8 hitos que cambiaron la historia de la medicina y salvaron millones de vidas

La búsqueda de una cura contra las enfermedades, dolores o trastornos que afectan al hombre data desde la existencia de las primeras civilizaciones. Es decir, desde el principio los hombres y mujeres han buscado acabar con las afecciones que los aquejaban y alcanzar una mejor calidad de vida.

En la antigüedad -y hasta avanzada la edad moderna- todo se hacía con los elementos que la naturaleza brindaba, dado que no había tecnología ni recursos para hacerlo de otra manera.

A partir de aquellos primeros intentos de curar enfermedades y molestias, comenzó un proceso progresivo que llevó a que en el siglo XIX se pudieran hacer los primeros descubrimientos de lo que sería la industria farmacéutica.

Desde la Cámara de Especialidades Medicinales (CAEME) explican que el primer hito en esa historia es el descubrimiento de la estructura molecular; a partir de entonces, fue posible imitarla a través de la síntesis, lo cual abrió camino al nacimiento de la farmacología moderna.

Así, en 1897, el científico alemán Felix Hoffmann logró sintetizar de forma estable y químicamente pura el ácido acetilsalicílico, que hoy en día se comercializa con el nombre de aspirina y se ha convertido en un analgésico y antipirético altamente difundido.

El segundo gran hito en la historia de la innovación farmacéutica ocurrió pocos años después, hacia 1921, cuando F.G. Banting y C.H. Best consiguieron aislar insulina a partir de páncreas de animales y aportar un primer tratamiento para los pacientes diabéticos más allá del control de la dieta.

No obstante, el hecho más conocido en este proceso no llegaría hasta fines de la década del ‘20. En 1928, el casual descubrimiento de la penicilina del médico británico Alexander Fleming, posibilitó que una década después ese compuesto fuera aislado y se llegara al primer antibiótico. Este medicamento se utilizó masivamente a partir de la Segunda Guerra Mundial y redujo las muertes y amputaciones en el frente, por lo cual es posible afirmar que cambió la historia de la medicina.

A partir de entonces, sobre todo después de la década del ‘50 -ya finalizada la guerra y con las potencias en vías de recuperación- las investigaciones de científicos principalmente en Europa y Estados Unidos llevaron al descubrimiento de más analgésicos y antibióticos. Además, se hallaron decenas de otros medicamentos que establecieron de manera impensada el posible tratamiento de enfermedades que antes se creían incurables.

Iniciados los años ‘60, y de la mano del movimiento hippie, llegó al mercado la primera píldora anticonceptiva, que les dio a las mujeres el control de la natalidad y de su vida sexual.

Las vacunas, en este camino, merecen un capítulo aparte, ya que han sido realmente revolucionarias en relación a la prevención de enfermedades que antes resultaban mortales.
Las primeras investigaciones se hicieron con la viruela y la rabia, a fines de los siglos XVII y XIX, pero el gran salto cuanti y cualitativo lo dieron Jonas Salk y Albert Sabin a mediados del siglo XX. Fueron quienes trajeron al mundo la vacuna de poliomielitis inactiva y activa respectivamente, que evitaron la muerte y discapacidad de miles de niños.

Otras enfermedades potencialmente mortales como la difteria, la rubeola, el sarampión y el tétanos también lograron prevenirse con las vacunas, la estrategia de salud más costo-eficiente luego del acceso al agua potable.

En CAEME consideran importante recordar que la vacunación erradicó patologías y evita cada año entre 2 y 3 millones de muertes. Además, la innovación de la industria farmacéutica ha permitido incorporar permanentemente nuevas vacunas, y la ciencia continúa en la investigación constante de nuevos desarrollos para enfrentar más patologías.

Un ejemplo concreto de cómo la investigación científica aplicada a los medicamentos puede tener un alto impacto en el tratamiento de las enfermedades es el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, que realizaron en 1975 el argentino César Milstein, el británico Niels K. Jerne y el alemán Georges Köhler, y que les valió el Premio Nobel de Medicina en 1984.

Los anticuerpos monoclonales son un tipo de proteína producida en el laboratorio que se puede unir a sustancias del cuerpo, y que, para el tratamiento del cáncer, se utiliza para transportar medicamentos, toxinas o materiales radiactivos directamente hasta las células cancerosas. De esta forma, en la actualidad se logró cambiar el paradigma del tratamiento de varios tipos de cáncer.

El último hito, hasta el momento, en esta historia es la secuenciación del genoma humano, que en 2001 abrió las puertas a un nuevo universo en el desarrollo de medicamentos.
El progreso científico en biotecnología permitió desarrollar terapias avanzadas, concepto que incluye tanto la terapia génica y la celular como la ingeniería tisular. Así, la innovación posibilitó nuevas alternativas terapéuticas para decenas de enfermedades, como la diabetes, el cáncer o la artritis reumatoidea.

Fuente. iProfesional

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