Dengue: una epidemia más allá de los trópicos

Las enfermedades transmitidas por vectores, entre ellos, los mosquitos, representan aproximadamente un 17% de todas las enfermedades infecciosas y afectan de forma desproporcionada a las poblaciones más pobres de zonas tropicales y subtropicales. Desde 2014, grandes brotes de Dengue, Paludismo, Chikungunya, Fiebre Amarilla y Zika han abrumado los sistemas de salud en muchos países.

A raíz de esta situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga a los mosquitos como los insectos más nocivos que existen para el hombre: muchas de las enfermedades que han trasmitido a lo largo de la historia siguen vigentes, y no se prevé su erradicación a corto plazo.

Por mucho tiempo, las infecciones tropicales como el Dengue estuvieron confinadas a zonas donde el hombre no llegaba, pero con la globalización, la urbanización, el cambio climático y las consecuentes modificaciones en las características del desarrollo, se ha esparcido a casi todos los rincones del mundo.
Hasta 1970, solo nueve países habían sufrido epidemias graves de Dengue, actualmente se ha extendido a más de 120 países y se estima que el 40% de la población mundial vive en zonas de riesgo de transmisión epidémica de Dengue.

En los años 265-420 el Dengue era conocido por los chinos como el «veneno del agua»; la primera epidemia mundial tuvo lugar en 1780 y fue ocasionada por la navegación entre puertos tropicales de Asia, África y América del Norte. En aquella época, había intervalos de 10 hasta 40 años entre las grandes epidemias, principalmente debido a que los virus y el mosquito vector solo podían ser transportados por los barcos a vela. El comercio de esclavos fue muy importante en la propagación del Dengue en América. El Aedes se reproducía en los navíos de transporte de esclavos, quienes, junto con sus captores eran sus reservorios virales.

En la actualidad, patógenos como el Dengue, que antes se circunscribían a zonas determinadas, parecen haber saltado su ecosistema natural y estar viviendo una verdadera expansión global. Esta enfermedad se ha propagado rápidamente más allá de áreas tropicales y las epidemias son cada vez más frecuentes, producto de la globalización y la urbanización desorganizada en torno a grandes metrópolis.

¿A qué se atribuye esta excesiva propagación?

Expertos coinciden en señalar que el cambio climático global crea ambientes propicios en los cuales ciertos padecimientos pueden prosperar al grado de convertirse en problemas críticos en salud pública a nivel global. La inestabilidad climática es la responsable de que aquellas enfermedades transmitidas por vectores se ubiquen en zonas en donde antes no estaban, sobrepasando la barrera de los trópicos.

Si bien la mayoría de casos se producen en países tropicales y durante las estaciones lluviosas, la enfermedad se está extendiendo a países menos tropicales y más templados, en los que hasta ahora no estaba presente o lo estaba con menor número de casos.

¿Cuál es la situación de América?

Según la OMS, la incidencia mundial del Dengue ha aumentado en las últimas décadas, particularmente en América, donde la enfermedad se ha propagado a casi la totalidad de sus países. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud viene alertando sobre la proliferación del Dengue en las Américas, ya que en 2019 se registraron 3 millones de casos. En ese sentido, se prevé una intensa actividad de Dengue para el 2020.

La enfermedad ha reemergido en todo el continente, desde México hasta Argentina. De los 30 países del mundo con mayor incidencia de Dengue notificada, 18 pertenecen a la Región de las Américas, lo que representa un 60%.

Las razones por la cuales se adjudica esta excesiva expansión del Dengue en América son complejas. Se citan: la disminución del control del vector; sistemas de abastecimiento de agua poco confiables; incremento de recipientes no biodegradables y métodos deficientes de desecho de los residuos sólidos; desforestación; aumento de los viajes internacionales y la urbanización no planificada.

Más del 80% de la población en América Latina vive en zonas urbanas; sin embargo; en la mayoría de las mega urbes de la región, la moderna metrópoli convive con áreas denominadas de: “Urbanización no planificada o desorganizada”, generalmente ubicadas en su periferia. Estas zonas se caracterizan por su infravivienda, la inadecuada gestión de residuos con basurales a cielo abierto, la ausencia de agua potable, alcantarillados y sistemas cloacales. También es usual la acumulación de utensilios a la intemperie, como llantas, latas o similares, en los que se acumula el agua, favoreciendo la proliferación y aumentando la densidad de la población del vector del Dengue. Muchas veces se asocia a estas falencias un acceso restringido al sistema de salud, generándose un complejo de determinantes sociales y económicos que claramente condicionan una “inequidad”, propiciando de que estas poblaciones sean las más vulnerables para la adquisición de enfermedades infecciosas. En general, detrás de todos los factores favorecedores del Dengue muchas veces se encuentra a la pobreza y la desigualdad, existentes cual un estigma en muchos países de Latinoamérica.

¿Cuál es la incidencia de Dengue en Argentina?

En nuestro país el vector se había erradicado en 1963, pero desde finales de los 80 la población de mosquitos ha comenzado a expandirse. Se estima que aproximadamente dos tercioss de la población argentina vive en zonas con niveles variables de riesgo de contraer Dengue.

Actualmente, el mosquito está presente todo el año en las provincias del centro y norte de Argentina. Sin embargo, tiene una dinámica marcadamente estacional, aumentando sus índices de infestación entre los meses de octubre a mayo, coincidiendo con el período de circulación viral del Dengue. En las primeras 30 semanas del año 2019 (enero a julio), se registraron 3.209 casos.

¿Qué podemos esperar a futuro?

La humanidad ha fracasado en su intento de erradicación a pesar de los recursos tecnológicos disponibles y de los considerables esfuerzos en Salud Pública. Por ello, es imprescindible planificar las acciones de prevención, reduciendo la carga ambiental de potenciales criaderos y de mosquitos adultos, así como establecer las pautas comunicacionales dirigidos a la población a fin de lograr que se desarrolle una cultura de prevención y promoción de la salud a nivel colectivo.

Dado estas aparentes limitaciones en el control de la enfermedad, la OMS tiene renovadas expectativas en nuevas herramientas: vacunas y sofisticadas tecnologías de manipulación del vector, parecen estar abriendo un camino promisorio.

Fuente. doctor Osvaldo F. Teglia. Profesor Adjunto a Cargo de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, para ambito  financiero

 

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