamente. Y ayer, con 474 casos, no había lugar para las dudas. De esos casos 178 fueron de Buenos Aires y 257 de CABA.

Al mismo tiempo, ayer se repitió en la jefatura de la residencia presidencial el dictamen de uno de los científicos que más escucha el presidente, Omar Sued, en representación de otros integrantes del grupo asesor. La cuarentena debe continuar, le dijeron al Presidente, porque el AMBA tiene el 70 % de los casos. Hay que esperar para saber si puede haber microsegmentación de la apertura o se vuelve atrás. En el resto del país la realidad es otra. Mientras eso se discutía, Kicillof hacía equilibrio con sus intendentes y Larreta lo mismo con los más duros del PRO; a pocos metros de esa sala de reunión está en espera otra decisión: la deuda. Y todo eso (con ayuda de BlackRock de por medio), seguirá estando arriba de la misma cuerda floja por bastante tiempo.

Fuente. ambito.com

 

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